sábado, 25 de mayo de 2013

Esa gente rara de África y Asia

Léa Seydoux llorando tras enterarse de que Boyero la confundió con Élodie Bouchez
Ayer con las prisas se me olvidó comentar alguna que otra cosa, así que hoy va un Cinefobia(s) extra y rapidito, aunque al final quizás se alargue, no sé, será un poco improvisado.

Empezamos con uno de los grandes protagonistas de estos días, Gregorio Belinchón, que se está revelando en esta edición de Cannes como uno de los grandes adalides de este nuevo periodismo cinematográfico (y no cinematográfico) que pregona El País. Quiero decir, el bombardeo constante de noticias intrascendentes, noticias impacto, tengan algún contenido o no, sean verdad o no. Esto acaba en que cuando tengan que escribir un artículo más elaborado, pues utilicen el mismo método.

Vean si no este artículo dedicado a La vie d'Adèle, la película de Abdellatif Kechiche que ha gustado a todo el mundo y que se puede considerar una sorpresa, ya que hasta el momento las películas del director francotunecino habían gustado, pero nunca a este nivel de éxtasis. Con todas las alabanzas, lo más comentado es el sexo lésbico entre sus dos protagonistas, Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, así que vayan ustedes a saber. A mi me atrae tanto esa como Michael Kohlhaas, que ha sido calificada como una película somnolienta por Diego Lerer, o retuiteando a este, como un «truñaco» por nuestro aguerrido corresponsal Belinchón. A veces esos adjetivos tan despreciativos siempre resultan atractivos.

Pero volviendo al artículo sobre la película de Kechiche, atención al morro que le echa Belinchón: «Léa Seydoux, joven veterana, francesa de la que hemos visto en España todos sus trabajos, y también su salto a Hollywood con Robin Hood, Misión: Imposible. Protocolo fantasma o Malditos bastardos». Esta mentira del tamaño de La Croissete solo puede entenderse como un experimento sociológico de El País para ver hasta dónde pueden soportar sus lectores. ¿Cómo que se han visto en España todos los trabajos de Léa Seydoux? Es que basta con ir a IMDb para saber que eso no es verdad, aunque hay que admitir para lo maltratado que está el cine francés en España, su filmografía está bastante bien representada. Pero, ¿qué sentido tiene decir algo así en el contexto del artículo? ¿Qué importa ese dato falso para el resto del contenido? Ninguno. No hay explicación alguna salvo la descarada intención de mentir. Lo ha metido ahí como podría meter cualquier otra cosa, no sé si para hacerse el interesante. Pero mentira y de las gordas.

Su compañero de fatigas, Carlos Boyero no suele mentir, porque nunca en su vida ha dado algo que se pudiese considerar información. Lo suyo es vomitar su opinión y dejar a la luz su ignorancia en todos los temas posibles. Atiendan al video que viene dentro del artículo y si son capaces de soportar el preocupante estado físico del crítico, así como su irritante tono de voz, descubrirán que es incapaz de decir el nombre del director de la película: «¿Cómo se llama? ¿Kicha...?». Sí que tiene que ser problemático lo suyo para que te tenga que corregir Belinchón, ese que de cada tres tuits que escribe uno no es verdad. Luego, si siguen viendo el video (con lo que puede que pierdan años de vida, pero serán recordados como héroes), seguramente se darán cuenta, no hace falta que sean unos cinéfilos de línea dura, que confunde a Léa Seydoux con Élodie Bouchez, y ahí su Pepito Grillo Belinchón si que ya no lo corrigió. No sé si por vergüenza ajena, miedo o porque tampoco lo sabía. Si fue capaz de decir que todas las películas de esta actriz (Seydoux) se habían visto en España, pues puede ser cualquiera de las tres opciones. Quédense también con el final de la intervención, ya hablando de Nebraska de Alexander Payne dice que es una película «muy para críticos de cine». ¡El multinominado al Oscar Alexander Payne! Ha quedado claro que si ese es el baremo de exigencia, es normal que Boyero diga lo que dice de directores como Miguel Gomes o Apichatpong Weerasethakul, directores que tampoco son especialmente difíciles, pero claro, si ya hasta Payne plantea una exigencia sólo para críticos de cine, pues ya hasta dentro de poco las películas de Joselito serán algo demasiado críptico para el cinéfilo común.

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Vamos con el gran amigo de Boyero y crítico de clara vocación decadente Oti Rodríguez Marchante. A mi Oti no me cae mal, me parece mucho más consciente de sus limitaciones que Boyero, y no suele ser arrogante ni atacar con violencia a los que no piensan como él (aunque ha tenido sus momentos). Su blog ya ha salido alguna que otra vez por aquí. Su descuido y mala edición es tal que uno no entiende como alguien con tan poco cuidado por la escritura ha podido terminar en un diario. Parece el blog del vecino. La entrada más reciente se títula Pena de James Grey. Sí, le cambia el apellido al director de We Own the Night. Nada grave porque son palabras sinónimas. Grey, Gray, es lo mismo, ¿qué más da? En un error muy común en España, a la película de Gray la renombra como The Inmigrant y no The Immigrant con dos emes. Hace unas semanas ya señalaba que cometía este mismo error en su previa de Cannes, así que un descuido parece que no es. Un problema de idiomas no puede ser, porque en otra entrada, al burgalés medioespañol Diego Quemada-Díez le cambia el apellido por el mucho más común Díaz. Un desinterés total por la corrección, que tampoco se puede achacar a las prisas de Cannes, porque son faltas que ya cometía antes de que empezara el festival. Y no son faltas de ortografía que podemos tener todos (yo también), sino cosas de ni molestarse en corroborar lo que escribe. Pero eso, bah, ¿qué más da? ¡Si es un blog!

Hay un tópico muy extendido entre los cronistas de festivales. Bueno, hay muchos. Son como ganchos que utilizan los críticos para fijar su opinión sobre una película y suelen referirse a los productos prefabricados que llegan a los festivales para venderse en el mercado internacional. Está por ejemplo el famoso efecto kimono que definió Antonio Weinrichter: películas asiáticas de época hechas para vender el exotismo oriental a base de paisajes y rituales extraños al ojo occidental. También el cine tercermundista, películas de Extremo Oriente o América Latina que filman territorios de extrema pobreza y violencia. Los dos directores que más camino han hecho en este sentido han sido Brillante Mendoza y Carlos Reygadas. Y por último está el cine africano, del que en los festivales se pasa casi siempre como coproducciones con Francia. En el país vecino hay muchos emigrantes africanos, así que es lógico que existan relaciones culturales cercanas. Pero algunos han querido ver en esto hipocresía y cuestionables operaciones económicas.

No niego que nada de esto exista. El problema es que se ha convertido en un tópico extendido que cualquiera lo enuncia como si lo supiera todo sobre el tema. Miren lo que dice Oti Rodríguez Marchante en la ultima entrada citada hace dos párrafos: «paso de “Grigris”, la habitual peli del “off, off” que producen los franceses y que la exponen aquí para que parezca que peinan el cine africano». Habla de la última película de Mahamat Saleh Haroun, el director de Chad, que compite por segunda vez por la Palma de Oro. Ya ven, Oti, un personaje que ni sabe escribir bien el nombre de las películas americanas más conocidas se atreve a criticar las políticas de programación del festival de Cannes. Ese «para que parezca que peinan el cine africano» parece decirlo desde el estricto conocimiento de la cinematografía de este continente. Aceptemos que se pueda hablar tan a la ligera de cine africano (desde Marruecos a Etiopía, desde Túnez hasta Sudáfrica), ¿qué sabe Oti del cine africano? Hombre, todo puede ser, pero me arriesgaré diciendo que entre muy poco y nada. ¿Qué sabe de las vías de producción y promoción del cine africano? Pues seguramente mucho menos. Pero habrá leído algo en alguna parte relacionado con estas estrategias y lo metió aquí, porque si cuela lo de escribir mal los nombres de las películas, ¿cómo no va a colar también esto? ¡Barra libre!

La gran mentira del cine africano: todo el mundo sabe que allí siguen siendo cazadores-recolectores.
Volvemos a Boyero para comentar esta misma desvergüenza. Aquí está el crítico estrella lanzándose a la piscina: «Como todo el cine africano y gran parte del asiático que se exhibe en el Festival de Cannes, la principal razón de su presencia es que la producción es francesa. La vocación internacionalista de Cannes jamás descuida sus propios intereses». De nuevo, esto lo sabe muy bien Boyero, incapaz (vuelvan al video del principio) de recordar el nombre del director de la película que acaba de ver. Además, es indignante cómo ponen la sombra de la sospecha sobre las películas de países periféricos. Las norteamericanas siempre tienen que estar porque son las películas buenas, o las que pueden ser buenas, pero las de Chad... ¿Chad? ¿Qué es eso? Y en el texto que debería ser la simple revista de prensa donde se vierten las impresiones de los directores y actores en la rueda de prensa, Belinchón, tras dedicar todo el artículo a Robert Redford (que presenta en Cannes un film junto a Ryan Goslin -no es una errata mía, lo escribe así el cronista), no se resiste tampoco a dar su opinión sobre el film africano: «su presencia está justificada porque sus películas se han proyectado habitualmente en Cannes y porque coproduce con Francia. Por lo demás…». A mi me hace gracia cómo Belinchón, que no es más que el mercenario encargado de transcribir las ruedas de prensa y traerle los cafés a Boyero, se permite el lujo de colar este tipo de valoraciones. Nunca fundamentadas, son como apuntes al margen. Tirando la piedra, pero escondiendo la mano.

Es algo cada vez más habitual en el periodismo, no solo el cultural. Si uno lee una crónica política, de alguna declaración, rueda de prensa o intervención en el senado, nota que cada vez contienen más adjetivos valorativos para dirigir la opinión del espectador. Al principio se hacía ligeramente, pero ahora ya no hay ningún tipo de consideración. Vuelvan a leer ese «Por lo demás…». Esos insultantes puntos suspensivos, más propios de un tuit o de un SMS, colados aquí en un artículo periodistico en el periódico más leído (y más respetado, a pesar de todo) de España, sobre el festival de cine más importante del mundo. Este es el nivel

El que tampoco se libra de esto es el director del Caimán, Carlos F. Heredero, que también tiene algo que decir sobre Grigris. «Está muy bien (es incluso envidiable) que la industria cinematográfica gala haga posible el rodaje de una película personal y sincera de un realizador chadiano, pero su selección para este festival no puede evitar desprender una cierta sospecha de paternalismo eurocentrista pagado de buena conciencia progresista debido, precisamente, a la escasa envergadura del producto final, que es lo que, en definitiva, debería importar por encima de las fronteras y de las etiquetas nacionales». Yo creo que los festivales buscan ofrecer un mapa variado del mundo del cine. O deberían hacerlo. Así que no veo mal la inclusión de películas de alguna parte de África. Mejores o peores, son discutibles. Nadie concibe un festival sin una película americana, o sin una película francesa, y nadie habla de cuotas en esos casos. Aunque fuese verdad esa discriminación positiva, ¿cuál es el problema? El mismo Jean Cocteau premió a Jigokumon de Kinugasa como Palma de Oro en Cannes 1954. No era la mejor de las películas japonesas de su época (tampoco Rashomon, que ganó en Venecia 1951), pero sirvió para generar un interés por el cine japonés que terminó con el descubrimiento de maestros absolutos como el mejor Kurosawa, Ozu o Naruse (por citar los primeros). Ahora, en lugar de utilizar estas películas para ir a la búsqueda del cine de Chad, del de Senegal, del de Nigeria u otros lugares donde se hace cine, el crítico prefiere soltar la fórmula del paternalismo europeo y quedarse a gusto. Total, en una semana ya estaremos hablando de lo que se estrena en España y no de estos rollos macabeos.

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Ayer decía que en El Mundo se les había olvidado hablar de Hong Sang-soo. En realidad lo habían hecho en El Cultural, pero no estaba actualizado. Hoy sí y al grandísimo director coreano le dedican un espacio merecidísimo. Dos artículos, una crítica de la última película a cargo de Carlos Reviriego y un texto retrospectivo con declaraciones del cineasta. Este último es interesante, ya que no son abundantes las declaraciones de Hong, y mucho menos en castellano. Como nota graciosa, al principio, el autor, Juan Sardá, escribe: «En España tenemos un conocimiento más o menos exhaustivo de la cinematografía coreana. Cineastas como Kim Ki Duk, Bong Joon-ho o Chan-Wook Park han gozado de amplia difusión y son bien conocidos por la cinefilia española». La primera frase de esta cita no es verdad se interprete como se interprete. La industria del cine coreano es una de las más saludables del mundo y decir que en España tenemos un conocimiento más o menos exhaustivo sería como decir que conocemos exhaustivamente el cine americano en el supuesto de que solo se estrenasen Spielberg, Scorsese y Clint Eastwood. Pero ya saben que la idea del periodismo cinematográfico español es que existe Hollywood y el resto. Si se estrenan cinco películas coreanas al año y las vemos, ya nos podemos considerar unos eruditos. Pero lo más curioso es que (retomando el error común de Costa de ayer) escribe los nombres coreanos de las tres formas posibles que se pueden hacer. Yo no sé si tiene en cuenta que existe una pauta a la hora de escribirlos. Primero escribe Kim Ki Duk sin guiones. Luego Bong Joon-ho de la forma más correcta. Y por último Chan-wook Park de la forma que lo hacen los americanos y la IMDb, colocando primero el nombre y luego el apellido. Ya no es cuestión de opiniones, de si es mejor usar el nombre o el apellido, sino de confusión total.

El artículo de Reviriego tampoco está nada mal, creo que dentro de lo que cabe (cita a los aparentemente inevitables Rohmer y Allen) tiene varias ideas originales. Y encima pueden congratularse con la aparición de ese concepto tan caimanesco y genial, el palimpsesto.

3 comentarios:

  1. Pensé que ibas a hablar de Carlos del Amor que a falta de otras noticias entrevistó ayer a uno de tantos fotógrafos que hay estos días por allí. Le quedó una pieza simpática pero si a eso se reduce la escasa información cultural del telediario pues apaga y vámonos.

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    1. Sí, tengo pendiente algo sobre Carlos del Amor. Tengo la sana costumbre de no verlo, pero algunas veces me llega algo. Gracias por la información, la tendré en cuenta.

      Y gracias por comentar.

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  2. "Y por último Chan-wook Park" no deja de ser curioso que no sea capaz de poner ese nombre bien, cuando hace 2 semanas se estrenó Stoker en España...

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