miércoles, 8 de mayo de 2013

Se venden festivales al mejor postor

Tras haber estado a punto de desaparecer en 2012, el festival Punto de Vista de Pamplona consiguió celebrarse con bastante éxito en 2013. Todo el éxito que puede tener un festival sin ambiciones comerciales en un país como España. Es decir, éxito como acontecimiento comercial, fracaso en lo mediático, porque ya saben que en los medios de comunicación española si no puedes vender folclore no te hacen ni caso. Si haces un festival con proyecciones en unas cuadras y los invitados vienen en tractor, como en el Festival de Cans, saldrás en todos los telediarios, aunque tu programación sea inservible. Pero si te esfuerzas en programar películas exclusivas, que tengan un interés real dentro de su ámbito y de reconocimiento internacional (ajeno al mercado), olvídate, porque eso no puede venderse.

Ahora resulta que el director del certamen, Josetxo Cerdán, y su segundo, Gonzalo de Pedro, abandonan sus puestos. El festival ya había perdido fuerza con la marcha del gran Carlos Muguiro, pero se mantenía, gracias al esfuerzo y voluntad del resto del equipo, como una referencia a nivel internacional. Allí estrenaban con regularidad James Benning, Alan Berliner, Sharon Lockhart, Thom Andersen, John Gianvito, Jeanne Liotta y otros muchos que me dejo. También habían creado una línea de programación alrededor de nuevos directores españoles como Andrés Duque o Los Hijos, que algunos llaman el «otro cine español». A mi es un cine que ya he dicho que solo me interesa en casos puntuales (True Love, de Ion de Sosa, e Invisible, de Víctor Iriarte, me gustan), pero bueno, agradezco que los festivales tomen decisiones, me gusten o no, mientras estas no sean puramente comerciales y publicitarias.

¿Qué será ahora de Punto de Vista? En otra entrada ya decía que el mecanismo del poder para cargarse la cultura era hacerla tan innecesaria que, cuando la eliminaran, nadie la echara en falta, ni luchase por ella. Quizás se trata de eso. Ojalá no sea así y venga otro equipo de programadores que consiga continuar el buen trabajo realizado hasta el momento. Estaremos atento, porque de no ser así, habrá que señalarlo y atacar a los responsables de semejante despropósito.

Por supuesto, cuando ocurren estas cosas, todos se suben al carro de los lamentos. Ojo al tuit:

¡Un periodista de El País llorando por Punto de Vista! Sí, el periódico que daba detalle diario de las alfombras rojas de Málaga. El periódico donde trabaja Boyero. Evidentemente, cada periodista es dueño de su opinión. Y su trabajo es su trabajo. Harán lo que le mande el jefe. Pero yo si trabajara en un medio como El País me daría vergüenza escribir algo así, cuando sus informaciones sobre el festival y el tipo de cine que defendía eran, por decirlo de manera elegante, esporádicas. Pero ahora seguro que si cancelan el festival, dirán que es culpa de las malvadas autoridades (que también) y echarán balones fuera. Que El Pais le dedicase un par de artículos de compromiso cada año no tiene nada que ver. Que apenas hablase de su programación ni hiciese un seguimiento dedicado a ninguno de sus autores tampoco tiene nada que ver. Que todos sus redactores de cine odien y desprecien el cine que se pasa en el festival, tampoco tiene nada que ver. La culpa es de Merkel.

Ale, a revolucionar el cine
Relacionado con lo anterior, me llega por twitter una de esas noticias desoladoras que te hace darte cuenta del estado dramático de la cultura en esta cosa llamada por algunos país, por otros nación, por otros estado y por algunos «la roja». Miren la noticia, porque es depresiva. Los tres festivales de cine más importantes de España se unen para promocionar la empresa. El lenguaje empresarial. A lo mejor soy yo que no lo entiendo bien, creo que tengo dificultad para leer (soy de la LOGSE) y algo se me escapa. Tenemos a Rebordinos (Donosti), Àngel Sala (Sitges) y José Luís Cienfuegos (Sevilla) con un consulting algo hablando de lo divino que es el mundo empresarial y lo bueno que son sus relaciones con el cine. Obviamente, es difícil analizar la noticia tal y como la publican: una mera nota de prensa sin más contenido que la autopromoción. Le llega al responsable del prensa del festival y uno de los de arriba le dice: «que salga bien clarito el nombre de la consultoría y el de los festivales». El resto, pura paja. Porque lo que pretenden es simplemente la captación de capital en un momento de urgencia económica provocada por ese gobierno censor y represivo que lo único que buscan es que estos festivales se hundan en la miseria y finiquitarlos por completo.

Yo en parte puedo entender a los directores de los festivales. Si se quejan, se enemistan con la administración y como venganza les pueden quitar la subvención. Además, ¿cómo se van a quejar? ¿A quién? ¿A El País? Jajaja. Miren la cobertura (por decir algo) que hizo Toni García Ramón el año pasado (sáltense las dos primeras noticias). Es un paseo por el cine más comercial (no entro a valorar si bueno o malo) y exportable del festival, y cuando se encuentra con una medio rarita (que tampoco es tan complicada, es el nivel de idiocia del periodismo actual) como The Lords of Salem de Rob Zombie, la pone a caer de una burra. El resto, Rian Johnson, Jose Antonio Bayona, Scott Derrickson, Eli Roth... ¿cómo nos enteraríamos de que se estrenan todas sus películas si no fuera por el determinante periodismo cultural? ¿eh? ¿eh? Tras ver estas cosas, cómo va a ir Àngel Sala a El País a decirles que no le dan dinero y que están con el agua al cuello. Pues en El País le dirán que «culpa tuya por programar Apichatpong y esas cosas. Nosotros te dijimos que no lo hicieras». En los periódicos, todas las noticias relacionadas con el cine tienen un interés de mercado. Es así.

Pero bueno, aún a pesar de esto, a mi la actitud de los directores de los festivales me parece muy muy discutible. Bueno, empecemos con Toni Ulled, que por lo visto es el director de Fotogramas (luego hablamos de Fotogramas), que dice una burrada de las gordas. Trata de explicar qué es el dramagement o cine para empresas. Ya verán como les queda muy claro tras la definición de este periodista «un nuevo formato audiovisual en el que se utiliza toda la potencia narrativa del cine para ayudar a las empresas a transmitir mensajes de manera más emocional y memorable». ¿A que les encantan esas coletillas de «crítica de quinientos caracteres que luego no nos llega para poner fotos de la Johansson»? «La potencia narrativa del cine». «Lo emocional y lo memorable». Ese lenguaje publicitario para enganchar a la audiencia. Lenguaje vacío. ¿Qué es el dramagement? La nota de prensa, sin citar a nadie, dice: «Se trata de una nueva herramienta al servicio de la comunicación interna de las empresas, con clara vocación pedagógica, y sea para desarrollar talentos, reforzar mensajes corporativos, o transmitir la sensibilidad social y valores de las organizaciones». «Vocación pedagógica» han leído bien. La empresa. ¡Transmitir sensibilidad social y valores de las organizaciones! ¡Menudo oxímoron! A mi lo de «reforzar mensajes corporativos» sí que me suena más adecuado. Luego para rematar entra Sergi Corbeto, uno que trabaja en una empresa de estas que practica el dramagement. Ojo a lo que dice, que parece puro nazismo capitalista: «No somos una agencia de publicidad y el dramanagement no persigue potenciar marcas, sino que se trata de potenciar personas y transmitir valores internos de las empresas». Ya ven. El dramagement podría ser un crecepelo o podría ser algo como las sesiones de la película Carré Blanc, donde se martirizaba psicológicamente a los empleados de una empresa para descubrir quienes eran los mejor preparados.

Pero bueno, hasta aquí, nada que objetar. El director de Fotogramas, que debe ser un mercenario de las majors de Hollywood, y el tío que te quiere vender el dramagement. Publicistas, es lo que tienen que decir. El problema es cuando llegamos a los directores de los festivales. Un festival de cine, en teoría, es significado de excepción cultural. Existe un circuito comercial al que muchas películas no pueden acceder porque no tienen un apoyo mediático importante y los festivales suplen esa carencia dándoles un lugar de privilegio. Por eso los festivales se nutren mayormente (cada vez menos) de financiación estatal. Del ministerio de cultura y de las diferentes fundaciones culturales que hay por todo el Estado autonómico. Pero parece que ya no es así. Nos lo adelantaron visionarios como Ignasi Guardans y Nacho Carballo, que decían que los festivales servían para fomentar el turismo. Y nos reímos de ellos. El turismo es la principal industria de este país, así que el dramagement pondrá su mirada en eso. Aquí empieza lo de los directores: «Por unanimidad, los directores de los festivales señalaron la absoluta necesidad, casi obligación que tienen como responsables, de apostar por la innovación, buscar nuevos tipos de cine, nuevos públicos, y por supuesto, nuevas vías de financiación. De ahí su apoyo a la iniciativa de Cookie Box y de ahí a expresar su apuesta por el cine de empresas abriendo una nueva sección en sus programaciones, abierta a cualquier empresa que realice este tipo de cine».

Vamos a pasar de lo que dice José Luís Rebordinos, porque no merece la pena ni ser analizado. Ojo que viene José Luís Cienfuegos: «cuando me hablaron del dramanagement, al inicio me pregunté cómo encajaba en el cine el lenguaje de las empresas; luego entendí que estamos obligados a reinvertarnos y a estar abiertos a nuevas disciplinas y nuevas formas de emprender». Fíjense en el final, ese «nuevas formas de emprender». ¿Los festivales están obligados a buscar nuevas formas de emprender? ¿Qué clase de lenguaje es ese para un agente cultural? ¡Si parece Emilio Botín! Quiero suponer que se debe a un intento desesperado de supervivencia, pero no está de más recordar que José Luís Cienfuegos es famoso por convertir en un evento internacional el festival de cine de Gijón. Una de las películas más celebradas de la historia del certamen fue La question humaine de Nicolas Klotz y Elisabeth Perceval, donde se defiende que las formas de actuación y el lenguaje de la empresa privada son herederas directas del nazismo. ¿Y ahora la persona que programó esa película dice esto?

Por último viene Àngel Sala, que en esto de tratar el cine como algo empresarial sabe bastante, porque Sitges está lleno de eventos publicitarios, promociones y todas esas cosas. Quedadas de niños (y no tan niños) amantes de Twilight, un montón de tiendas de merchandising y algún año te regalaban helados a la salida del cine. En parte, en un festival como Sitges se entiende, porque trabaja un cine de culto que genera una base de fans muy fieles. Un festival de cine fantástico que programa películas gore tiene que tener su tenderete donde puedes comprar las cuchillas (de goma) de Freddy Krueger, cuchillos de carnicero o una copia de Cannibal Holocaust. Meter el merchandising en un festival que programa Ulrich Seidl es más complicado, salvo que seas una mala persona. Vamos con Àngel: «tradicionalmente desde el cine se ha dado la espalda a la industria y quizá si eso hubiera cambiado antes, el cine (y la cultura en general), no estaría ahora en apuros». ¡Hombre Àngel, eso de «el cine» habría que especificarlo un poco! Imagino que se refiere al cine en España, o al cine como elemento cultural. Yo no creo que se le haya dado la espalda, ahí están Joselito, Marisol, Samuel Bronston y un montón de películas de toreros, sevillanas y «maestros» de la canción. Y de ahí a Amenábar o Bayona. Mejores o peores, pero las mismas tácticas de mercado. No, si el cine está en apuros es por no haber conseguido convertirlo en un elemento educativo, en algo más que un simple transmisor de mensajes efectivos o simple entretenimiento pasajero. Eso todo viene de la industria. Si Sitges tiene que hacer quedadas de Twilight para tener el dinero que no le da el Estado o empresas con una vocación de mecenazgo cultural es precisamente por la mentalidad mercantil que tiene el cine en España. No por darle la espalda.

Pero bueno, después de tantos párrafos y caracteres, alguien se seguirá preguntando qué narices es el dramagement. En todo el artículo no lo dicen. Buscando en Google me he encontrado con esta noticia de hace un par de años de El País. Tampoco es que lo deje muy claro, pero más o menos es como un trabajo de recursos humanos para que los empleados de una empresa refuercen lazos de amistad rodando una película. En lugar de los típicos jueguecillos de colaboración y de mentalización, los ponemos rodando un corto y listo. Y luego si es bueno, a lo mejor te lo estrenan en el Festival de Sevilla. Maravilloso. Vean las marcas que recurren al dramagement: Banesto, Endesa, Santander, Deutsche Bank, Sanofi, Danone, Almirall o Gallina Blanca. Imaginen a los empleados de la oficina de Banco Santander que tienen al lado de su casa en Cannes, luchando con Haneke por la Palma de Oro. Quizás a esto se refería Roberto Morato (hoy sí que vas en los tags) el otro día criticando las pretensiones de los foros al sacar revistas de cine. Pero bueno, aquí viene de arriba, de la empresa. Divertíos en recursos humanos que luego a la vuelta os digo que tengo que bajaros el sueldo. A lo mejor en Bangladesh les ponen el dramagement. Daba para cine de catástrofes mejor que el de Bayona.

En fin, ya sé que lo saco todo de quicio y esto no es más que otra maniobra publicitaria para sacar dinero de los patrocinadores. Se hace un evento de un par de sesiones donde se ponen los cortos estos, vienen los empleados a las sesiones, hay ruedas de prensa muy graciosas, viene algún medio a cubrir la novedad y los festivales se llevan un dinerillo y la publicidad, que en estos tiempos no está mal. Pero a mi lo que me molesta es toda esta promoción. Estas declaraciones donde salen orgullosos diciendo que esto es evolucionar, descubrir nuevas formas de hacer cine y todas esas cosas. No hace falta mentir: esto son tácticas de mercado y de supervivencia. La lógica en un sistema capitalista. Y si algún día salimos de aquí, esto del dramagement no será más que una pesadilla.

-

Hasta el look de Miñarro es defendible (y no es broma)
En esta cosa rancia y fea, mercantilista e hipócrita que es el negocio del cine, hay excepciones (así más o menos, tampoco hay que crear santos) que van malviviendo en esta situación. Ya he dicho en alguna ocasión que a mi el trabajo de Luis Miñarro me parece de lo más respetable de este país en cuanto a cine se refiere. Su selección de cineastas y proyectos es muy buena, y ha conseguido traer a Apichatpong Weerasethakul y Manoel de Oliveira en España, dos directores que en los últimos años no habían estrenado nada (en el caso de Apichatpong, nunca). De hecho, es increíble que ningún distribuidor se atreva con O Gebo e a sombra, que tiene a Michel Lonsdale, Claudia Cardinale y Jeanne Moreau en su reparto. A ese nivel de idiocia hemos llegado.

No he visto ninguna de las películas de Miñarro como director, pero me dicen que no es muy bueno. Ahora da el salto a la ficción con Estrella fugaz. El título parece una canción de Amaral o La oreja de Van Gogh, u otro de esos grupos, pero realmente trata sobre el breve reinado de Amadeo de Saboya, ese intento de los liberales españoles del XIX por cargarse la decadente dinastía de los Borbones que todavía hoy sufrimos y poner a España en el rumbo de la modernidad. El proyecto fracasó, como todo en este país. La historia tiene posibilidades y esperemos que Miñarro haya aprendido algo de los rodajes con Oliveira y su manera de afrontar la Historia. No hay base literaria, lo cual ya es una diferencia fundamental. El reparto es muy bueno, con Alex Brendemuhl y Bárbara Lennie, aunque también Lola Dueñas, que me resulta insoportable.

-

No me gusta esconder mis debilidades. Y si Luis Miñarro es un productor que me interesa mucho, ¿qué puedo decir como un director como Abel Ferrara? Lo considero el mejor de los directores americanos actuales y espero cada película suya con auténtica devoción. Desgraciadamente, entre Go Go Tales y 4:44. Last Day on Earth pasaron cuatro años, en los que el director hizo documentales de menor importancia. Parece que eso no volverá a ocurrir, ya que tiene dos películas preparadas, una sobre el affair DSK y otra sobre el último día de Pier Paolo Pasolini. La primera ya se está rodando, con el apátrida Gerard Depardieu haciendo del ministro caido en desgracia Dominique Strauss Kahn. Parece ser que Ferrara lo ha llevado a su terreno: un hombre que lo tenía todo, pero cuyas adicciones terminan acabando con su vida. Una película sobre la gracia y (o la ausencia de) perdón. Una tragedia humana. Como Bad Lieutenant, como The Blackout, como New Rose Hotel. Al igual que estas dos últimas (para mi sus dos obras maestras) el guión lo ha escrito junto a Chris Zois, psicoanalista amigo de Ferrara, especialista en la adicción a la sexualidad en personas de las altas esferas.

Como dice el artículo, la película está dividida en dos partes, curiosamente al igual que en The Blackout y New Rose Hotel. Sí, Apichatpong no inventó las estructuras escindidas en el cine contemporáneo. Si ya 4:44 nos trajo de vuelta al Ferrara de siempre, Welcome to New York (así se llama) parece confirmar esa tendencia. Solo queda esperar a que confirmen la presencia del gran Ken Kelsch como director de fotografía.

Por supuesto, mis expectativas están por las nubes. La lleva Wild Bunch, que en una de sus prácticas habituales, presentará en exclusiva un adelanto de un par de minutos durante el Festival de Cannes. Espero que mis amigos presentes en el festival me graben un screener.

-

Si les gusta Marco Bellocchio (no hace falta que sea tanto como a mi), les recomiendo que se pasen por la fantástica divxclasico, pues estamos en pleno mes Bellocchio, retomando buena parte de su filmografía. Imprescindible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hay una estricta moderación de comentarios, así que si vienes a insultar al menos hazlo desarrollando un argumento.