Ha
salido la nueva Caimán, la revista de crítica cinematográfica de más
relevancia en España. Yo dejé de comprarla hace tiempo (salvo dos o tres
compras puntuales), desde aquel sensacionalista número dedicado a las
revueltas árabes. Mi problema es que no veía ninguna convicción en ella
más allá de la descripción de los estrenos mensuales y los focos de
interés de cada número eran puramente circunstanciales. Incluso, de un
mes a otro, contradictorios. Una revista que realmente no defendía nada,
ni siquiera una manera de hacer crítica (ya que allí tanto podía
escribir Monterde como Fran Benavente).
España siempre con retraso |
La cobertura a Philippe Garrel es amplia, con cuatro artículos, por tres dedicados a su «gran angular» sobre las series de zombies.
Si Garrel les merecía una mayor cantidad de textos, no sé por qué no le
dedicaron ese «gran angular». La propia palabra lo dice. No deberías
hablar de un «gran angular» cuando hay otro todavía más grande en la
película. El gran despliegue garreliano viene al fondo de la revista,
tras las series (sí, hay más series), los dvds y los obituarios.
Por
supuesto, nada de esto impide que los textos de la revista, incluidos
los dedicados a series de televisión, tengan interés. Bueno, yo para
leer sobre series de televisión jamás me compraría una revista de cine,
puesto que al ser algo que es de dominio público (o descargable),
cualquiera tiene acceso a ello y hay por internet miles de blogs con
muchísima más información y más espacio para la reflexión que el que le
pueda dedicar Caimán. Queda, eso sí, la calidad de los cronistas, algo
que es tan opinable que no lo voy a valorar. Pero lo que quiero decir es
que una revista de cine debería estar centrada en aquello que los
posibles lectores desconocen. Se trata de generar un interés, una
excepción. Dar a conocer cosas que solo el crítico puede llegar a
conocer, como parte de su trabajo especializado. Ser crítico supone
también informarse, descubrir, no simplemente opinar sobre aquello que
se estrena. Evidentemente, uno puede comprar Caimán por el interés que
tiene en la prosa de críticos como Àngel Quintana, Carlos Losilla, Jaime
Pena o el mismo Carlos F. Heredero (pongo a los que más suelen
escribir, pero vale para cualquiera de la redacción y colaboradores,
claro), pero eso no tiene nada que ver con la riqueza de sus contenidos.
En
fin, yo aquí quería criticar únicamente la portada y ya ven cómo me he
liado. Creo que la elección de portadas no es un tema baladí, así que
quizás merezca la pena hacer una entrada analizando la política de
portadas de Cahiers España / Caimán. Y a alguien le puede parecer caprichoso que se critique algo como una portada, cuando el valor está en el contenido. Bueno, yo creo que una portada se elige por algo, y en el caso de Caimán creo adivinar (a lo mejor me equivoco) que no hay solo un interés cinematográfico (o televisivo) sino también un interés mediático. Como parte de ese grupo de posibles lectores a los que va la revista, quiero expresar que yo no voy a comprar revistas con ese tipo de portadas.
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Javier Ocaña habla de The Big Wedding, donde salen Robert De Niro y Diane Keaton destruyendo su dignidad. El crítico-mercenario nos regala una clase magistral en el primer párrafo: «Pocas veces un término cinematográfico ha sido definido con menos palabras y con más acierto: “Comedia sexi sin sexo”. Cuatro palabras, máxima enjundia. Para que aprendan los pedagogos del “segmento de ocio” y los críticos de cine de los “estilemas de autor”. Lo dijo el insigne Andrew Sarris para conceptuar a las comedias locas nacidas en el cine americano de los años treinta». Me gustaría saber en qué categoría se ubica Ocaña, si en «los pedagogos del “segmento de ocio”» o en «los críticos de cine de los “estilemas de autor”». Supongo que entre los primeros. Toda la crítica es un texto vacío incapaz de justificar que una película como esta merezca un texto de esa longitud. No debería tener ni crítica, aunque esas operaciones las hace el ABC con las películas de Garrel, ya ven.
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Los asiduos de este blog se estarán preguntando: ¿qué pasa que este hijodeputa no habla de Boyero? Pues sí, no comento nada del crítico estrella porque, desgraciadamente, esta semana no ha tenido la deferencia de regalarnos una de sus hermosas y muy sopesadas misivas sobre alguna de las muchas películas interesantes de la cartelera. Eso o no le ha dado la gana de ver ninguna, que también puede ser. Para eso ya tienen a Ocaña, para que se trague los sapos que no quiere nadie. De todas formas, el faro de la crítica cinematográfica española ha escrito algo, para que nosotros, sus humildes siervos y admiradores, podamos regodearnos con su exquisito uso de la escritura. Ya saben que yo tengo la idea de que Boyero sólo sabe hablar de él mismo, así que de eso se encarga en este bizarro texto llamado No se marchitan mis flores del mal, una cita que supone una patada en el trasero a la memoria del bueno de Baudelaire, viniendo de quien viene. El artículo es una sucesión de técnicas-Boyero, de construcciones simplísimas sobrecargándolo todo de adjetivos para parecer complejo, cuando en realidad lo único que muestra es un ideario fotocopiado del típico intelectual decadente de tres al cuarto. Muchas de las ideas pertenecen a un texto que escribió Boyero hace ya cuatro años. Algo mejor, ya que estaba más elaborado, lo que no hace más que señalar la extrema decadencia física e intelectual del personaje.
Aquí el poeta |
Tras hacer la tipica alusión a El Gatopardo, escribe cursiladas como la que sigue: «la melancolía prematura crece ante la irremediable desaparición de una de las mejores cosas que me ofreció la vida, el bálsamo infalible que descubriste en la niñez para todas las heridas del alma». ¡Que se quite Baudelaire, que viene Boyero! ¿Pero qué es lo que añora Boyero? ¿El formato original, el celuloide, el inconfundible sonido de la banda sonora impresa? ¡No, hombre! ¡Qué va a ser eso, si Boyero jamás ha hablado del formato, ni creo que sepa lo que es! «Y está claro que aunque dispongas en tu casa de las películas que amas y puedas disfrutarlas con impecable imagen y sonido, sin que te amenace el ataque de nervios y la furia asesina contra los extraños que engullen ruidosamente a tu lado las odiosas palomitas, nada volverá a ser igual cuando desaparezcan los cines, cuando solo sea un recuerdo lo que Cabrera Infante definió inmejorablemente como Arcadia todas las noches». Ya ven, Cinema Paradiso Redux. Un discurso que llevan repitiendo muchos críticos y cinéfilos desde hace décadas, pero nada, ahí sigue el cine. Es un poco lo de «se rompe España» de los periodistas ultras. Desde la primera república lleva este país rompiéndose y no hay manera, oiga. Tres mil años de España, que diría Esperanza Aguirre.
Después hace un recorrido sentimental por las películas de su vida, que introduce como: «No son las mejores películas que has visto, el clasicismo tal vez no las admita en su intocable gremio, pero son tuyas, han golpeado tus fibras íntimas a perpetuidad». Quédense con la frase subrayada, porque uno podría pensar que Boyero nos hablará de películas malditas, desconocidas, íntimas. Que nos descubriría un mundo que sólo él conoce y que le marcó de por vida. Bueno, no exactamente. Las películas de Boyero son L'important c'est d'aimer de Andrzej Zulawski, The Hustler de Robert Rossen, Ultimo tango a Parigi de Bertolucci y Léolo de Jean-Claude Lauzon. Quién sabe, quizás con clasicismo Boyero se refería a la época clásica de los estudios cinematográficos de Hollywood, lo cual por una razón puramente cronológica es imposible que esas películas perteneciesen a ese gremio. A saber, como ya digo, para mi lo de Boyero es una postura pretendidamente intelectual que simplemente ha fotocopiado de muchas referencias anteriores, sin aportar nada original ni personal. Lean el artículo entero (si son capaces) y ya verán como todas las escenas que cita como algo que le tocaron de manera íntima ya las habrán visto en otras partes siendo citadas como especiales por otros autores. Tampoco hay que ser negativos, ya se sabe que las películas tienden a emocionar de la misma manera a mucha gente.
Por si fuera poco, toda esta montaña de tópicos viene acompañado del inevitable video semanal que tiene que hacer Boyero. Yo creo que es una obligación dentro de su contrato: puede ausentarse de su trabajo (largándose de las sesiones de los festivales), no informarse de absolutamente nada y regodearse en ello, utilizar críticas cinematográficas para realizar ataques personales, pero el video hay que hacerlo. Aquí Boyero muestra su auténtica cara de persona grosera y casi iletrada, de lenguaje barriobajero y soez. Para empezar, y seguramente sabiendo todo lo que había escrito en el texto de antes, se permite el lujo de decir que L'important c'est d'aimer es un título cursi. Lo de «el bálsamo infalible que descubriste en la niñez para todas las heridas del alma», en cambio, es pura poética inalcanzable para el resto de los mortales. Fíjense que el Boyero del video es inconfundible y en cada película tiene que soltar alguna descalificación.
Mi teoría es la siguiente: como de Boyero lo único que importa es la firma y la imagen, a lo mejor lo que hacen en El País es grabar el video donde resume su opinión sobre los estrenos semanales, y luego un par de negros de la redacción construyen unos textos siguiendo el esquema Boyero. La escritura de Boyero es tan simple y previsible que no debe ser mucho problema convertirla en fórmula para que luego cada cual la explote como crea conveniente.
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Cuando publicito un artículo en twitter, intento acompañar el enlace y una breve descripción con citas a los diferentes medios y críticos de los que hablo. Normalmente son tantas cosas que no me caben. En la anterior entrada, como trataba principalmente de Jordi Costa, no tuve ningún problema en citarle. Yo aquí de Jordi Costa he escrito algunas cosas feas. Ya he dicho varias veces que es un crítico que no me gusta por estilo, pero que al menos sí considero profesional y dedicado a su trabajo. Jordi tuvo la deferencia de dar su opinión sobre el blog y aquí, con su permiso, la reproduzco:
@migblah Sólo un par de matices: a) tu tuit favorito (de entre los míos) sobre Alta Films, no iba sobre Alta Films;
— Jordi Costa Vila (@JordiCostaVila) 30 de abril de 2013
@migblah b) tu visión sobre cómo funciona una sección d Cultura y cómo se reparte el trabajo ahí no sé si es pintoresca o d fantasía heroica
— Jordi Costa Vila (@JordiCostaVila) 30 de abril de 2013
@migblah Lo entiendo perfectamente, pero, a veces, ver las cosas desde fuera lleva a interpretaciones un poco paranoicas.
— Jordi Costa Vila (@JordiCostaVila) 30 de abril de 2013
@migblah Ya me leo el blog con más calma. Lamento que veas en mí tan solo a un apocalíptico defensor del blockbuster...
— Jordi Costa Vila (@JordiCostaVila) 30 de abril de 2013
Hay algún tuit más que considero menos interesante, pero el que quiera ser exhaustivo puede leerlos tanto en la cuenta de Jordi como en la mía. Y por supuesto, si alguien considera que me dejo algún tuit importante y no le estoy dando visibilidad de manera interesada, no tendré ningún problema en incluirlo.
Como pone en la cabecera, este es un blog de humor, retranqueiro, que sí, a veces es agresivo, especialmente con aquellos críticos que considero que hacen mal su trabajo y se aprovechan de la hipocresía y la corrupción que domina los medios. Jordi Costa imagino que no se habrá tomado bien algunas cosas que digo sobre él, pero bueno, seguro que peores trolls ha habido por internet. Ayer, con humor (creo) se ha referido a mis opiniones con el siguiente tuit:
¡Qué pena que esta semana no haya podido escribir de ningún blockbuster de Nuri Bilge Ceylan, Isaki Lacuesta, Terrence Malick o Josh Whedon!
— Jordi Costa Vila (@JordiCostaVila) 1 de mayo de 2013
Me he enterado de casualidad y también le he respondido. Curiosamente sí escribe de un blockbuster, aunque no de ninguno de esos directores, sino de Malcolm D. Lee, autor de Scary Movie 5. No tiene mucho espacio para desarrollar sus ideas (más allá de un concepto de los suyos, «gossip politóxico»), así que habrá que esperar a su crítica para Fotogramas.
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En la crónica diaria del D'A, Jorge Mauro de Pedro escribe un aceptable texto sobre Simon Killer, con el que además estoy medianamente de acuerdo. No se libra de su tic de psicólogo, pero también explica bastante bien el método de Antonio Campos. A mi la película de ha decepcionado mucho y aunque plantea las escenas de manera muy ambiciosa (esos planos largos que solo se desplazan en sentido horizontal, no mostrando por completo la acción), creo que le pierden sus ansias de demiurgo. Demasiado cruel hacia sus personajes. Se podría comparar un poco con Taxi Driver. Ambas son un viaje a los infiernos a través de la relación del protagonista con dos mujeres, una «virgen» y una puta. Aunque aquí la «virgen» es la adolescente con la que el protagonista puede alcanzar la salvación y la puta la que representa un mundo corrupto, pero creo que hay unas líneas básicas parecidas. La diferencia es que Scorsese se mantenía siempre en la cabeza de su protagonista, comprendiéndolo aún en su locura, haciendo partícipe al espectador, mientras que Campos se mantiene siempre a una distancia prudencial, juzgando a sus personajes. Al final, una puesta en escena tan férrea termina por ser una barrera.
Como a veces a todos nos gusta reafirmarnos en nuestras convicciones y nos cuesta darle la razón a aquellos con los que discutimos, yo me sentía un poco mal por admitirle a Jorge Mauro su parte de mérito. Por suerte para mi, este crítico escribe a propósito de The We and the I lo siguiente: «Hablar de Gondry es hablar de “modernidad”, esa onda difusa que lo pone en sintonía con Wes Anderson o Spike Jonze. Ya, ya sé que definir a alguien como “moderno” acostumbra a suscitar más suspicacias que otra cosa. Pero es que hay gente con ese prurito. Que no apesta a impostura, que lo tiene. ¿El qué? El ‘mojo’, que diría Austin Powers». Ahí, muy bien, sembrando la sospecha en la palabra «modernidad». Digno del mejor (es decir, del peor) Boyero.
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Antes me quejaba de lo repetitivo y vacío que era el discurso de Boyero. Un discurso heredado y falso, de intelectual de medio pelo. Aquí tienen a Oti Rodriguez Marchante, defendiendo lo contrario que Boyero, diciendo que hay cine para rato, pero al final es inevitable esa cita a Lampedusa, que lo emparenta con su compañero de fechorías. «Ese ejercicio o placer tan anclado en el ser humano de ir al cine necesita, obviamente, un cepillado y un abrillantado, y los tiempos empiezan a cambiar de un modo lampedusiano para que, en el fondo, todo siga “igual” y ver el cine en una sala sea ahora, luego y después una aventura mucho más enriquecedora y grata que en tu chiscón y frente al ordenador». Con todo, y quitando esa recurrente y ya aburrida cita, estoy bastante de acuerdo con él. Aunque no sé si lo dice por ver las películas en 35 milímetros o por toda el ritual mitómano de las salas.
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A veces no me puedo aguantar y tengo que incluir alguna noticia no relacionada con el cine. Atención a esta pequeña promoción que le hacen en El Diario a Beatriz Talegón, que dice que quizás se presente a las primarias de su decadente partido. Esta chica tan «urbana, moderna y desenfadada» apareció un día en una convención de la Internacional Socialista para cantarle las cuarenta a los dinosaurios de los partidos. Después se fue paseando por diferentes medios mostrando lo maravillosa que era (en estos enlaces verán que el nivel de los políticos puede ser bajo, pero el de los periodistas lo es mucho más). Por cierto, en el último video, el de la entrevista en el Intermedio, le hacen la pregunta muy concreta de si tiene pensado presentarse a las primarias y responde con un rotundo no, que no quiere hacer carrera política. Es cierto que suelta un «ahora mismo» y la entrevista fue hace dos meses y medio. No tenía ningún tipo de estrategia «más alla de decir la verdad y remover conciencias». Supongo que Felipe González, de escucharlo, se le caería la lagrimita al ver a tan preparados discípulos.
A mi, estos políticos-anuncio me dan mucho miedo. Cuando dicen eso de que un político necesita una buena imagen para triunfar a mi me suena a lo peor del populismo. Yo quiero políticos ogro, jorobados, oscuros, dedicados incansablemente a sus tareas, no gente que salga todos los días en la tele (tampoco que no salga nunca, como Rajoy) y vaya regalando esperanza a su sufrido pueblo solo gracias a su maravillosa imagen. Pero la política es también mercado, así que hay que vender.
Al PSOE, si no le llegó ya con Zapatero, ahora quizás quiera suicidarse con Talegón. Respecto a El Diario, espero que esto no forme parte de su línea editorial (la noticia es de la agencia EFE) ni defiendan de ninguna manera este tipo de prácticas, porque entonces será otro periódico más que deje de leer. ¿Por qué en este medio, en su suplemento cultural (ya que no tienen sección propiamente dicha), hay blog de series, de televisión, de literatura, de videojuegos, pero no hay un blog de cine? ¿O es que nos conformamos con el blog de cortos de Oscar de Julián?
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Antes me quejaba de lo repetitivo y vacío que era el discurso de Boyero. Un discurso heredado y falso, de intelectual de medio pelo. Aquí tienen a Oti Rodriguez Marchante, defendiendo lo contrario que Boyero, diciendo que hay cine para rato, pero al final es inevitable esa cita a Lampedusa, que lo emparenta con su compañero de fechorías. «Ese ejercicio o placer tan anclado en el ser humano de ir al cine necesita, obviamente, un cepillado y un abrillantado, y los tiempos empiezan a cambiar de un modo lampedusiano para que, en el fondo, todo siga “igual” y ver el cine en una sala sea ahora, luego y después una aventura mucho más enriquecedora y grata que en tu chiscón y frente al ordenador». Con todo, y quitando esa recurrente y ya aburrida cita, estoy bastante de acuerdo con él. Aunque no sé si lo dice por ver las películas en 35 milímetros o por toda el ritual mitómano de las salas.
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La Internacional Socialista. ¿Lo pillas? |
A mi, estos políticos-anuncio me dan mucho miedo. Cuando dicen eso de que un político necesita una buena imagen para triunfar a mi me suena a lo peor del populismo. Yo quiero políticos ogro, jorobados, oscuros, dedicados incansablemente a sus tareas, no gente que salga todos los días en la tele (tampoco que no salga nunca, como Rajoy) y vaya regalando esperanza a su sufrido pueblo solo gracias a su maravillosa imagen. Pero la política es también mercado, así que hay que vender.
Al PSOE, si no le llegó ya con Zapatero, ahora quizás quiera suicidarse con Talegón. Respecto a El Diario, espero que esto no forme parte de su línea editorial (la noticia es de la agencia EFE) ni defiendan de ninguna manera este tipo de prácticas, porque entonces será otro periódico más que deje de leer. ¿Por qué en este medio, en su suplemento cultural (ya que no tienen sección propiamente dicha), hay blog de series, de televisión, de literatura, de videojuegos, pero no hay un blog de cine? ¿O es que nos conformamos con el blog de cortos de Oscar de Julián?
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Para no despedirnos con mal sabor de boca, anunciar que ya está disponible en internet Nobody's Daughter Haewon, la última película de Hong Sang-soo, para mi uno de los mejores directores del mundo. Da la casualidad de que su anterior película, In Another Country (estimable, pero quizás la inferior de todas las suyas), iba a suponer el estreno de este cineasta en España (un caso como el de Garrel), pese a que su cine es abiertamente comercial, al menos desde el punto de vista de una sociedad donde hay un mínimo de interés por la cultura. Se iba a estrenar porque la protagonista era Isabelle Huppert, claro. No se crean que se iban a arriesgar más de eso. La película está en el limbo y no se sabe si se estrenará alguna vez (que se lo digan a Afterschool o Boarding Gate). Me parece un caso flagrante teniendo en cuenta que el mediocre Park Chan-wook estrenará su película internacional este fin de semana. Bueno, con Nicole Kidman es mucho más fácil, y más si viene de EEUU.
Volviendo a Nobody's Daughter Haewon, en mi opinión es una de las obras maestras de Hong. Rompe finalmente con sus estructuras repetitivas, en las que parecía que rompía las películas en dos o tres partes para jugar a mezclar elementos y a comparar situaciones. Esta última es una película líneal, si bien también plantea algún juego, pero de una manera mucho más sutil y no determinante. También es una película interesante por dos citas muy evidentes: una al ensayo de Norbert Elias La soledad de los moribundos y otro al allegretto de la séptima sinfonía de Beethoven, dos detalles sobre los que no habría que pasar por alto y que en cierta manera definen el tono de la película, mucho más espiritual y trascendental de lo que parecería en un primer momento. La grandeza de Hong es que lo cuenta todo de manera irónica y sin grandes alardes estéticos. Sus ideas crecen en la continuidad del plano y a través de un encuadre siempre perfecto, pese a los continuos zooms y panorámicas que realiza, en esta ocasión más agresivo que nunca.
Y por supuesto es una película muy agradable, llena de gags memorables, de largos diálogos con cambios de tono y con las inevitables borracheras de soju. Hong siempre trabaja sobre el mismo canon, sobre los mismos temas, pero cada película no solo es una variación, también un paso adelante. Su particular manera de revolucionar el (su) cine.
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