Tunear coches y bailar reggaeton, malo. Delinquir ebrio en Las Vegas, bueno |
Día de estrenos y día de cinefobias. La semana pasada me alegraba de que El País no dedicase una entrada a Fast & Furious 6. No por la calidad de la película, sino porque creo que las páginas de cultura de un periódico se pueden dedicar a películas que las necesitan más que un blockbuster que tiene muchísima visibilidad e impacto mediático. Pero parece ser que me equivoqué al hacer esta valoración y lo que realmente pasa es que hay un prejuicio cultural por parte del periodismo de este país hacia esos ladrones de coches obsesionados por el tuning y el reggaeton. Ya lo vimos en el post de la semana pasada, donde Carlos Marañón y, sobre todo, Oskar Belategui, arremetían contra ella. Esta teoría se refuerza esta semana, donde otro blockbuster tan gigantesco como Fast & Furious 6 sí merece lugar en los diarios españoles. Se trata de The Hangover Part III, surgida del mismo modelo de negocio que la anterior, con hechos tan cuestionables como la anterior (tres amigos emborrachándose hasta la amnesia en Las Vegas), pero por alguna razón mucho más valorada. Bueno, mucho más valorada tampoco, porque Jordi Costa dice en El País: «Phillips ha hecho un trabajo correcto y eficaz, pero no tocado por la gracia» y también que un par de gags muy buenos «salvan una película innecesaria». Innecesaria salvo para el que decide de qué estrenos se habla cada semana en El País y qué espacio les corresponde, claro. También debe ser muy necesaria para El Mundo, porque es de la única película de estreno de la que hablan en ese reducto para la farándula y la polémica más banal en el que han convertido su sección de cultura. El texto de Luis Martínez no está mal, aunque tienes la sensación de que está continuamente tratando de justificar las malas opiniones que puedan surgir a propósito de la película. Cierra con una frase que se ajusta mucho a la línea editorial de El Mundo: «El buen gusto, en efecto, apesta».
La única película que se escapa al esquema de estrenos americanos y alguno español de vez en cuando que mueve nuestra taquilla es The Thieves, renombrada en España El gran golpe, película que arrasó en Corea, pero que aquí se estrena de manera discreta. También arrasó en Sitges, donde gustó a todo el mundo. Pero parece que esas cosas solo valen si la película es americana y se puede explotar en el sentido que les interesa a las multinacionales. Que una película destroce la taquilla en cualquier otra parte del mundo que no sea EEUU, no cuenta para nada, salvo fenómenos aislados como alguna comedia francesa. Corea, esa filmografía que conocemos de manera tan exhaustiva (según el periodista de El Cultural Juan Sardá), siempre estrena películas en España con nocturnidad. Y si no eres de Madrid o Barcelona casi será mejor que te olvides.
The Thieves es una película comercial y con poca chicha, pero bien realizada que podría haberse estrenado de manera más amplia si no existiera un prejuicio cultural hacia lo asiático. De hecho, las críticas en España no han sido malas, aunque hacen lo mismo de siempre con las películas que son de cinematografías raras: estar todo el rato comparándolas con su supuesto equivalente occidental. Esto tampoco es malo per se, el mismísimo Donald Richie lo hacía en su imprescindible libro sobre cine japonés. Pero si tienes quinientos caracteres, no los gastes en decir «se parece a...». Si la semana pasada ocurría esto con Hong Sang-soo, al que se le convertía en hijo directo de Rohmer o incluso de Woody Allen, a la película de Choi Dong-hoon le ha tocado ser descendiente de Ocean's Eleven. Javier Ocaña dice en El País que «no será difícil que la inmensa mayoría de las críticas hagan referencia a una comparación que no es cliché sino realidad». Me gusta el final, con esa afirmación tan rotunda para la que imagino que además de haber estudiado bien la película, se habrá informado convenientemente sobre las aspiraciones y motivaciones del director.
Esto último lo digo porque ayer en tuiter me llegaba redirigido por alguien el siguiente comentario:
Se está comparando mal The Thieves con Ocean's Elevenwelovemakingmovies.blogspot.com.es/2013/05/el-rin…En @cineasia_online tenéis una entrevista al director sobre eso
— Lady Vengeance (@PazguataDeLarge) 30 de mayo de 2013
Y efectivamente, si vamos a la entrevista de CineAsia, el director dice: «En realidad a mí me gustan más las películas de robos y crímenes que ya existían antes de Ocean’s Eleven, por ejemplo Rififi (Jules Dassin, 1955) o La Jungla de Asfalto (John Huston, 1950)». Lo cual, tampoco voy a ser quisquilloso, son las palabras de un director, que pueden estar muy lejos del resultado de la película. Yo no creo que se parezca a Ocean's Eleven, pero tampoco a The Asphalt Jungle. Simplemente, si los críticos españoles tuvieran una formación tan importante en cine asiático como la que tienen en cine americano (bueno, eso es irreal, pero algo más equilibrada), estas comparaciones no se harían tan a la ligera. Ahora con internet no creo que haya excusas. Si os descargáis series para verlas al minuto siguiente de ser emitidas, también podéis bajaros un par de películas asiáticas. Y que no me hablen de que las películas asiáticas no tienen el mismo interés mediático, ni que a la gente le interesan menos. Este tuit de CineAsia es muy revelador:
El Gran Golpe (The Thieves) es un blockbuster procedente de una cinematografía que coloca 10 títulos/año por encima de 4 mill.de espect.
— CineAsia Online (@cineasia_online) 31 de mayo de 2013
Por ejemplo, si nos guiáramos por este supuesto interés general que parece decidir de qué se habla y de qué no, ¿qué razones hay para hablar tan poco de The Thieves (exito sideral en Corea) y tanto de 360, la película de Fernando Meirelles que en su estreno americano no acumuló ni cien mil dólares? Pues que la segunda es norteamericana y tiene a actores famosos. La primera se estrena con cuatro copias, la segunda con cincuenta y nueve. Por lo tanto, no hay ningún tipo de lógica empresarial o comercial, simplemente censura ideológica e incluso racial. A España no le gusta lo coreano (pese a que somos conocedores exhaustivos de su filmografía), sino lo americano, parecen decirnos. Ya piensan ellos por nosotros.
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Con todo, la que parece ser la película más interesante de la semana es Terra de ninguém (Tierra de nadie en España), la película portuguesa de Salomé Lamas que con valentía ha estrenado Abordar Distribución. ¿Una película portuguesa? ¿Estrenándose comercialmente en España? Tiene trampa, no se crean, porque es un documental sobre un soldado mercenario que en uno de sus muchos trabajos estuvo a sueldo de los GAL, aquel invento de alguien del PSOE (todavía no está muy claro quien) para acabar con ETA de manera fácil y rápida. Vamos, que quizás sin esa temática no se hubieran atrevido a estrenarla, porque recibirían un silencio y desprecio absoluto por parte de los medios.
Ana Pastor, tras esto, se hubiese quitado el velo. |
Curiosamente, El Mundo, que cada poco tiempo agita el cadáver de los GAL para seguir colgándose medallas, no habla de la película (aunque todavía no han actualizado El Cultural de la semana, quizás allí sea el tema principal). Yo creo que Pedro Jota no se ha enterado. O a lo mejor está molesto porque no le hayan contratado como guionista. O como protagonista, vaya usted a saber. En El País sí que le dedican espacio, hasta dos textos. Por un lado, Juanjo Abad realiza un artículo periodístico muy responsable y acertado, recogiendo declaraciones del protagonista y de la cineasta, y hablando de la forma en la que se construye la película; y por otro, Javier Ocaña realiza una de sus habituales críticas mamporreras donde no hace más que atacar la película. Yo no la he visto, pero ojo a lo que dice Ocaña: «Sin embargo, los documentales suponen un largo camino que exige una búsqueda constante, y ahí la también portuguesa Lamas fracasa. La forma de ensamblar sus manifestaciones, quizá auspiciada por una equivocada concepción de la austeridad, no es más que un escondrijo para enmascarar su pereza, no ya como cineasta, sino como periodista, escondiendo en un enigma lo que solo exigía investigación». Tras leer esto, yo tengo la sensación de que lo que quería el crítico era algo así como una de esas entrevistas de Ana Pastor donde se dedica a atosigar al entrevistado, interrumpiéndole y negándole la palabra, realizando juicios de valor. Vean si no el sensacionalismo que mueve a Ocaña: «aunque haya que quedarse con momentos desaprovechados, como el que, tras una pregunta inquietante y un gesto fuera del objetivo de un miembro del equipo, Figueiredo, condenado en Francia por atentado del bar Batzoki, le espeta: “A mí no me mires con esa cara que te retuerzo el pescuezo”». ¿Qué quería el crítico de El País? ¿Que el protagonista se liase a puñetazos con el equipo técnico.
Hay gente que me llama loco o demasiado exigente con las críticas que hago. No debo ser el único, porque en los comentarios de la crítica de Ocaña, un lector piensa lo mismo que yo. Y nos recomienda otro comentario acerca del film mucho más responsable. Les recomiendo que lean este último y decidan a partir de él si merece la pena ver la película.
Si no quieren leer tanto, un comentario algo más corto, pero también muy descriptivo de lo que van a ver, escrita por Manuel J. Lombardo en su blog.
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Jonas Trueba actualiza su interesante blog de El Mundo (para ser en este periódico podría decirse incluso que es heroico) con una entrada titulada Política y cinefilia, donde parte de la entrevista que le hicieron a Alfonso Guerra en la revista Sofilm. Es muy interesante el análisis que hace, donde iguala la deriva política a la deriva cinéfila. Así, Guerra en su juventud conocía a todos los grandes autores europeos y las películas más vanguardistas (bueno, quizás las más vanguardistas no, pero sí películas alejadas por completo de los circuitos comerciales), sin embargo, sobre el cine actual habla de películas norteamericanas (aunque sea para mal). Es algo muy común en la cinefilia de este país. Todo el mundo sabe quienes son Bergman, Fellini, Antonioni o Tarkovsky (bueno, de oídas), pero pocos saben si existen equivalentes similares hoy en día. El empobrecimiento de la taquilla y la irresponsabilidad de los críticos creo que es la clave. En el fondo, Guerra, cuando se declara viscontiniano ya lo explica todo. El director que comenzó filmando a los pescadores sicilianos y terminó haciendo wagnerianas producciones sobre la decadencia de la aristocracia. Como el PSOE.
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En la anterior entrada decía que Oskar Belategui era un tuitero habitualmente mesurado y analítico, pero parece que fue una apreciación bastante superficial y equivocada por mi parte. El responsable del twitter oficial de la revista Cinema ad hoc tuvo la amabilidad de sacarme de mi error, citándome algunos tuits que reproduzco a continuación.
Comprad el puto periódico si no queréis que solo existan blogueros que trabajan en pijama desde casa de sus padres.
— Oskar Belategui (@Belategui) 9 de octubre de 2012
Los blogs de cine no tienen término medio: enciclopedismo nostálgico de freak con jersey o cinismo destroyer-hipster gafapasteril.
— Oskar Belategui (@Belategui) 3 de enero de 2013
Esto daría para un cinefobias para él solo. Pero para analizar el primer tuit, váyanse al suelto dedicado a Terra de ninguém de Salomé Lamas. Se resumiría así «Comprad el puto periódico para leer la crítica de Javier Ocaña si no quereis que solo existan blogueros que trabajan en pijama desde casa de sus padres y escriben críticas como las de Cine Maldito». ¿Es eso? Para comprar el puto periódico, primero ese periódico tiene que ofrecer información interesante, y no solo telepromociones y ataques a la excepción cultural. Puede que Belategui se refiera solo a algunos periódicos, pero entonces debería especificar. Yo creo que muchos periodistas de los periódicos piensan que por su cara bonita ya merecen todas las alabanzas del mundo. Y eso de que la culpa es del comprador, no es muy buena campaña para vender tu producto. El último que hizo eso fue Julio Fernández, presidente de Filmax, productora que está como está. Seguramente la piratería tendrá culpa, pero acusar a los espectadores potenciales de piratear no es una buena manera de sobrevivir.
El lector y comentarista habitual de este blog, Roberto Morato, también me pone sobre aviso del patinazo de Belategui, que puso a parir Fast & Furious 6 y a sus espectadores, a los que llamó chonis y canis, pero hacia Combustión de Calparsoro tuvo otro tipo de comportamiento:
Si 'Combustión' también pincha en taquilla, apaga y vámonos. Solo echo de menos algún rasguño en los coches.
— Oskar Belategui (@Belategui) 21 de abril de 2013
Aquí mis críticos tienen la oportunidad para despellejarme. Yo habitualmente critico que se defienda el cine americano frente a los demás, y aquí Belategui hace al revés. Bueno, puede ser, aunque ya hemos visto que Fast & Furious es un caso especial, no sé por qué. Quizás es el prejuicio cultural del que hablaba, quizás es que la distribuidora no cuida tan bien a los medios como otras. Mientras que en el cine español, todos los críticos tienen sus amigos. No me parece mal que defienda Combustión, pero hombre, que luego no se cague en Fast & Furious. Eso sí, si Combustión fuese coreana, los críticos se pelearían por ser los primeros en decir que es la Fast & Furious coreana (y ponerla a parir). Pero es española, y la cosa cambia.
Siguiendo con el tema Belategui, mención aparte merece esta serie de tuits donde el periodista vasco llama descarga ilegal... ¡a una descarga que es legal! Es decir, identifica el medio (el protocolo torrent) como algo ilegal, cuando realmente es una herramienta totalmente ilegal en la que a veces (la mayoría de las veces, no nos vamos a engañar) se ofrece contenido ilegal. Pero aquí está el problema de muchos críticos, que criminalizan abiertamente supuestos que no son tan evidentes. Bueno, en este caso es evidente que es legal. Incluso, muchas veces, algún periodista acusa a los productores y responsables de cine de adaptarse poco a los nuevos medios. En el caso de El cosmonauta parece que se han pasado de vueltas utilizando el malvado torrent, que se han adaptado demasiado. Quizás no sea tan grave lo de Belategui (aunque unido a todo lo anterior debería preocuparse), pero creo que habría que tener más cuidado con la expresión «ilegal».
Yo no tenía pensado ver El cosmonauta, pero mira, ahora que veo que cuentan los torrents como si fuesen espectadores, me la voy a bajar por torrent. Y espero verla, aunque luego muchas veces pasa lo de siempre, que descargamos mil películas y después solo vemos una décima parte. Esto no es culpa de los vicios de las descargas, también me pasa con las películas en DVD (¿alguien se vio entero el pack integral de Alexander Kluge?) y para mi vergüenza les diré que en una ocasión compré una película en Filmin... ¡¡y al final no la vi!! Pero bueno, confío en ver El cosmonauta (otra cosa es que me guste o no), pero bravo por la iniciativa y por no criminalizar el torrent. En The Pirate Bay se puede encontrar.
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Llegó el día en que un crítico se acercó a mi blog para acusarme de matón y de malvado. Pueden leer sus comentarios en esta entrada. No es una de las grandes estrellas, pero sus argumentos son valorados de la misma manera, claro. Aquí no hay criterios de autoridad, y tanto vale el último bloguero como el periodista mejor pagado. Bueno, no nos pasemos, vale más el último bloguero, que el periodista (de cine) mejor pagado debe ser Boyero y nadie merece ser comparado con él. Yo a veces puedo soltar un pequeño insulto pero jamás denigraría a nadie comparándolo con el crítico estrella.
Eso sí, Emilio Doménech me acusa de cosas que yo no he dicho y mezcla unas cosas con otras para atacarme. Conviene leerse bien las entradas antes de decir en twitter que quiere bajarse los humos. También dice en su twitter que en algunas cosas tengo razón (aunque no especifica cuáles), pero que me desacredita mi lenguaje. Bueno, insisto en que este es un blog de humor con comentarios agresivos, no creo que sea peor que lo que se dice en un Caiga quien caiga o en El intermedio, aunque esos programas parece que están bien porque atacan a la derecha, pero yo como critico al corporativista gremio del periodismo, soy un diablo.
De todas formas, hay buenos amigos que también me dicen que a veces me paso de frenada y que no les gustan algunas cosas que digo, por ser muy agresivas. Así que para que nadie se parapete en mis supuestas malas formas para obviar los comentarios que hago, voy a intentar reducir el nivel de agresividad, aunque con margen para la retranca, claro.
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