domingo, 21 de abril de 2013

Boyero desencadenado

El método Boyero
Tenía ya pensada la próxima entrada de este humilde y recién estrenado blog, con muchos de sus apartados y enlaces buscados, pero apareció el crítico estrella de El País y lo cambió todo. Empezaré diciendo que Carlos Boyero no es crítico de cine. Ni periodista cultural. Pertenece a la raza, profundamente española, de los opinadores. Gente que sabe un poquito de todo y, si no sabe, da igual. Las televisiones están llenas de esta gente, que pueden hablar durante horas de economía, de terrorismo islámico, de física nuclear o de tácticas futbolísticas. No sólo eso, sino que encima se permiten discutir a expertos que han dedicado toda su vida a esos temas. Porque ya he dicho que en España lo intelectual está mal visto e incluso Boyero lo ha usado en tono despreciativo.

Este personaje nos sorprendió ayer escribiendo un artículo sobre Alta Films, la empresa de González-Macho que ha anunciado su próximo cierre. Yo me esperaba un texto laudatorio de González-Macho, hablando largamente sobre sus experiencias, lo mucho que aprendió de este cine y de todas las maravillas que este distribuidor y productor hizo por el cine español. Bueno, largamente es un decir, porque tampoco se puede extender mucho en el exiguo espacio que le dedica El País, mucho menos que el que le ceden para machacar las películas de Pedro Almodóvar, ese director que no le interesa nada. Pero bueno, en un ejercicio de coherencia, El País le dedica a Alta Films el mismo espacio que le dedicaba cuando estrenaban una de esas películas raras de cine de autor.

Entonces tenemos a Boyero frente al papel, dispuesto a hablar de su amigo. Un homenaje merecido a un hombre de cine, que entregó gran parte de su vida al negocio de la distribución, a traer el cine que nadie se atrevía a traer. ¿Será algo así, no? ¡Pues no! Un crítico habituado a soltar sapos por esa bocaza, es incapaz de soltar nada que no sea desagradable u ofensivo hacia alguien.

Más aún, es tal la vanidad de este hombre, que dedica la práctica totalidad del texto a hablar de sí mismo. Un héroe en un mundo de hipócritas culturales, izquierdistas, intelectuales, progresistas, perroflautas y toda esa calaña. Pero más que un tema de vanidad, que también, yo creo que habla de sí mismo por otro bien diferente. Que no tiene ni idea de lo que hablar. Es decir, Boyero, el comentarista que desprecia por defecto todo lo que estrena su amigo, ¿qué va a decir? Miren cómo empieza: «Las primeras noticias que tuve de la existencia profesional de Enrique González Macho fueron películas rusas que él distribuía a través de una pequeña distribuidora». Ya dice justo a continuación que no le gustaban nada. Podríamos dudar incluso de que si se habrá visto alguna. Tienes que hablar del trabajo de tu amigo, pero no sabes nada de él, no te interesa en absoluto. Ese es su nivel periodístico. Un hombre que estrenó películas rusas, eso dice. Ah, espera, Dersu Uzala.

A partir del primer párrafo, González-Macho deja de ser distribuidor cinematográfico y pasa a ser guardaespaldas de Boyero. Y ahí nuestro pizpireto periodista sí que puede contar mucho, sobre él mismo. Habla de sus problemas en Guía del Ocio y de la censura y los juicios. La referencia a Florentino Pérez no es baladí. Quizás sepan los lectores que Carlos Boyero, dentro de su labor como opinador profesional, también se considera una de las personas que más sabe de fútbol del mundo, siendo seguidor del Real Madrid. Tiene desde hace años una disputa personal con Florentino Pérez (quizás debido a ese affair en Guía de Ocio), seguramente un ser mafioso a la altura moral de Boyero. El enfrentamiento entre ambos llegó a su punto álgido en agosto de 2011, cuando de los dulces labios de Boyero salieron las palabras «nazi portugués» referidas a José Mourinho (entrenador del Real Madrid) durante una de sus muy concurridas entrevistas digitales.

¿Les suena de algo eso de frivolizar con el tema del nazismo? Fue uno de los temas predilectos de Federico Jimenez Losantos (este último enlace es de El Mundo, así que les recomiendo no pinchar para no darles visitas) durante años, empeñado en que en Catalunya se repetían las mismas acciones que en la Alemania de los años 30. Y más recientemente, María Dolores de Cospedal se cubrió de gloria al comparar al colectivo de afectados por las hipotecas (PAH) con los nazis. Ya ven, ilustres representantes de esta derecha ultra española, utilizando exactamente los mismos métodos que Boyero. Si no estás conmigo, si no te pliegas a mi voluntad, eres un nazi. Pero la cosa va más allá, porque en el colmo de la hipocresía más absoluta, Boyero escribió el 13 de abril de este mismo año un texto llamado ¿Nazismo? (recomendable saltarse el primer párrafo si todavía creen que el periodismo cultural tiene futuro) donde abomina la conducta de Cospedal y su manera frívola de relacionar las actuaciones de la PAH con el nazismo puro. Sin embargo, a Boyero le parece maravilloso relacionar esta ideología con algo tan serio y trascendente como el fútbol. En el texto sobre Alta Films, Boyero dice que lleva «toda una vida sin intentar engañarme a mí mismo ni a los que leen lo que escribo». Supongo que intentarlo no es conseguirlo. Y también: «Tengo un olfato privilegiado para detectar la gilipollez, la impostura, lo que conviene decir y opinar en tiempos convenientes».

Por supuesto, ni Florentino Pérez ni José Mourinho se quedaron de brazos cruzados y le pusieron una denuncia, porque la libertad de expresión, nos guste o no, no es un todo vale. Lo de «nazi portugués» no sé si lo han notado también, pero para mi tiene claras connotaciones racistas. No sé en qué situación está el tema. Hasta ahora Boyero había masacrado a pequeños directores y productores que apenas tenían suficiente para seguir a flote. La conducta del matón. Pero el Real Madrid es otra cosa bien distinta. Si le condenan a pagar la multa que se merece, no se preocupen, que en seguida lo seguirá utilizando para su campaña de autopromoción como gran adalid de la libertad de expresión.

No sé ustedes, yo veo todo el tema del segundo párrafo del artículo como una manera de hablar de sus frustraciones acerca del tema futbolístico. ¿O se creen ustedes que los responsables de todas esas películas pequeñas que Boyero masacra a lo largo de sus visitas a los festivales se ponen en contacto con El País para que censuren a su crítico estrella? Supongo que por elegancia (ja), Boyero no cita un solo caso. Bueno, uno a favor: cuando González-Macho amenazó a una de las empresas en las que trabajo Boyero para que le permitieran decir a este último todo lo que quisiera. Es decir, que si una empresa tiene la elegancia de buscar una opinión que no sea una catarata de descalificaciones y disputas personales, en seguida aparece el amigo de Boyero para protegerle.

Digo que no me creo que realmente existiesen tantas presiones como parece expresar, porque en el tercer párrafo habla del único momento donde unos pobres individuos, sin nada mejor que hacer, decidieron escribir una carta preguntando (no amenazando) a El País si se identificaban con la línea cultural que seguía su crítico estrella. Mucha gente, de muy diferentes áreas, creyó ver en esta jugada un intento por parte de estas personas para que censuraran o despidieran a Boyero. Sinceramente, si uno lee la carta es difícil llegar a esa conclusión, salvo que se tenga una mente retorcida. Bueno, rectifico, si El País admitiese tener un fuerte compromiso con un cine que se escapa de la norma, debería admitir que en ese tema estaba siendo irresponsable al designar a Carlos Boyero para cumplir ese cometido. Y, como consecuencia, lo más lógico sería encargarle esa labor a otro crítico que tuviese una sensibilidad más amplia o un afán divulgativo más desarrollado. Lo que se extrae del silencio de El País es que realmente estaban de acuerdo con su crítico y que esa era su nueva política cultural. Sobre esta deriva del otrora diario independiente, y sobre sus nuevos dueños, ya habrá tiempo para hablar.

Boyero, con su estilo habitual (el insulto), habla de «doscientos idiotas anónimos». La palabra «anónimo» es conflictiva, por no decir que es una mentira tan grande como una catedral. Si con anónimo se refiere a que estas personas le atacaron sin personarse, es mentira, porque los doscientos firmantes aparecen con sus nombres y sus apellidos. Y si pretende darle el significado de personas que nadie conoce, pues hombre, todo es opinable, pero es difícil considerar a alguien como Víctor Erice una persona anónima. Dos de sus películas, El sur y El sol del membrillo, participaron en la sección oficial del Festival de Cannes. La segunda de ellas ganó dos premios en esa edición. Su otro largometraje, El espíritu de la colmena, ganó la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. ¿Quizás es que Víctor Erice es un producto del pasado? Bueno, fue miembro del jurado oficial del festival de Cannes, compartiendo lugar con Tim Burton y Benicio del Toro. ¿Les llega? ¿No? En la reciente encuesta de Sight & Sound sobre las mejores películas de la historia, aparecen tres películas de Erice, La morte rouge, El sol del membrillo y El espíritu de la colmena. Esta última es la mejor colocada. En las votaciones de los críticos está en el puesto 81. ¿Les parece un puesto muy bajo en el que solo se mueven películas desconocidas? Justo por debajo, compartiendo la posición número 84 se encuentran, entre otras, Fanny och Alexander, de Ingmar Bergman y Casablanca, de Michael Curtiz. En la lista de las votaciones de los directores aparece en la plaza 107. Aún así quizás esto no le convenza a nadie, seguramente todo se deba a un lobby español de amantes de Erice, ¿no? No, claro que no. Entre los votantes hay, además de españoles, canadienses, sudafricanos, ingleses, franceses, tailandeses, australianos, eslovenos, noruegos, chinos, nigerianos, iraníes, portugueses y, por supuesto, estadounidenses. Entre estos últimos, Monte Hellman, director de Two-Lane Blacktop, entre otras. Todos ellos seguramente convencidos por algún pérfido comisario cultural nazi-progresista para joder a Boyero.

Más anónimos: Chantal Akerman, Lisandro Alonso, Mercedes Álvarez, Pedro Costa, Claire Denis, Amat Escalante (este año en la sección oficial de Cannes), Jean-Michel Frodon (ex-director de Cahiers du Cinéma), Catherine Gautier (de la Filmoteca española), Isaki Lacuesta, Carlos Losilla, Luis Miñarro, Javier Rebollo, Albert Serra o Santos Zunzunegui. Evidentemente, se pueden discutir estos nombres, pero es difícil tratarlos de anónimos. Quédense con eso de «solo valorados a nivel familiar» referido en este caso solo a Erice y Guerin. ¿Tengo que repetir la lista de nacionalidades que votaron por El espíritu de la colmena en la lista de Sight & Sound? No sé, lo único que me cuadra es que Erice haya sido marinero o algo así y fuese dejando hijos por todos esos países.

Se refiere al manifiesto firmado en primera instancia por Guerin, Erice, Miguel Marías y Álvaro Arroba como algo «inútil», pese a que han pasado ya ¡cinco! años desde entonces y sigue sacándolo siempre que tiene ocasión (especialmente si le toca hablar de alguno de los dos directores). Ya ven, de los múltiples y constantes desafíos que ha sufrido Carlos Boyero a lo largo de su vida, solo es capaz de acordarse de uno en este momento tan especial.

Se olvida también de su mayor enemigo, Pedro Almodóvar, que también mostró interés en firmar el documento... con dos años de retraso... y luego tampoco fue muy elegante diciendo eso de «estaba fuera y no tuve ocasión de adherirme a aquel manifiesto».  El director de La piel que habito luchó durante años para que sus películas no recibieran el desprecio automático del crítico estrella. Por supuesto sin éxito, ya saben que no cambia de opinión. Más bien es la realidad lo que cambia para adaptarse a su visión del mundo, como en el tema del nazismo. Más arriba tienen un estudio pormenorizado realizado por Raúl Pedraz. ¿Es Almodóvar también un anónimo? ¿O ese no cuenta por llegar tarde?

En fin, después de pasarse todo el texto engrandeciendo su ego, al final afirma sin sonrojarse «podría contar cosas feroces». Imagino que era más importante acordarse de Erice, Guerin y los doscientos anónimos. Que era preferible la puyita a Florentino Pérez. Eso Boyero lo considera digno de publicarse. No me quiero imaginar lo que entiende por «cosas feroces».

La última perla de Boyero es eso de que González-Macho siempre eligió su cine «con cerebro». Sí, ese cine que Boyero dice aborrecer. ¿Será un gesto de objetividad de Boyero? ¿O simple amiguismo? Prefiero no interpretar y dejarlo en el aire. Quizás se refiera a que las escogía con inteligencia empresarial. No sé, miren este memorable titular de una entrevista de JotDown, esa revista donde invitan a gente de todo tipo y pelaje para hablar de lo divino y de lo humano. ¿A qué se deberá la caída de Enrique González-Macho puesto que un gran hombre como él debería haber sobrevivido sin subvenciones, que es precisamente lo que critica el productor? Puede que tengamos que leer entre líneas su texto y Boyero vea una conspiración donde cineastas rusos desconocidos, Florentino Pérez y los doscientos «anónimos» se han cargado lo único decente que quedaba del cine español.

En fin, regresando al principio, ya he dicho que Boyero no es crítico de cine (porque no tiene una voluntad pedagógica con el lector) ni periodista cultural. Es simplemente un opinador, de los muchos que hay en España y que cada vez pueblan más El País. Boyero sentencia y destroza películas, y defiende la libertad de todo el mundo a opinar lo que le salga de las narices, aunque si opinas lo contrario que él puede que seas un cursi, un farsante, un fariseo, un chupóptero o cosas peores que ha dicho a lo largo de su vida delictiva.

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La culpa es tanto de Boyero como el que le permite estar ahí. Pero tampoco nos engañemos, El País ahora mismo es poco más que una sucesión de autopromociones. Si notan que defienden en exceso una película, un trabajo musical, una serie de televisión u otro objeto cultural no duden que será porque el propio grupo PRISA tiene sus intereses comerciales. Fíjense si no en esto. Supongo que se acordarán de Bebe, aquella cantante tan «urbana, moderna y desenfadada» (por usar terminología del medio) conocida porque hizo una canción sobre mujeres maltratadas que sonó en todas las discotecas de España. El País intentó vender el año pasado su cambio de look, machacando semanalmente con una serie de artículos (seis en cuarenta días, hagan cálculos), pero la cosa no funcionó. A nadie le gustaba el nuevo disco y la niña no se calló lo que opinaba de sus críticos. Si siguen la serie de artículos desde el 22 de enero descubrirán cómo el periódico intentó explotar también esa polémica con titulares dignos de Belén Esteban, pero ni por esas. Y miren, al final, después de mes y medio vendiendo lo invendible, decidieron echar balones fuera ¡haciéndole una mala crítica! ¿Cuánta gente se habrá comprado el disco tras creerse toda la publicidad de El País, incluido un artículo del respetado Diego A. Manrique? Al final resultaba que Bebe no era una Juana de Arco de la música, valiente ante un ambiente hostil. Miren lo que decía Manrique: «leer los comentarios generados en los foros permite descubrir no solo el oportunismo de esos rectos ciudadanos que solo esperan una orden para lapidar a quien corresponda, sino también la profundidad del rechazo que despierta una mujer que va por libre». Y sí, ya sé que en El País todos los periodistas van por libre. La imagen debe ser dantesca, cada redactor parapetado en su mesa escribiendo bilis sobre los demás. Ya digo, un mes y medio después, Fernando Neira escribe sobre el disco de Bebe que «entran ganas de buscar las cámaras ocultas. Porque alguien debe de estar tronchándose con nuestras caras de estupor».

Bien, allá cada uno con su alma. El relativismo estará muy bien, pero a mi esto me parece prácticamente un fraude. Venden con un artículo semanal a la chica mala de la música española y al final, quizás por venganza hacia la cantante que les había destrozado el negocio con una salida de tono de las gordas, sueltan al perro de presa de la redacción para que haga una crítica mortal al album. Esto es el capitalismo y el periodismo cultural vendido a él. Boyero, aún vendiendo constantemente su independencia, no deja de ser el peor de sus lacayos. Puede que no haya hipocresía detrás de su discurso y se crea todo lo que dice. Es una conveniencia total de intereses y gustos entre el mercado y el opinador.

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Unidos contra la cultura

En el periódico de Pedro J. Ramírez se han tomado un poco a guasa la noticia del cierre de Alta Films. De hecho, Luis Martínez escribe todo junto Altafilms. Si les digo la verdad, dudé de cuál era la forma correcta de escribirlo, porque después de tantos años es fácil cuestionar las aptitudes de Borja Hermoso y sus amigos. Pero no, es El Mundo el que lo escribe mal. También el ABC. Sí, a ese nivel hemos llegado. Es cierto que en una búsqueda sencilla por internet, puede provocar confusión, porque en el logo de la web aparece escrito sin espacios. Pero a poco que uno se lea una nota de prensa, puede salir fácilmente del error. Imagino que lo corrregirán. O no, que más da, si son los titiriteros.

Si uno lee el artículo de Luis Martínez nota una mala baba que sólo se puede entender desde la pose de amante despechada del diario al ver cómo la noticia se ha ido a la competencia. ¡El Mundo ha perdido una exclusiva! Mañana como castigo, toda la redacción tendrá que verse All The President's Men. O GAL, aquel esperpento escrito, producido y casi se podría decir que protagonizado por el propio Pedro Jota y sus peores lacayos. Con todo, a pesar de la necesidad que tiene la página web de El Mundo de tener un buen corrector ortográfico, el artículo toca varios puntos interesantes con los que podría estar de acuerdo, como cuando crítica la postura apocalíptica de muchos tuiteros. No cita a ninguno, lo que es un poco feo, pero quizás se refiera a esta recopilación que hizo El País, donde se cita mayormente a amigos o gente recientemente empleada por Alta Films.

Tampoco se cree Martínez este fin de González-Macho. Yo dije en Twitter que, si realmente fuera su final, habría anunciado su renuncia a seguir siendo presidente de la Academia. Si el máximo responsable de Alta Films llegó a la presidencia gracias a su valía al frente de una empresa, no sé si tiene mucho sentido que siga si su negocio está al borde de la quiebra. ¿Les suena Gerardo Díaz-Ferrán? Bueno, no creo que sea justo compararlos, recuerden que González-Macho asegura que cerrará cuando todo el mundo haya cobrado sus finiquitos. Tan golfo como el otro no es.

Y, como también dije en la entrada de ayer, ya anunciaba que el final no era, sino una etapa más. Pero era feo estropearle el trofeo a Borja Hermoso. Así que Luis Martínez habla de sobreactuación y exageración. Palabras algo feas cuando estamos hablando de mucha gente (no González Macho) que se va a ir a la calle. En la parte final, el redactor se mete en los dimes y diretes, diciendo que «cuando Macho advierte del desastre y anuncia el cataclismo inminente de todo el sector, ¿qué dice el sector? Pues lógicamente, se enfada. Ligeramente y en voz bajita eso sí». No cita a nadie, así que podemos creerle o bien pensar que eso es solo una proyección de sus propios deseos. No creo que «el cine español», si es que podemos utilizar esa etiqueta, se queje del tremendismo de González-Macho, porque aquí todos se están jugando la supervivencia y lo del presidente de la Academia parece ser una llamada de atención al gobierno, y ahí está claro que sí tendrán divergencias. Los grandes distribuidores de cine español querrán más ayudas automáticas sobre la taquilla, por eso del juego que da estrenar tus películas en tus propios cines. Los más pequeños prefieren el fin de estas ayudas y que se apoye más la producción directa de las películas, lo que dará más margen de maniobra. Pero creo que tanto a unos como otros no les viene mal esta llamada de atención, especialmente por la presencia mediática que está teniendo esta pequeña crisis.

Un último punto no relacionado con todo lo anterior. Como tampoco soy un compulsivo seguidor de series, he sido incapaz de descifrar el lenguaje críptico de este párrafo. Lo pongo aquí por si alguien me puede sacar de dudas: «En ninguna otra parte del ancho mundo las series de televisión se ven un día después del estreno en Estados Unido. Y en gran parte gracias a ese mecenas del bien ajeno llamado Juanito (los que las ven saben de lo que hablo). En definitiva, somos raros. Y en la Academia de Cine, más». No sé si está hablando de descargas de series. De ser así, creo que sería la primera vez que alguien habla abiertamente de ello, pese a que los periodistas seriéfilos de El País lo hagan con la boquita pequeña. El furor de las series y esa manía por intelectualizar hasta la más inane de ellas, supongo que será tarde o temprano protagonista de su propia entrada.

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Oti Rodríguez Marchante, rompeolas de Boyero en alguna que otra ocasión, también da su opinión sobre lo de Alta Films. Aunque yo casi nunca estoy de acuerdo con este crítico, y suelo aborrecerlo, le admito su decencia al no intentar disfrazar la opinión de información. Ni hable de un trágico fin de los tiempos.

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La familia del cine español
Ha empezado el Festival de Málaga, como sabrán, dedicado exclusivamente al cine español. Los objetivos no están muy claros, más allá de vender estrellas de la televisión, tener alfombras rojas y mucha prensa del corazón haciendo preguntas indiscretas. Ese modelo de festival apoyado por visionarios como Ignasi Guardans o Nacho Carballo. De lo que menos se habla es de cine, y por eso parece que el festival tiene algo así como un pacto de silencio con los periódicos para hablar lo menos posible del contenido (imagínense a Boyero en Málaga...) y sí mucho de industria, nuevas vías y modelos, perspectivas, legislación o infraestructuras, cosas más de un congreso de productores que de un festival de cine. 

De momento, si uno ve la cobertura de El País, El Mundo o ABC no queda claro si se trata de crónicas, declaraciones, entrevistas o notas de prensa adaptadas. Imagino que lo último. El festival empezó ayer, así que a ver con qué nos sorprenden.

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Relacionado con lo anterior, desde la página oficial del festival de Málaga aparece una noticia típicamente berlanguiana y española: el festival de Málaga homenajea... ¡al festival de Málaga! Pues sí, ya ven, en estos tiempos en los que desaparecen festivales y salas de cine de autor por culpa de la crisis, no han tenido mejor idea desde este particular certámen que rendir tributo a su primera edición. Ya dije antes que la principal motivación de sus responsables es tener alfombras rojas, así que lo cumplen siempre que pueden. Lean la noticia entera, porque no tiene desperdicio. En ella no se cita ninguna de las películas que se presentaron, pero sí información fundamental como que se hizo en pleno agosto sin aire acondicionado, que los actores viajaron en autobús desde Madrid o que el último día montaron una gran fiesta y María Asquerino cantó dos boleros. ¡Olé!

Bromas aparte, si alguien quiere saber algo más de aquel primer festival y, en el fondo, de aquella España, en un diario local le dedican un artículo algo más elaborado. La aventurilla del viaje a Gibraltar no sé cómo no se ha convertido ya en una de esas historietas de nuestro cine que se recuerdan todos los años cuando se acercan los Goya.

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Cuanto más bucea uno en las noticias sobre el evento, más se da cuenta uno de que el festival de Málaga merecería no una, sino varias entradas exclusivas. Resulta que han decidido programar La mula, otro de esos intentos de hacer cine «como el de Hollywood», en la añeja tradición de Samuel Bronston, sustituyendo, eso sí, a Nicholas Ray y Anthony Mann por Menno Meyjes o Michael Radford. Este último es el director de La mula, o más bien lo fue en algún momento de 2009, ya que huyó en mitad del rodaje, y desde entonces la productora española y la del cineasta entablaron una larga disputa legal que ha terminado recientemente y ha permitido el estreno del film. La parte española explicaba la demanda diciendo que tras el desplante del director inglés tuvieron que contratar a un segundo realizador. ¿A quién? No se sabe, pero podría ser desde el electricista hasta Mario Casas.

La película está en la selección oficial de Málaga y eso que se estrena sin director. Ni Alan Smithee. Simplemente «No-director». Pero da igual, porque el festival ya tiene a Mario Casas y a María Valverde en la alfombra roja.

Aquí la lista de famosos que lucirán palmito en la alfombra roja de Málaga, entre toda esa lista compuesta casi en su totalidad por estrellas de la televisión, destaca el nombre de Javier Angulo Barturén. Salvo que haya dos personas con el mismo nombre dedicadas al cine, se trata de un crítico decano de este país y desde hace unos años director del decadente Festival de Cine de Valladolid. Habrá sido una equivocación, pero como al festival andaluz le va eso de innovar de las peores maneras posibles, yo propongo una alfombra roja de críticos. Imagínense a Boyero, Heredero, Losilla, Fernández-Valentí, Eulália Iglesias, Mirito Torreiro, Miguel Marías o Toni Junyent haciendo el photocall. Éxito asegurado.

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Parece que los datos de la encuesta se resetean continuamente. No sé qué narices pasa. Si alguien tiene experiencia en blogger y puede ayudarme, se lo agradecería. Veo que a otra gente le pasa lo mismo.

4 comentarios:

  1. Una perspectiva interesante, ya que aunque todos adolecemos a nuestra manera de cierta (o en algunos casos de un modo manifiesto) falta de objetividad, por lo menos citas las fuentes y eso es muy de agradecer.

    En cuanto a lo que comentas de las series, como espectador "compulsivo" quizá te lo pueda aclarar. Creo que se refiere al hecho de que series como The Walking Dead en Fox España o Game of Thrones (en versión original subtitulada en este caso) en Canal + se emiten o al día siguiente o con escasos días de margen en nuestro país. Siento decepcionar la expectativa de que se hable abiertamente del tema de las descargas, al menos en España... otra cosa es lo que opinan más allá del charco: http://www.20minutos.com/noticia/2154/0/game-of-thrones/beneficia/pirateria/

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  2. Por otra parte, y cito textualmente, < (...) el furor de las series y esa manía por intelectualizar hasta la más inane de ellas, supongo que será tarde o temprano protagonista de su propia entrada>, suena un poco a (permíteme el término) "amenaza boyerista", algo que me da un poco de pena, puesto que como cinéfilo sin más aspiraciones considero que hoy en día ¡algunas! series están ofreciendo momentos mucho más memorables que la mayoría de estrenos de cartelera.

    Y ya que nos comentas que < (...) como tampoco soy un compulsivo seguidor de series, he sido incapaz de descifrar el lenguaje críptico de este párrafo>, aprovecho para decirte, desde el más profundo respeto, que juzgar desde el desconocimiento es sumarse a la caterva de los "opinadores".

    Un saludo.

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  3. Gracias por dejar los comentarios y sobre todo por incidir sobre aspectos cuestionables de mi exposición.

    En el futuro voy a escribir una entrada explicando claramente que yo tampoco soy imparcial, de que yo defiendo mi idea de cine y de cultura. Lo único que pretendo es contrastar las "informaciones" que salen en los medios e intentar hacerlo con algo de humor.

    Respecto al tema de las series, ya digo que intentaré explicar mi postura de manera más amplia en una futura entrada dedicada al tema. Evidentemente, no soy un seguidor compulsivo de series. Por eso entiendo a los que se ven todas las series habidas y por haber, y consumen todo el arsenal de noticias que aparecen diariamente. Que no haga eso no quiere decir que no vea series. Intento seguir unas cuantas, aunque las más defendidas por los críticos (The Wire, Mad Men, Games of Thrones...) terminan cansándome. ¿Por qué? Porque tal y como se entiende el mundo de las series, todo consiste en un trabajo. El principal objetivo, por encima de los valores artísticos, es seguir teniendo un trabajo. El de las series no es un empleo esporádico y puntual, sino uno diario y con un horario. Por lo tanto, lo que buscan los productores es enganchar a la audiencia y extender lo más posible el éxito de las series. Eso se ha visto en esta última temporada de Homeland, donde tras el capítulo quinto y conseguida la renovación de la tercera temporada, se han dedicado a dejar que pase el tiempo. Y eso es extensible a la gran mayoría de las series. Porque si hacen lo contrario, lo normal es que las cancelen (Rubicon).

    De todas formas, te doy la razón en que seguramente me equivoqué al expresarlo y no fui lo suficientemente claro, quizás acercándome a la boyerada, como bien señalas. Intentaré que no vuelva a ocurrir.

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    1. Encantado de abrir debate, no hay nada que agradecerme. Comprendo tu punto de vista sobre las series como "empleo", y lo cierto es que viéndolo así entiendo aún más tu opinión. Pero creo que ahí habría que puntualizar algo, y es que hay que distinguir entre canales que viven de la publicidad (abc, NBC, Fox...) y acaban por enrevesar hasta la saciedad tramas que nunca nos llevarían ni a la complejidad ni mucho menos al disparate, y canales como HBO, de cable, y por tanto de pago, que ofrecen productos mucho menos comerciales a priori(y sí, sé que Game of Thrones es un fenómeno mundial, pero los libros habrán hecho su parte también).

      HBO es para mi algo diferente, por mucho que disfrute con otras series de AMC como Mad Men (y aunque también tenga sus momentos). La Home Box Office nos ha regalado Los Soprano, The Wire, Carnivale, Six Feet Under, Bored To Death, Boardwalk Empire, Treme... productos concebidos con un principio y un final, algunos de ellos cancelados por no plegarse a la audiencia (Carnivale, Bored to Death). Luego tendrías miniseries como Hermanos de Sangre o Generation Kill, muy dignas también de ver.

      A esto es a lo que yo llamo "cine en televisión" y es lo que me permito comparar con la cartelera de los últimos años, exceptuando por supuesto las pequeñas joyas que nos han ido llegando, eso sí, con cuentagotas.

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