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jueves, 2 de mayo de 2013

De caimanes y zombies

Ha salido la nueva Caimán, la revista de crítica cinematográfica de más relevancia en España. Yo dejé de comprarla hace tiempo (salvo dos o tres compras puntuales), desde aquel sensacionalista número dedicado a las revueltas árabes. Mi problema es que no veía ninguna convicción en ella más allá de la descripción de los estrenos mensuales y los focos de interés de cada número eran puramente circunstanciales. Incluso, de un mes a otro, contradictorios. Una revista que realmente no defendía nada, ni siquiera una manera de hacer crítica (ya que allí tanto podía escribir Monterde como Fran Benavente).

España siempre con retraso
Sin embargo, con la noticia de que iban a sacar una edición digital, mostré interés en volver a leerla, por eso de que al menos no ocupaba espacio y el precio seria reducido (esperemos). Permítanme que posponga esa intención hasta dentro de un mes tras ver la portada y el sumario de este número de mayo, dedicada a The Walking Dead, la serie televisiva de zombies que tanto éxito tiene en las páginas de torrents. Ya sé que muchos pensarán que esto es arriesgado, eso de que una revista de cine dedique su portada a algo a priori poco autoral y poco cinematográfico como las series de televisión. A mi me parece un despropósito. No creo que las series no tengan una consideración importante, sino todo lo contrario, han desplazado al cine como objeto audiovisual de consumición prioritario, incluso por los críticos. Quizás hace ocho años, cuando Cinema-Scope le dedicó una portada a Homecoming de Joe Dante, hubiera tenido algún efecto. Ahora simplemente es seguir la corriente y darle al público lo que pide, en lugar de tratar de revelar o descubrir alguna película que no cuente con la necesaria promoción. Ustedes me dirán que corren malos tiempos para la cultura y en parte hay que dar visibilidad a temas más comerciales para mejorar ventas, garantizando la supervivencia. Bueno, es una opinión muy respetable y es posible que quien la compre por ver The Walking Dead en portada también se anime a leer lo de Garrel y descubra a este director. En mi opinión (repito: mi opinión) este tipo de igualaciones y conexiones nunca ocurre. Al final el único beneficiado es la parte vendible y exportable, que recibe más promoción, mientras las películas pequeñas se quedan sin un espacio y una visibilidad que le permita darse a conocer entre su público comercial. Además, la revista Caimán ha recibido una subvención estatal de más de 22 mil euros precisamente para que este tipo de consideraciones promocionales y comerciales no se tengan en cuenta.

La cobertura a Philippe Garrel es amplia, con cuatro artículos, por tres dedicados a su «gran angular» sobre las series de zombies. Si Garrel les merecía una mayor cantidad de textos, no sé por qué no le dedicaron ese «gran angular». La propia palabra lo dice. No deberías hablar de un «gran angular» cuando hay otro todavía más grande en la película. El gran despliegue garreliano viene al fondo de la revista, tras las series (sí, hay más series), los dvds y los obituarios.

Por supuesto, nada de esto impide que los textos de la revista, incluidos los dedicados a series de televisión, tengan interés. Bueno, yo para leer sobre series de televisión jamás me compraría una revista de cine, puesto que al ser algo que es de dominio público (o descargable), cualquiera tiene acceso a ello y hay por internet miles de blogs con muchísima más información y más espacio para la reflexión que el que le pueda dedicar Caimán. Queda, eso sí, la calidad de los cronistas, algo que es tan opinable que no lo voy a valorar. Pero lo que quiero decir es que una revista de cine debería estar centrada en aquello que los posibles lectores desconocen. Se trata de generar un interés, una excepción. Dar a conocer cosas que solo el crítico puede llegar a conocer, como parte de su trabajo especializado. Ser crítico supone también informarse, descubrir, no simplemente opinar sobre aquello que se estrena. Evidentemente, uno puede comprar Caimán por el interés que tiene en la prosa de críticos como Àngel Quintana, Carlos Losilla, Jaime Pena o el mismo Carlos F. Heredero (pongo a los que más suelen escribir, pero vale para cualquiera de la redacción y colaboradores, claro), pero eso no tiene nada que ver con la riqueza de sus contenidos.

En fin, yo aquí quería criticar únicamente la portada y ya ven cómo me he liado. Creo que la elección de portadas no es un tema baladí, así que quizás merezca la pena hacer una entrada analizando la política de portadas de Cahiers España / Caimán. Y a alguien le puede parecer caprichoso que se critique algo como una portada, cuando el valor está en el contenido. Bueno, yo creo que una portada se elige por algo, y en el caso de Caimán creo adivinar (a lo mejor me equivoco) que no hay solo un interés cinematográfico (o televisivo) sino también un interés mediático. Como parte de ese grupo de posibles lectores a los que va la revista, quiero expresar que yo no voy a comprar revistas con ese tipo de portadas.

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Ayer fue día de estrenos en El País, así que hubo la típica catarata de reseñas. En esta ocasión, reseñas especialmente reducidas porque no había ningún gran hit ni película mediática que reseñar. Una comedieta americana, alguna película francesa, alguna sudamericana, todas defendidas o criticadas sin mucho entusiasmo, aunque para el espacio dedicado tampoco vamos a pedir nada especial. Hay una entrevista con Sergi López, donde dice que no tiene muy claro para qué sirven las academias, pese a tener un puesto institucional en una. El actor catalán estrena una película francesa, Tango libre, de la que Jordi Costa hace una crítica. Supongo que como va con entrevista tiene algo más de espacio. El criterio desde luego no es el interés en la película, pues termina con una sentencia rotunda: «Lástima que no haya por dónde creerse este desnortado Tango libre». Más espacio merece Díaz, una película sobre la brutalidad policial durante una manifestación contra el G-8. Ya saben qué día fue ayer, así que si se puede vender un poco de compromiso, pues mejor. Que se lo digan a los once trabajadores de la Bardemcilla. Los dos textos consagrados a los acontecimientos que narra la película (ambos de Tommaso Koch) son interesantes por lo que tienen de informativo, que ya es mucho para lo que suele ser El País. Pero de crítica, poco.

Javier Ocaña habla de The Big Wedding, donde salen Robert De Niro y Diane Keaton destruyendo su dignidad. El crítico-mercenario nos regala una clase magistral en el primer párrafo: «Pocas veces un término cinematográfico ha sido definido con menos palabras y con más acierto: “Comedia sexi sin sexo”. Cuatro palabras, máxima enjundia. Para que aprendan los pedagogos del “segmento de ocio” y los críticos de cine de los “estilemas de autor”. Lo dijo el insigne Andrew Sarris para conceptuar a las comedias locas nacidas en el cine americano de los años treinta». Me gustaría saber en qué categoría se ubica Ocaña, si en «los pedagogos del “segmento de ocio”» o en «los críticos de cine de los “estilemas de autor”». Supongo que entre los primeros. Toda la crítica es un texto vacío incapaz de justificar que una película como esta merezca un texto de esa longitud. No debería tener ni crítica, aunque esas operaciones las hace el ABC con las películas de Garrel, ya ven.

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Los asiduos de este blog se estarán preguntando: ¿qué pasa que este hijodeputa no habla de Boyero? Pues sí, no comento nada del crítico estrella porque, desgraciadamente, esta semana no ha tenido la deferencia de regalarnos una de sus hermosas y muy sopesadas misivas sobre alguna de las muchas películas interesantes de la cartelera. Eso o no le ha dado la gana de ver ninguna, que también puede ser. Para eso ya tienen a Ocaña, para que se trague los sapos que no quiere nadie. De todas formas, el faro de la crítica cinematográfica española ha escrito algo, para que nosotros, sus humildes siervos y admiradores, podamos regodearnos con su exquisito uso de la escritura. Ya saben que yo tengo la idea de que Boyero sólo sabe hablar de él mismo, así que de eso se encarga en este bizarro texto llamado No se marchitan mis flores del mal, una cita que supone una patada en el trasero a la memoria del bueno de Baudelaire, viniendo de quien viene. El artículo es una sucesión de técnicas-Boyero, de construcciones simplísimas sobrecargándolo todo de adjetivos para parecer complejo, cuando en realidad lo único que muestra es un ideario fotocopiado del típico intelectual decadente de tres al cuarto. Muchas de las ideas pertenecen a un texto que escribió Boyero hace ya cuatro años. Algo mejor, ya que estaba más elaborado, lo que no hace más que señalar la extrema decadencia física e intelectual del personaje.

Aquí el poeta
Tras hacer la tipica alusión a El Gatopardo, escribe cursiladas como la que sigue: «la melancolía prematura crece ante la irremediable desaparición de una de las mejores cosas que me ofreció la vida, el bálsamo infalible que descubriste en la niñez para todas las heridas del alma». ¡Que se quite Baudelaire, que viene Boyero! ¿Pero qué es lo que añora Boyero? ¿El formato original, el celuloide, el inconfundible sonido de la banda sonora impresa? ¡No, hombre! ¡Qué va a ser eso, si Boyero jamás ha hablado del formato, ni creo que sepa lo que es! «Y está claro que aunque dispongas en tu casa de las películas que amas y puedas disfrutarlas con impecable imagen y sonido, sin que te amenace el ataque de nervios y la furia asesina contra los extraños que engullen ruidosamente a tu lado las odiosas palomitas, nada volverá a ser igual cuando desaparezcan los cines, cuando solo sea un recuerdo lo que Cabrera Infante definió inmejorablemente como Arcadia todas las noches». Ya ven, Cinema Paradiso Redux. Un discurso que llevan repitiendo muchos críticos y cinéfilos desde hace décadas, pero nada, ahí sigue el cine. Es un poco lo de «se rompe España» de los periodistas ultras. Desde la primera república lleva este país rompiéndose y no hay manera, oiga. Tres mil años de España, que diría Esperanza Aguirre.

Después hace un recorrido sentimental por las películas de su vida, que introduce como: «No son las mejores películas que has visto, el clasicismo tal vez no las admita en su intocable gremio, pero son tuyas, han golpeado tus fibras íntimas a perpetuidad». Quédense con la frase subrayada, porque uno podría pensar que Boyero nos hablará de películas malditas, desconocidas, íntimas. Que nos descubriría un mundo que sólo él conoce y que le marcó de por vida. Bueno, no exactamente. Las películas de Boyero son L'important c'est d'aimer de Andrzej Zulawski, The Hustler de Robert Rossen, Ultimo tango a Parigi de Bertolucci y Léolo de Jean-Claude Lauzon. Quién sabe, quizás con clasicismo Boyero se refería a la época clásica de los estudios cinematográficos de Hollywood, lo cual por una razón puramente cronológica es imposible que esas películas perteneciesen a ese gremio. A saber, como ya digo, para mi lo de Boyero es una postura pretendidamente intelectual que simplemente ha fotocopiado de muchas referencias anteriores, sin aportar nada original ni personal. Lean el artículo entero (si son capaces) y ya verán como todas las escenas que cita como algo que le tocaron de manera íntima ya las habrán visto en otras partes siendo citadas como especiales por otros autores. Tampoco hay que ser negativos, ya se sabe que las películas tienden a emocionar de la misma manera a mucha gente.

Por si fuera poco, toda esta montaña de tópicos viene acompañado del inevitable video semanal que tiene que hacer Boyero. Yo creo que es una obligación dentro de su contrato: puede ausentarse de su trabajo (largándose de las sesiones de los festivales), no informarse de absolutamente nada y regodearse en ello, utilizar críticas cinematográficas para realizar ataques personales, pero el video hay que hacerlo. Aquí Boyero muestra su auténtica cara de persona grosera y casi iletrada, de lenguaje barriobajero y soez. Para empezar, y seguramente sabiendo todo lo que había escrito en el texto de antes, se permite el lujo de decir que L'important c'est d'aimer es un título cursi. Lo de «el bálsamo infalible que descubriste en la niñez para todas las heridas del alma», en cambio, es pura poética inalcanzable para el resto de los mortales. Fíjense que el Boyero del video es inconfundible y en cada película tiene que soltar alguna descalificación.

Mi teoría es la siguiente: como de Boyero lo único que importa es la firma y la imagen, a lo mejor lo que hacen en El País es grabar el video donde resume su opinión sobre los estrenos semanales, y luego un par de negros de la redacción construyen unos textos siguiendo el esquema Boyero. La escritura de Boyero es tan simple y previsible que no debe ser mucho problema convertirla en fórmula para que luego cada cual la explote como crea conveniente.

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Cuando publicito un artículo en twitter, intento acompañar el enlace y una breve descripción con citas a los diferentes medios y críticos de los que hablo. Normalmente son tantas cosas que no me caben. En la anterior entrada, como trataba principalmente de Jordi Costa, no tuve ningún problema en citarle. Yo aquí de Jordi Costa he escrito algunas cosas feas. Ya he dicho varias veces que es un crítico que no me gusta por estilo, pero que al menos sí considero profesional y dedicado a su trabajo. Jordi tuvo la deferencia de dar su opinión sobre el blog y aquí, con su permiso, la reproduzco:




Hay algún tuit más que considero menos interesante, pero el que quiera ser exhaustivo puede leerlos tanto en la cuenta de Jordi como en la mía. Y por supuesto, si alguien considera que me dejo algún tuit importante y no le estoy dando visibilidad de manera interesada, no tendré ningún problema en incluirlo.

Como pone en la cabecera, este es un blog de humor, retranqueiro, que sí, a veces es agresivo, especialmente con aquellos críticos que considero que hacen mal su trabajo y se aprovechan de la hipocresía y la corrupción que domina los medios. Jordi Costa imagino que no se habrá tomado bien algunas cosas que digo sobre él, pero bueno, seguro que peores trolls ha habido por internet. Ayer, con humor (creo) se ha referido a mis opiniones con el siguiente tuit:


Me he enterado de casualidad y también le he respondido. Curiosamente sí escribe de un blockbuster, aunque no de ninguno de esos directores, sino de Malcolm D. Lee, autor de Scary Movie 5. No tiene mucho espacio para desarrollar sus ideas (más allá de un concepto de los suyos, «gossip politóxico»), así que habrá que esperar a su crítica para Fotogramas.

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En la crónica diaria del D'A, Jorge Mauro de Pedro escribe un aceptable texto sobre Simon Killer, con el que además estoy medianamente de acuerdo. No se libra de su tic de psicólogo, pero también explica bastante bien el método de Antonio Campos. A mi la película de ha decepcionado mucho y aunque plantea las escenas de manera muy ambiciosa (esos planos largos que solo se desplazan en sentido horizontal, no mostrando por completo la acción), creo que le pierden sus ansias de demiurgo. Demasiado cruel hacia sus personajes. Se podría comparar un poco con Taxi Driver. Ambas son un viaje a los infiernos a través de la relación del protagonista con dos mujeres, una «virgen» y una puta. Aunque aquí la «virgen» es la adolescente con la que el protagonista puede alcanzar la salvación y la puta la que representa un mundo corrupto, pero creo que hay unas líneas básicas parecidas. La diferencia es que Scorsese se mantenía siempre en la cabeza de su protagonista, comprendiéndolo aún en su locura, haciendo partícipe al espectador, mientras que Campos se mantiene siempre a una distancia prudencial, juzgando a sus personajes. Al final, una puesta en escena tan férrea termina por ser una barrera.

Como a veces a todos nos gusta reafirmarnos en nuestras convicciones y nos cuesta darle la razón a aquellos con los que discutimos, yo me sentía un poco mal por admitirle a Jorge Mauro su parte de mérito. Por suerte para mi, este crítico escribe a propósito de The We and the I lo siguiente: «Hablar de Gondry es hablar de “modernidad”,  esa onda difusa que lo pone en sintonía con Wes Anderson o Spike Jonze. Ya, ya sé que definir a alguien como “moderno” acostumbra a suscitar más suspicacias que otra cosa. Pero es que hay gente con ese prurito. Que no apesta a impostura, que lo tiene. ¿El qué? El ‘mojo’, que diría Austin Powers». Ahí, muy bien, sembrando la sospecha en la palabra «modernidad». Digno del mejor (es decir, del peor) Boyero.

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Antes me quejaba de lo repetitivo y vacío que era el discurso de Boyero. Un discurso heredado y falso, de intelectual de medio pelo. Aquí tienen a Oti Rodriguez Marchante, defendiendo lo contrario que Boyero, diciendo que hay cine para rato, pero al final es inevitable esa cita a Lampedusa, que lo emparenta con su compañero de fechorías. «Ese ejercicio o placer tan anclado en el ser humano de ir al cine necesita, obviamente, un cepillado y un abrillantado, y los tiempos empiezan a cambiar de un modo lampedusiano para que, en el fondo, todo siga “igual” y ver el cine en una sala sea ahora, luego y después una aventura mucho más enriquecedora y grata que en tu chiscón y frente al ordenador». Con todo, y quitando esa recurrente y ya aburrida cita, estoy bastante de acuerdo con él. Aunque no sé si lo dice por ver las películas en 35 milímetros o por toda el ritual mitómano de las salas.

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La Internacional Socialista. ¿Lo pillas?
A veces no me puedo aguantar y tengo que incluir alguna noticia no relacionada con el cine. Atención a esta pequeña promoción que le hacen en El Diario a Beatriz Talegón, que dice que quizás se presente a las primarias de su decadente partido. Esta chica tan «urbana, moderna y desenfadada» apareció un día en una convención de la Internacional Socialista para cantarle las cuarenta a los dinosaurios de los partidos. Después se fue paseando por diferentes medios mostrando lo maravillosa que era (en estos enlaces verán que el nivel de los políticos puede ser bajo, pero el de los periodistas lo es mucho más). Por cierto, en el último video, el de la entrevista en el Intermedio, le hacen la pregunta muy concreta de si tiene pensado presentarse a las primarias y responde con un rotundo no, que no quiere hacer carrera política. Es cierto que suelta un «ahora mismo» y la entrevista fue hace dos meses y medio. No tenía ningún tipo de estrategia «más alla de decir la verdad y remover conciencias». Supongo que Felipe González, de escucharlo, se le caería la lagrimita al ver a tan preparados discípulos.

A mi, estos políticos-anuncio me dan mucho miedo. Cuando dicen eso de que un político necesita una buena imagen para triunfar a mi me suena a lo peor del populismo. Yo quiero políticos ogro, jorobados, oscuros, dedicados incansablemente a sus tareas, no gente que salga todos los días en la tele (tampoco que no salga nunca, como Rajoy) y vaya regalando esperanza a su sufrido pueblo solo gracias a su maravillosa imagen. Pero la política es también mercado, así que hay que vender.

Al PSOE, si no le llegó ya con Zapatero, ahora quizás quiera suicidarse con Talegón. Respecto a El Diario, espero que esto no forme parte de su línea editorial (la noticia es de la agencia EFE) ni defiendan de ninguna manera este tipo de prácticas, porque entonces será otro periódico más que deje de leer. ¿Por qué en este medio, en su suplemento cultural (ya que no tienen sección propiamente dicha), hay blog de series, de televisión, de literatura, de videojuegos, pero no hay un blog de cine? ¿O es que nos conformamos con el blog de cortos de Oscar de Julián?

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Para no despedirnos con mal sabor de boca, anunciar que ya está disponible en internet Nobody's Daughter Haewon, la última película de Hong Sang-soo, para mi uno de los mejores directores del mundo. Da la casualidad de que su anterior película, In Another Country (estimable, pero quizás la inferior de todas las suyas), iba a suponer el estreno de este cineasta en España (un caso como el de Garrel), pese a que su cine es abiertamente comercial, al menos desde el punto de vista de una sociedad donde hay un mínimo de interés por la cultura. Se iba a estrenar porque la protagonista era Isabelle Huppert, claro. No se crean que se iban a arriesgar más de eso. La película está en el limbo y no se sabe si se estrenará alguna vez (que se lo digan a Afterschool o Boarding Gate). Me parece un caso flagrante teniendo en cuenta que el mediocre Park Chan-wook estrenará su película internacional este fin de semana. Bueno, con Nicole Kidman es mucho más fácil, y más si viene de EEUU.

Volviendo a Nobody's Daughter Haewon, en mi opinión es una de las obras maestras de Hong. Rompe finalmente con sus estructuras repetitivas, en las que parecía que rompía las películas en dos o tres partes para jugar a mezclar elementos y a comparar situaciones. Esta última es una película líneal, si bien también plantea algún juego, pero de una manera mucho más sutil y no determinante. También es una película interesante por dos citas muy evidentes: una al ensayo de Norbert Elias La soledad de los moribundos y otro al allegretto de la séptima sinfonía de Beethoven, dos detalles sobre los que no habría que pasar por alto y que en cierta manera definen el tono de la película, mucho más espiritual y trascendental de lo que parecería en un primer momento. La grandeza de Hong es que lo cuenta todo de manera irónica y sin grandes alardes estéticos. Sus ideas crecen en la continuidad del plano y a través de un encuadre siempre perfecto, pese a los continuos zooms y panorámicas que realiza, en esta ocasión más agresivo que nunca.

Y por supuesto es una película muy agradable, llena de gags memorables, de largos diálogos con cambios de tono y con las inevitables borracheras de soju. Hong siempre trabaja sobre el mismo canon, sobre los mismos temas, pero cada película no solo es una variación, también un paso adelante. Su particular manera de revolucionar el (su) cine.

domingo, 21 de abril de 2013

Boyero desencadenado

El método Boyero
Tenía ya pensada la próxima entrada de este humilde y recién estrenado blog, con muchos de sus apartados y enlaces buscados, pero apareció el crítico estrella de El País y lo cambió todo. Empezaré diciendo que Carlos Boyero no es crítico de cine. Ni periodista cultural. Pertenece a la raza, profundamente española, de los opinadores. Gente que sabe un poquito de todo y, si no sabe, da igual. Las televisiones están llenas de esta gente, que pueden hablar durante horas de economía, de terrorismo islámico, de física nuclear o de tácticas futbolísticas. No sólo eso, sino que encima se permiten discutir a expertos que han dedicado toda su vida a esos temas. Porque ya he dicho que en España lo intelectual está mal visto e incluso Boyero lo ha usado en tono despreciativo.

Este personaje nos sorprendió ayer escribiendo un artículo sobre Alta Films, la empresa de González-Macho que ha anunciado su próximo cierre. Yo me esperaba un texto laudatorio de González-Macho, hablando largamente sobre sus experiencias, lo mucho que aprendió de este cine y de todas las maravillas que este distribuidor y productor hizo por el cine español. Bueno, largamente es un decir, porque tampoco se puede extender mucho en el exiguo espacio que le dedica El País, mucho menos que el que le ceden para machacar las películas de Pedro Almodóvar, ese director que no le interesa nada. Pero bueno, en un ejercicio de coherencia, El País le dedica a Alta Films el mismo espacio que le dedicaba cuando estrenaban una de esas películas raras de cine de autor.

Entonces tenemos a Boyero frente al papel, dispuesto a hablar de su amigo. Un homenaje merecido a un hombre de cine, que entregó gran parte de su vida al negocio de la distribución, a traer el cine que nadie se atrevía a traer. ¿Será algo así, no? ¡Pues no! Un crítico habituado a soltar sapos por esa bocaza, es incapaz de soltar nada que no sea desagradable u ofensivo hacia alguien.

Más aún, es tal la vanidad de este hombre, que dedica la práctica totalidad del texto a hablar de sí mismo. Un héroe en un mundo de hipócritas culturales, izquierdistas, intelectuales, progresistas, perroflautas y toda esa calaña. Pero más que un tema de vanidad, que también, yo creo que habla de sí mismo por otro bien diferente. Que no tiene ni idea de lo que hablar. Es decir, Boyero, el comentarista que desprecia por defecto todo lo que estrena su amigo, ¿qué va a decir? Miren cómo empieza: «Las primeras noticias que tuve de la existencia profesional de Enrique González Macho fueron películas rusas que él distribuía a través de una pequeña distribuidora». Ya dice justo a continuación que no le gustaban nada. Podríamos dudar incluso de que si se habrá visto alguna. Tienes que hablar del trabajo de tu amigo, pero no sabes nada de él, no te interesa en absoluto. Ese es su nivel periodístico. Un hombre que estrenó películas rusas, eso dice. Ah, espera, Dersu Uzala.

A partir del primer párrafo, González-Macho deja de ser distribuidor cinematográfico y pasa a ser guardaespaldas de Boyero. Y ahí nuestro pizpireto periodista sí que puede contar mucho, sobre él mismo. Habla de sus problemas en Guía del Ocio y de la censura y los juicios. La referencia a Florentino Pérez no es baladí. Quizás sepan los lectores que Carlos Boyero, dentro de su labor como opinador profesional, también se considera una de las personas que más sabe de fútbol del mundo, siendo seguidor del Real Madrid. Tiene desde hace años una disputa personal con Florentino Pérez (quizás debido a ese affair en Guía de Ocio), seguramente un ser mafioso a la altura moral de Boyero. El enfrentamiento entre ambos llegó a su punto álgido en agosto de 2011, cuando de los dulces labios de Boyero salieron las palabras «nazi portugués» referidas a José Mourinho (entrenador del Real Madrid) durante una de sus muy concurridas entrevistas digitales.

¿Les suena de algo eso de frivolizar con el tema del nazismo? Fue uno de los temas predilectos de Federico Jimenez Losantos (este último enlace es de El Mundo, así que les recomiendo no pinchar para no darles visitas) durante años, empeñado en que en Catalunya se repetían las mismas acciones que en la Alemania de los años 30. Y más recientemente, María Dolores de Cospedal se cubrió de gloria al comparar al colectivo de afectados por las hipotecas (PAH) con los nazis. Ya ven, ilustres representantes de esta derecha ultra española, utilizando exactamente los mismos métodos que Boyero. Si no estás conmigo, si no te pliegas a mi voluntad, eres un nazi. Pero la cosa va más allá, porque en el colmo de la hipocresía más absoluta, Boyero escribió el 13 de abril de este mismo año un texto llamado ¿Nazismo? (recomendable saltarse el primer párrafo si todavía creen que el periodismo cultural tiene futuro) donde abomina la conducta de Cospedal y su manera frívola de relacionar las actuaciones de la PAH con el nazismo puro. Sin embargo, a Boyero le parece maravilloso relacionar esta ideología con algo tan serio y trascendente como el fútbol. En el texto sobre Alta Films, Boyero dice que lleva «toda una vida sin intentar engañarme a mí mismo ni a los que leen lo que escribo». Supongo que intentarlo no es conseguirlo. Y también: «Tengo un olfato privilegiado para detectar la gilipollez, la impostura, lo que conviene decir y opinar en tiempos convenientes».

Por supuesto, ni Florentino Pérez ni José Mourinho se quedaron de brazos cruzados y le pusieron una denuncia, porque la libertad de expresión, nos guste o no, no es un todo vale. Lo de «nazi portugués» no sé si lo han notado también, pero para mi tiene claras connotaciones racistas. No sé en qué situación está el tema. Hasta ahora Boyero había masacrado a pequeños directores y productores que apenas tenían suficiente para seguir a flote. La conducta del matón. Pero el Real Madrid es otra cosa bien distinta. Si le condenan a pagar la multa que se merece, no se preocupen, que en seguida lo seguirá utilizando para su campaña de autopromoción como gran adalid de la libertad de expresión.

No sé ustedes, yo veo todo el tema del segundo párrafo del artículo como una manera de hablar de sus frustraciones acerca del tema futbolístico. ¿O se creen ustedes que los responsables de todas esas películas pequeñas que Boyero masacra a lo largo de sus visitas a los festivales se ponen en contacto con El País para que censuren a su crítico estrella? Supongo que por elegancia (ja), Boyero no cita un solo caso. Bueno, uno a favor: cuando González-Macho amenazó a una de las empresas en las que trabajo Boyero para que le permitieran decir a este último todo lo que quisiera. Es decir, que si una empresa tiene la elegancia de buscar una opinión que no sea una catarata de descalificaciones y disputas personales, en seguida aparece el amigo de Boyero para protegerle.

Digo que no me creo que realmente existiesen tantas presiones como parece expresar, porque en el tercer párrafo habla del único momento donde unos pobres individuos, sin nada mejor que hacer, decidieron escribir una carta preguntando (no amenazando) a El País si se identificaban con la línea cultural que seguía su crítico estrella. Mucha gente, de muy diferentes áreas, creyó ver en esta jugada un intento por parte de estas personas para que censuraran o despidieran a Boyero. Sinceramente, si uno lee la carta es difícil llegar a esa conclusión, salvo que se tenga una mente retorcida. Bueno, rectifico, si El País admitiese tener un fuerte compromiso con un cine que se escapa de la norma, debería admitir que en ese tema estaba siendo irresponsable al designar a Carlos Boyero para cumplir ese cometido. Y, como consecuencia, lo más lógico sería encargarle esa labor a otro crítico que tuviese una sensibilidad más amplia o un afán divulgativo más desarrollado. Lo que se extrae del silencio de El País es que realmente estaban de acuerdo con su crítico y que esa era su nueva política cultural. Sobre esta deriva del otrora diario independiente, y sobre sus nuevos dueños, ya habrá tiempo para hablar.

Boyero, con su estilo habitual (el insulto), habla de «doscientos idiotas anónimos». La palabra «anónimo» es conflictiva, por no decir que es una mentira tan grande como una catedral. Si con anónimo se refiere a que estas personas le atacaron sin personarse, es mentira, porque los doscientos firmantes aparecen con sus nombres y sus apellidos. Y si pretende darle el significado de personas que nadie conoce, pues hombre, todo es opinable, pero es difícil considerar a alguien como Víctor Erice una persona anónima. Dos de sus películas, El sur y El sol del membrillo, participaron en la sección oficial del Festival de Cannes. La segunda de ellas ganó dos premios en esa edición. Su otro largometraje, El espíritu de la colmena, ganó la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. ¿Quizás es que Víctor Erice es un producto del pasado? Bueno, fue miembro del jurado oficial del festival de Cannes, compartiendo lugar con Tim Burton y Benicio del Toro. ¿Les llega? ¿No? En la reciente encuesta de Sight & Sound sobre las mejores películas de la historia, aparecen tres películas de Erice, La morte rouge, El sol del membrillo y El espíritu de la colmena. Esta última es la mejor colocada. En las votaciones de los críticos está en el puesto 81. ¿Les parece un puesto muy bajo en el que solo se mueven películas desconocidas? Justo por debajo, compartiendo la posición número 84 se encuentran, entre otras, Fanny och Alexander, de Ingmar Bergman y Casablanca, de Michael Curtiz. En la lista de las votaciones de los directores aparece en la plaza 107. Aún así quizás esto no le convenza a nadie, seguramente todo se deba a un lobby español de amantes de Erice, ¿no? No, claro que no. Entre los votantes hay, además de españoles, canadienses, sudafricanos, ingleses, franceses, tailandeses, australianos, eslovenos, noruegos, chinos, nigerianos, iraníes, portugueses y, por supuesto, estadounidenses. Entre estos últimos, Monte Hellman, director de Two-Lane Blacktop, entre otras. Todos ellos seguramente convencidos por algún pérfido comisario cultural nazi-progresista para joder a Boyero.

Más anónimos: Chantal Akerman, Lisandro Alonso, Mercedes Álvarez, Pedro Costa, Claire Denis, Amat Escalante (este año en la sección oficial de Cannes), Jean-Michel Frodon (ex-director de Cahiers du Cinéma), Catherine Gautier (de la Filmoteca española), Isaki Lacuesta, Carlos Losilla, Luis Miñarro, Javier Rebollo, Albert Serra o Santos Zunzunegui. Evidentemente, se pueden discutir estos nombres, pero es difícil tratarlos de anónimos. Quédense con eso de «solo valorados a nivel familiar» referido en este caso solo a Erice y Guerin. ¿Tengo que repetir la lista de nacionalidades que votaron por El espíritu de la colmena en la lista de Sight & Sound? No sé, lo único que me cuadra es que Erice haya sido marinero o algo así y fuese dejando hijos por todos esos países.

Se refiere al manifiesto firmado en primera instancia por Guerin, Erice, Miguel Marías y Álvaro Arroba como algo «inútil», pese a que han pasado ya ¡cinco! años desde entonces y sigue sacándolo siempre que tiene ocasión (especialmente si le toca hablar de alguno de los dos directores). Ya ven, de los múltiples y constantes desafíos que ha sufrido Carlos Boyero a lo largo de su vida, solo es capaz de acordarse de uno en este momento tan especial.

Se olvida también de su mayor enemigo, Pedro Almodóvar, que también mostró interés en firmar el documento... con dos años de retraso... y luego tampoco fue muy elegante diciendo eso de «estaba fuera y no tuve ocasión de adherirme a aquel manifiesto».  El director de La piel que habito luchó durante años para que sus películas no recibieran el desprecio automático del crítico estrella. Por supuesto sin éxito, ya saben que no cambia de opinión. Más bien es la realidad lo que cambia para adaptarse a su visión del mundo, como en el tema del nazismo. Más arriba tienen un estudio pormenorizado realizado por Raúl Pedraz. ¿Es Almodóvar también un anónimo? ¿O ese no cuenta por llegar tarde?

En fin, después de pasarse todo el texto engrandeciendo su ego, al final afirma sin sonrojarse «podría contar cosas feroces». Imagino que era más importante acordarse de Erice, Guerin y los doscientos anónimos. Que era preferible la puyita a Florentino Pérez. Eso Boyero lo considera digno de publicarse. No me quiero imaginar lo que entiende por «cosas feroces».

La última perla de Boyero es eso de que González-Macho siempre eligió su cine «con cerebro». Sí, ese cine que Boyero dice aborrecer. ¿Será un gesto de objetividad de Boyero? ¿O simple amiguismo? Prefiero no interpretar y dejarlo en el aire. Quizás se refiera a que las escogía con inteligencia empresarial. No sé, miren este memorable titular de una entrevista de JotDown, esa revista donde invitan a gente de todo tipo y pelaje para hablar de lo divino y de lo humano. ¿A qué se deberá la caída de Enrique González-Macho puesto que un gran hombre como él debería haber sobrevivido sin subvenciones, que es precisamente lo que critica el productor? Puede que tengamos que leer entre líneas su texto y Boyero vea una conspiración donde cineastas rusos desconocidos, Florentino Pérez y los doscientos «anónimos» se han cargado lo único decente que quedaba del cine español.

En fin, regresando al principio, ya he dicho que Boyero no es crítico de cine (porque no tiene una voluntad pedagógica con el lector) ni periodista cultural. Es simplemente un opinador, de los muchos que hay en España y que cada vez pueblan más El País. Boyero sentencia y destroza películas, y defiende la libertad de todo el mundo a opinar lo que le salga de las narices, aunque si opinas lo contrario que él puede que seas un cursi, un farsante, un fariseo, un chupóptero o cosas peores que ha dicho a lo largo de su vida delictiva.

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La culpa es tanto de Boyero como el que le permite estar ahí. Pero tampoco nos engañemos, El País ahora mismo es poco más que una sucesión de autopromociones. Si notan que defienden en exceso una película, un trabajo musical, una serie de televisión u otro objeto cultural no duden que será porque el propio grupo PRISA tiene sus intereses comerciales. Fíjense si no en esto. Supongo que se acordarán de Bebe, aquella cantante tan «urbana, moderna y desenfadada» (por usar terminología del medio) conocida porque hizo una canción sobre mujeres maltratadas que sonó en todas las discotecas de España. El País intentó vender el año pasado su cambio de look, machacando semanalmente con una serie de artículos (seis en cuarenta días, hagan cálculos), pero la cosa no funcionó. A nadie le gustaba el nuevo disco y la niña no se calló lo que opinaba de sus críticos. Si siguen la serie de artículos desde el 22 de enero descubrirán cómo el periódico intentó explotar también esa polémica con titulares dignos de Belén Esteban, pero ni por esas. Y miren, al final, después de mes y medio vendiendo lo invendible, decidieron echar balones fuera ¡haciéndole una mala crítica! ¿Cuánta gente se habrá comprado el disco tras creerse toda la publicidad de El País, incluido un artículo del respetado Diego A. Manrique? Al final resultaba que Bebe no era una Juana de Arco de la música, valiente ante un ambiente hostil. Miren lo que decía Manrique: «leer los comentarios generados en los foros permite descubrir no solo el oportunismo de esos rectos ciudadanos que solo esperan una orden para lapidar a quien corresponda, sino también la profundidad del rechazo que despierta una mujer que va por libre». Y sí, ya sé que en El País todos los periodistas van por libre. La imagen debe ser dantesca, cada redactor parapetado en su mesa escribiendo bilis sobre los demás. Ya digo, un mes y medio después, Fernando Neira escribe sobre el disco de Bebe que «entran ganas de buscar las cámaras ocultas. Porque alguien debe de estar tronchándose con nuestras caras de estupor».

Bien, allá cada uno con su alma. El relativismo estará muy bien, pero a mi esto me parece prácticamente un fraude. Venden con un artículo semanal a la chica mala de la música española y al final, quizás por venganza hacia la cantante que les había destrozado el negocio con una salida de tono de las gordas, sueltan al perro de presa de la redacción para que haga una crítica mortal al album. Esto es el capitalismo y el periodismo cultural vendido a él. Boyero, aún vendiendo constantemente su independencia, no deja de ser el peor de sus lacayos. Puede que no haya hipocresía detrás de su discurso y se crea todo lo que dice. Es una conveniencia total de intereses y gustos entre el mercado y el opinador.

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Unidos contra la cultura

En el periódico de Pedro J. Ramírez se han tomado un poco a guasa la noticia del cierre de Alta Films. De hecho, Luis Martínez escribe todo junto Altafilms. Si les digo la verdad, dudé de cuál era la forma correcta de escribirlo, porque después de tantos años es fácil cuestionar las aptitudes de Borja Hermoso y sus amigos. Pero no, es El Mundo el que lo escribe mal. También el ABC. Sí, a ese nivel hemos llegado. Es cierto que en una búsqueda sencilla por internet, puede provocar confusión, porque en el logo de la web aparece escrito sin espacios. Pero a poco que uno se lea una nota de prensa, puede salir fácilmente del error. Imagino que lo corrregirán. O no, que más da, si son los titiriteros.

Si uno lee el artículo de Luis Martínez nota una mala baba que sólo se puede entender desde la pose de amante despechada del diario al ver cómo la noticia se ha ido a la competencia. ¡El Mundo ha perdido una exclusiva! Mañana como castigo, toda la redacción tendrá que verse All The President's Men. O GAL, aquel esperpento escrito, producido y casi se podría decir que protagonizado por el propio Pedro Jota y sus peores lacayos. Con todo, a pesar de la necesidad que tiene la página web de El Mundo de tener un buen corrector ortográfico, el artículo toca varios puntos interesantes con los que podría estar de acuerdo, como cuando crítica la postura apocalíptica de muchos tuiteros. No cita a ninguno, lo que es un poco feo, pero quizás se refiera a esta recopilación que hizo El País, donde se cita mayormente a amigos o gente recientemente empleada por Alta Films.

Tampoco se cree Martínez este fin de González-Macho. Yo dije en Twitter que, si realmente fuera su final, habría anunciado su renuncia a seguir siendo presidente de la Academia. Si el máximo responsable de Alta Films llegó a la presidencia gracias a su valía al frente de una empresa, no sé si tiene mucho sentido que siga si su negocio está al borde de la quiebra. ¿Les suena Gerardo Díaz-Ferrán? Bueno, no creo que sea justo compararlos, recuerden que González-Macho asegura que cerrará cuando todo el mundo haya cobrado sus finiquitos. Tan golfo como el otro no es.

Y, como también dije en la entrada de ayer, ya anunciaba que el final no era, sino una etapa más. Pero era feo estropearle el trofeo a Borja Hermoso. Así que Luis Martínez habla de sobreactuación y exageración. Palabras algo feas cuando estamos hablando de mucha gente (no González Macho) que se va a ir a la calle. En la parte final, el redactor se mete en los dimes y diretes, diciendo que «cuando Macho advierte del desastre y anuncia el cataclismo inminente de todo el sector, ¿qué dice el sector? Pues lógicamente, se enfada. Ligeramente y en voz bajita eso sí». No cita a nadie, así que podemos creerle o bien pensar que eso es solo una proyección de sus propios deseos. No creo que «el cine español», si es que podemos utilizar esa etiqueta, se queje del tremendismo de González-Macho, porque aquí todos se están jugando la supervivencia y lo del presidente de la Academia parece ser una llamada de atención al gobierno, y ahí está claro que sí tendrán divergencias. Los grandes distribuidores de cine español querrán más ayudas automáticas sobre la taquilla, por eso del juego que da estrenar tus películas en tus propios cines. Los más pequeños prefieren el fin de estas ayudas y que se apoye más la producción directa de las películas, lo que dará más margen de maniobra. Pero creo que tanto a unos como otros no les viene mal esta llamada de atención, especialmente por la presencia mediática que está teniendo esta pequeña crisis.

Un último punto no relacionado con todo lo anterior. Como tampoco soy un compulsivo seguidor de series, he sido incapaz de descifrar el lenguaje críptico de este párrafo. Lo pongo aquí por si alguien me puede sacar de dudas: «En ninguna otra parte del ancho mundo las series de televisión se ven un día después del estreno en Estados Unido. Y en gran parte gracias a ese mecenas del bien ajeno llamado Juanito (los que las ven saben de lo que hablo). En definitiva, somos raros. Y en la Academia de Cine, más». No sé si está hablando de descargas de series. De ser así, creo que sería la primera vez que alguien habla abiertamente de ello, pese a que los periodistas seriéfilos de El País lo hagan con la boquita pequeña. El furor de las series y esa manía por intelectualizar hasta la más inane de ellas, supongo que será tarde o temprano protagonista de su propia entrada.

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Oti Rodríguez Marchante, rompeolas de Boyero en alguna que otra ocasión, también da su opinión sobre lo de Alta Films. Aunque yo casi nunca estoy de acuerdo con este crítico, y suelo aborrecerlo, le admito su decencia al no intentar disfrazar la opinión de información. Ni hable de un trágico fin de los tiempos.

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La familia del cine español
Ha empezado el Festival de Málaga, como sabrán, dedicado exclusivamente al cine español. Los objetivos no están muy claros, más allá de vender estrellas de la televisión, tener alfombras rojas y mucha prensa del corazón haciendo preguntas indiscretas. Ese modelo de festival apoyado por visionarios como Ignasi Guardans o Nacho Carballo. De lo que menos se habla es de cine, y por eso parece que el festival tiene algo así como un pacto de silencio con los periódicos para hablar lo menos posible del contenido (imagínense a Boyero en Málaga...) y sí mucho de industria, nuevas vías y modelos, perspectivas, legislación o infraestructuras, cosas más de un congreso de productores que de un festival de cine. 

De momento, si uno ve la cobertura de El País, El Mundo o ABC no queda claro si se trata de crónicas, declaraciones, entrevistas o notas de prensa adaptadas. Imagino que lo último. El festival empezó ayer, así que a ver con qué nos sorprenden.

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Relacionado con lo anterior, desde la página oficial del festival de Málaga aparece una noticia típicamente berlanguiana y española: el festival de Málaga homenajea... ¡al festival de Málaga! Pues sí, ya ven, en estos tiempos en los que desaparecen festivales y salas de cine de autor por culpa de la crisis, no han tenido mejor idea desde este particular certámen que rendir tributo a su primera edición. Ya dije antes que la principal motivación de sus responsables es tener alfombras rojas, así que lo cumplen siempre que pueden. Lean la noticia entera, porque no tiene desperdicio. En ella no se cita ninguna de las películas que se presentaron, pero sí información fundamental como que se hizo en pleno agosto sin aire acondicionado, que los actores viajaron en autobús desde Madrid o que el último día montaron una gran fiesta y María Asquerino cantó dos boleros. ¡Olé!

Bromas aparte, si alguien quiere saber algo más de aquel primer festival y, en el fondo, de aquella España, en un diario local le dedican un artículo algo más elaborado. La aventurilla del viaje a Gibraltar no sé cómo no se ha convertido ya en una de esas historietas de nuestro cine que se recuerdan todos los años cuando se acercan los Goya.

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Cuanto más bucea uno en las noticias sobre el evento, más se da cuenta uno de que el festival de Málaga merecería no una, sino varias entradas exclusivas. Resulta que han decidido programar La mula, otro de esos intentos de hacer cine «como el de Hollywood», en la añeja tradición de Samuel Bronston, sustituyendo, eso sí, a Nicholas Ray y Anthony Mann por Menno Meyjes o Michael Radford. Este último es el director de La mula, o más bien lo fue en algún momento de 2009, ya que huyó en mitad del rodaje, y desde entonces la productora española y la del cineasta entablaron una larga disputa legal que ha terminado recientemente y ha permitido el estreno del film. La parte española explicaba la demanda diciendo que tras el desplante del director inglés tuvieron que contratar a un segundo realizador. ¿A quién? No se sabe, pero podría ser desde el electricista hasta Mario Casas.

La película está en la selección oficial de Málaga y eso que se estrena sin director. Ni Alan Smithee. Simplemente «No-director». Pero da igual, porque el festival ya tiene a Mario Casas y a María Valverde en la alfombra roja.

Aquí la lista de famosos que lucirán palmito en la alfombra roja de Málaga, entre toda esa lista compuesta casi en su totalidad por estrellas de la televisión, destaca el nombre de Javier Angulo Barturén. Salvo que haya dos personas con el mismo nombre dedicadas al cine, se trata de un crítico decano de este país y desde hace unos años director del decadente Festival de Cine de Valladolid. Habrá sido una equivocación, pero como al festival andaluz le va eso de innovar de las peores maneras posibles, yo propongo una alfombra roja de críticos. Imagínense a Boyero, Heredero, Losilla, Fernández-Valentí, Eulália Iglesias, Mirito Torreiro, Miguel Marías o Toni Junyent haciendo el photocall. Éxito asegurado.

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Parece que los datos de la encuesta se resetean continuamente. No sé qué narices pasa. Si alguien tiene experiencia en blogger y puede ayudarme, se lo agradecería. Veo que a otra gente le pasa lo mismo.