viernes, 24 de mayo de 2013

El (supuesto) plagio como mcguffin

En el texto de A Cuarta Parede que enlazaba ayer, quizás algunos se detuvieron en un comentario en el que un usuario anónimo bajo el nombre de Cinexilio (el mejor foro de cine de internet) me acusaba de cosas muy feas, todas ellas falsas. He decidido hacerle una captura por si desaparece. En este texto no van a encontrar ninguna referencia al supuesto anonimato del lector. A mi el anonimato me parece una buena fórmula de atacar el poder establecido. Yo no creo que merezca la pena tanto, pero bueno hay gente que tampoco cree que Boyero merezca la pena tanta entrada que le dedico, así que no lo voy a discutir. Le animo a que siga usando el anonimato, pero una cosa sí, que sea coherente y que no se despida con un «caretas fuera», porque me recuerda al «a su disposición» de Rajoy cuando dio la rueda de prensa sin preguntas a través de la tele de plasma.

La primera cosa falsa que dice es que soy amigo de Raúl Pedraz y de haber ocultado su supuesto plagio de un artículo de Deborah García a propósito de Tomboy. Yo a Pedraz solo lo he visto una vez en mi vida y apenas durante un par de minutos. A Déborah tampoco la conozco de nada, aunque hace unas semanas cruzamos unos mails por motivo de una futura colaboración. El artículo de Pedraz apareció en El Cultural de El Mundo y el de Déborah, anterior, en la revista Todo Lo Contrario. Los artículos se parecen bastante, aunque no sé si lo suficiente, ya que la imagen inicial parece lo suficientemente característica para que varias críticas comiencen a partir de ella. ¿Puede ser un plagio? Sí, claro. Además El Mundo tiene mucha experiencia en este tipo de operaciones y en este blog ya he dejado muy clara mi opinión sobre este periódico. Aunque es cierto que la táctica de El Mundo suele ser más bien firmar los artículos como Redacción El Mundo, porque en esos nadie tiene la culpa del plagio.

La situación en Twitter fue bastante esperpéntica. Parece ser que en principio Déborah comentó el parecido con Raúl Pedraz por privado, suponiendo que las coincidencias habían sido casuales. Pero cuando algo empieza a hacer ruido en esta red social, en seguida se empieza a acercar gente a ver qué pasa. Primero fue Pedraz el que reconoció las similitudes abiertamente y un par de cuentas (imagino que amigos de Déborah o curiosos por el asunto, ni idea) decidieron comentar la situación. Desde mi punto de vista de manera muy educada. Mediada la conversación aparece José Manuel López Fernández un poco mosca al ver que están cercando a su amigo. Es difícil de decir, porque en estas listas de Twitter no aparecen todos los comentarios, sino sólo una línea principal. Personalmente yo creo que la intervención de José Manuel sobraba porque no se estaba diciendo nada malo, simplemente discutiendo una situación complicada. Y se prestaba a ser discutido, porque es de tontos negar que los textos algo algo sí se parecen. Pedraz no será una muy buena persona y muy noble (algo que no sé, porque sólo lo conozco de vista) solo porque sus amigos lo repitan hasta el infinito. Las adhesiones inquebrantables no hacen nada por la defensa del honor de Pedraz como tampoco lo hacen cada vez que Rajoy sale jurando por su honor que jamás hizo nada malo (aunque hay periodistas -o algo así- que insisten en que el gran coraje del presidente solo puede significar que dice la verdad). Lo único que podría evitar esta discusión sería alguna prueba directa y contrastable que negase el plagio, y desgraciadamente esta no existía.

La realidad es que daba igual que Pedraz hubiera plagiado el artículo o no. En el momento que existía la duda razonable, ya nada se podia hacer para evitar que apareciese el debate. Pero claro, ya sabemos como es twitter, el peor invento para discutir, donde todo se limita a 140 caracteres y a veces lo que escribimos difiere parcialmente de lo que queremos decir, y cuando lo lee otro, ya es totalmente diferente. Así la conversación se fue volviendo más agria, especialmente por el ruido de alrededor. No sé en qué momento exacto sucedió, pero llegó el punto en el que varios amigos de Déborah decidieron aplicar la ley del antiguo Oeste e ir con la cuerda a colgar a Pedraz del primer árbol que encontraran. El resultado se puede ver aquí y es muy gráfico.

No sé qué les parece a ustedes. A mi una discusión de internet me parece que llega a su punto terminal cuando los participantes se empiezan a lanzar definiciones de la RAE a la cabeza. También aparecen otros amigos VIP de Pedraz como Reviriego para defender el honor de su amigo. Flaco favor, porque lo único que traen es su palabra y salvo que consideremos el hecho de que ser más conocido te da más autoridad, nada aporta al debate. Les remito a lo dicho un par de párrafos atrás.

Se supone que yo no ataco a Raúl Pedraz porque es mi amigo y no puedo molestar a la mano que me da de comer (según el comentario de nuestro ilustre anónimo). Bueno, yo he tenido varias discusiones con Raúl Pedraz en Twitter (ya digo que en la vida real lo conozco de vista). Una bastante larga y fatigosa donde incluso me río un poco de él y termina mandándome a freír espárragos. Otra aquí, donde él y yo terminamos en un punto algo más común. Luego, y esto es simple opinión, creo que Raúl siempre ha tenido algo en contra de Lumière, la revista de la que soy miembro, y de vez en cuando deja pequeñas perlas sobre el tema. Por ejemplo.

Y tengo la sensación de que no le hizo mucha gracia que desde la revista Lumière nos convirtiéramos en abanderados defensores del cine de Nathaniel Dorsky, como si nos quisiéramos apuntar un tanto. Poco después de que terminara el ciclo dedicado al cineasta americano en España, tuvo la consideración de dedicar varios tuits sobre el tema, nunca citando a la revista Lumière, pero sí a todos los valientes que, antes que nosotros, habían defendido el cine de Nathaniel (a los que yo estoy eternamente agradecido).

También quiso dejar claro que a él Dorsky no le parecía para tanto e incluso sembró dudas respecto a su discurso, dejándolo caer:
 Y aquí deja caer de manera más clara que, quizás, esto de Dorsky no sea más que un invento de algunos de nosotros:
Puede que sea cosa mía, que sea demasiado paranoico. Ya digo muchas veces que Twitter es traidor. La escritura misma lo es, y a veces el tono que intuimos en un mensaje no es el que su autor quería darle. Pero creo que nunca ha sido tan exigente con otras revistas web similares a Lumière, que nunca ha dicho "Transit y alrededores" o "Detour y alrededores" o "Blocs&Docs y alrededores". Debe ser que en Lumière estamos haciendo algo mal. O eso o soy muy egocéntrico, porque tampoco nombra al CGAI y al s8, la filmoteca y el festival de A Coruña gracias a los cuales se ha podido ver la obra casi íntegra de Dorsky. ¿Que Dorsky no merece esa atención? Bueno, en mi opinión todo cineasta experimental con 40 años de carrera merece más atención de la que realmente tiene en España. Así que ojalá que haya ruido alrededor de su persona durante mucho tiempo, y si alguien no siente devoción por su cine, está claro que yo no puedo hacer nada.

Por lo tanto, ¿soy yo amigo y defensor de Raúl Pedraz? No. Puedo decir que en bastantes temas estoy de acuerdo con él (ambos creemos que hay que ser incisivos contra el periodismo cinematográfico que practican los medios de comunicación) y hay que reconocerle el mérito de haber echado de twitter a un burro como Borja Hermoso, no a base de insulto, sino de evidencias tan incontestable, que el periodista cultural de El País se tuvo que ir por dignidad. ¿Considero que plagió descaradamente ese texto para ganar dinero sin esforzarse? Bueno, dadas las similitudes hay razones para creerlo. Yo sin tener toda esta información diría que Pedraz leyó el texto y luego inconscientemente recuperó cosas para el suyo. Es algo que quizás me ocurra a mi también. Pedraz dice que no leyó el texto de Déborah antes del suyo, pero ocurre lo de antes: es su palabra contra ninguna prueba y seguramente, si fuese Boyero estaríamos todos, amigos de Pedraz incluidos, criticando la situación. Su principal defensa es que todos los que le conocen dicen que es una gran persona y que jamás haría eso. Pero esto, para la gente que no sabe quién es Pedraz no tiene ningún valor.

En el caso de que se confirmase que fue un plagio, ¿consideraría que Raúl Pedraz es una persona del pelaje de Carlos Boyero? Hombre, pues no, ni muchísimo menos. Para llegar a Boyero habría que hacer muchas más cosas y durante muchísimo tiempo. Además, los principales temas de este blog son que los principales medios de comunicación de este país tienen un interés económico en su política cultural y manipulan descaradamente al lector para que pase por caja en lo que a ellos les interesa.

Por lo tanto, casi nunca critico aquí a personas que no pertenecen profesionalmente a uno de estos medios. Pedraz escribe en El Mundo, pero diría que de manera aislada, no lo sé. A mi hay muchos críticos que no me gustan, pero me parece distinto hacerlo en un blog o en artículos muy de cuando en cuando, que el bombardeo diario de manipulación que ofrecen los periodicos y las revistas de este país.

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Siguiendo con el mensaje que me dedica amablemente el usuario anónimo, tampoco es cierto lo de Jordi Costa. Mi actitud antes y después del encuentro de twitter ha sido la misma. De hecho, después seguí criticando algún texto del crítico (hoy también le toca). He dicho repetidas veces lo mismo: a mi no me gusta nada su estilo, pero es preferible a Boyero y a la mayoría de críticos de los periódicos. Lo que no le hace bueno, claro.

Lo que sí que no llego a entender es lo de «Y venga a hablar de Boyero otra vez en lugar de hablar de películas». Creo que he sido bastante sincero desde el primer momento con las motivaciones de este blog. Están explicadas en la primera entrada. Es un blog de humor contra determinada crítica cinematográfica que a mi no me gusta. No hay ninguna intención de establecer una verdad absoluta. No se pretende convencer a nadie. Simplemente quiero ofrecer mi opinión, gritar un poco en el desierto. No es un blog de cine, aunque a veces se me cuela algún comentario de películas, por considerarlo interesante. Y ya que me lee bastante gente, quizás les anime. Pero no es el principal objetivo del blog. Para eso ya escribo en otras partes donde hago ese papel. En muchas ocasiones en foros de internet sin mayor beneficio que el de compartir y encontrar usuarios con los que discutir. En cinexilio, en allzine y en muchos más sitios.

Por supuesto, la divergencia es bienvenida. La discusión también. Lo ideal sería que nuestro ilustre anónimo hiciese un blog o desarrollase en los comentarios unos argumentos más elaborados en los comentarios del mío (porque todo lo que dice son falsedades que no se pueden sustentar con nada, no como aquí, donde hay enlaces para todo el que lo quiera comprobar). Seguro que los tiene, porque tanto resentimiento tiene que tener una base en algo. Y yo seguramente me he equivocado y estaré encantado de admitirlo, de darse esa situación.

Para mi, el mundo ideal de internet sería que existiesen un montón de páginas con ideas divergentes, cada una con su política, con su línea editorial y que ofreciesen argumentos sólidos a partir de esa politica. Y que el lector fuera saltando de una a otra para crearse su propia idea. También con los blogs. Que exista este blog y otro que piense todo lo contrario. Me parece perfecto. No creo en los blogs y revistas de cine que aunan ideas completamente distintas, porque eso crea confusión en el lector y todos los textos terminan siendo caprichosos y contradiciéndose con otros.

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Tengo la sensación de que el que escribió eso lo hizo para echarse unas buenas risas y ver qué reacciones había. Bueno, como a mi me gusta discutir, me parece bien que se me ponga en duda. Eso me permite desarrollar más mis ideas, así que espero que siga así. Gracias, fuese quien fuese.

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Hoy es viernes, día de estrenos, así que toca hacer repasillo. Ya sé que hay lectores a los que esto les cansa y no les interesa, pero a otros les divierte, así que mientras tenga tiempo seguiré soltando alguna zurra verbal a los profesionales de la crítica.

Empezamos por El País, donde el viernes es también el día que Diego Galán nos regala su columna semanal vacía de contenido, siempre llena de palabras grandilocuentes sin ningún valor. Hoy habla de La jaula de oro, la película de Diego Quemada Díez que Belinchón ninguneó. Belinchón y todos los medios de comunicación que al mismo tiempo se rasgaban las vestiduras por la poca presencia española en Cannes. La única información que hay en El País sobre esta película es un artículo de la corresponsal en Mexico. Ustedes pueden pensar que es lógico, porque a pesar de que él nació en Burgos, la película es mexicana. Pero ahora imaginen que Javier Bardem actuase en una película norteamericana y estuviese en alguna sección de Cannes. ¿Tendría la misma cobertura?

Sea como fuere, lo gracioso del texto de Galán es la parte donde compara la situación de Quemada Díez con la de Méndez Esparza en la edición del año pasado: «el año pasado Aquí y allá, del español Antonio Méndez Esparza ganó el premio de la Semana de la Crítica, recorriendo desde entonces festivales de medio mundo en los que ha obtenido nuevos galardones, mientras que, paradójicamente, su estreno en España paso sin pena ni gloria». Pasó sin pena ni gloria por la responsabilidad de aquellos a los que deberían haberla defendido o, al menos, haber mostrado sus puntos de interés. A Galán y a sus compañeros de redacción. En lugar de eso, Javier Ocaña escribió una crítica poniendo en duda la honestidad del film, dando a entender que era una de esas películas de autor raras y lentas que no gustan a nadie.

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Hong tomando un café, sí. Pero fíjense que todas las botellas del fondo están vacías.
Estrena por primera vez en España uno de los mejores cineastas del mundo, Hong Sang-soo. Lo hace con muchísimo retraso, ya que el director coreano ha estrenado ya otra película hace varios meses y encima prepara una nueva. In Another Country se estrena en España porque tiene a Isabelle Huppert y estuvo en la sección oficial de Cannes. En mi opinión, quizás sea la peor película de Hong, o debería decir que la menos buena. Es, como siempre, una comedia sobre las repeticiones, colorista y llena de equívocos, con un ambiente playero muy afín al director. El problema quizás sea que en esta ocasión la estructura a Hong le ha quedado demasiado clara, no tiene la vitalidad y la imprevisibilidad de las anteriores, películas donde nunca sabías muy bien lo que estaba sucediendo, donde Hong jugaba con la cronología y con la doble moral de los personajes. En esta última, todo está más claro y a veces parece una colección de postales a mayor gloria de Huppert. Mantiene un montón de diálogos geniales y de situaciones divertidas, pero no me parece lo mismo. Es mucho mejor Nobody's Daughter Haewon, que seguramente no se estrenará nunca.

En El País, Hong tiene la suerte de que la crítica la escribe Jordi Costa y no Javier Ocaña. Además, el crítico no se monta ninguna película de las suyas y se limita a hacer una breve introducción del cineasta. No hay espacio para más, y es una pena ya que apenas habla de las diferencias de esta película respecto a las anteriores. Y es algo de interés, ya que tanto en In Another Country como en Nobody's Daughter hay un interés bastante marcado hacia lo religioso que no existía (o no estaba tan claro) en anteriores trabajos de Hong. Eso sería más interesante y tendría más fundamento que toda esa parte final dedicada a comparar el film con las comedias de sketches del cine italiano de los 60 y 70.

Una pequeña aclaración: durante todo el artículo, Costa se refiere al director como Sangsoo. Es un error muy frecuente hacerlo. Sangsoo es el nombre de pila del cineasta, y Hong sería el apellido, así que la forma correcta de dirigirse a él sería esta segunda. En Wong Kar-wai, el apellido es Wong. También ocurre con los nombres japoneses. Si os fijáis, en las películas japonesas que tienen los créditos en romaji siempre pone Kitano Takeshi, lo que pasa es que en Occidente hemos invertido el orden en el caso japonés, pero no en el chino o el coreano. No sé bien por qué. En la IMDb sí que aparecen nombres y apellidos puestos en la forma occidental. Así que lo que está haciendo costa es como si llamara Alejandro a Amenábar durante toda una crítica de una de sus películas, aunque en el caso oriental es algo diferente, ya que allí el apellido se utiliza también en contextos coloquiales. Si ven una película o un anime de institutos, se fijarán que los alumnos siempre se refieren a otros por el apellido, algo que en España no suele suceder. En todo caso, es un error que comete mucha gente, pero en fin, llevamos ya muchos años conviviendo con el cine asiático para que todavía se cometa... y más en el periódico más leído de España.

No hay crítica de Fast & Furious 6 lo que me parece bien. A mi es una saga que me gusta (para que vean que yo no tengo nada contra los blockbusters). Es estúpida, loca y con un montón de errores de guión, pero su pirotécnica es contundente y su manera de manejar la mitología del relato funciona mucho mejor que en otros blockbusters mucho más celebrados (casi todas las películas Marvel, Avatar o toda la filmografía de Zack Snyder). Pero en fin, dado el espacio reducido que tiene El País, me parece justo que este se dedique a películas más pequeñas que no tienen el mismo impacto mediático. Además, no hablarían de ella tan bien como podrá hacerlo muchos de los blogs que hay diseminados por internet. Puestos a desear, estaría bien que no le dedicasen tanto espacio a Robot & Frank o a La venganza del hombre muerto, otras dos películas de clara vocación comercial. Quiero decir, que estas dos películas nadie las va a ir a ver en función a lo que diga El País. Sin embargo, pequeños estrenos como In Another Country o Chaika (de la que Ocaña dice, en su estilo habitual, que «es un trabajo febril y, para bien y para mal, festivalero») sí que son importantes las recomendaciones culturales de los diarios.

En El Mundo, la película de la semana es The Trip de Michael Winterbottom e In Another Country no aparece por ninguna parte. Y eso que a Luis Martínez le había gustado mucho en su paso por Cannes. Pero ya saben cómo funciona esto, a los periodistas les gustan muchas cosas en los festivales, pero a la hora de luchar, solo se indignan si no se estrena la de los Coen. En el ABC, el estreno destacado sí que es Fast & Furious 6, aunque luego José Manuel Cuellar no la pone muy bien. La disculpa con el socorrido «van a ver lo que van a ver», aunque por eso mismo su crítica es bastante inútil. Deja la perlita, eso sí: «Si quieren ver a coreanos pensando, discurriendo sobre la multitud de la vida y la soledad de la muerte, vayan a otra sala». Metiendo ya en la cabeza que eso de Hong Sang-soo es algo muy trascendente y cansino, cuando las películas de Hong están llenas de frivolidad (bien entendida) y la principal motivación de sus protagonistas es el sexo y la bebida. Que luego el director se las ingenie para que además tenga un componente trascendental es otro tema. De hecho, el otro crítico de ABC, Federico Marín Bellón, lo entiende muy bien y escribe un ligero comentario que a mi me parece bien. Afronta la película sin prejuicios por su procedencia y defiende la película desde un punto de vista que cualquiera puede defenderla: «el espectador que no se sienta extranjero en esta película sabrá disfrutar de sus momentos de gran cine como un turista con zapatos cómodos». Le sobra que en la introducción diga que es un experimento.

En Fotogramas, tanto la crítica de Fausto Fernández a Fast & Furious 6 como la de Manu Yáñez (muy en la línea de la de Jordi Costa, para lo bueno y para lo malo -salvo lo de confundir el nombre con el apellido-) a In Another Country están bastante bien, aunque la primera es más bien para blog personal. Ya di mi opinión antes, las revistas no deberían hacerle el juego a las majors, sino tratar de equilibrar un poco la situación. Fotogramas hace lo contrario, al rico más y al pobre menos. Casi la mitad de espacio para Hong. Pero en fin Fotogramas siempre ha sido así y su principal objetivo es dar publicidad a todo lo que viene de Hollywood. No creo que nunca buscase coartades culturales.

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Cerrando el tema Toni García Ramón, el periodista no estuvo ayer tan elocuente y dicharachero por Twitter como el día anterior. Ya no estaba orgulloso de tener un troll ni reía las gracias con sus admiradores:

 Yo creo que esta tendría que haber sido la actitud desde un principio. Si alguien te critica pues lo discutes de manera razonada o lo ignoras. Él quiso jugar al gracioso, pero se cansó pronto. Al cabo de unas horas ya volvió a su actitud destroyer habitual, contra todo lo que se pusiera delante.

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