Qu'est-ce que le cinéma ? |
Pues sí, al final no me he resistido a concederle al festival de Málaga el espacio que se merece en este blog, que será más que lo que le dedique esa prensa española que se pone apocalíptica y tremendista cuando salen los datos de la taquilla del cine español. Ya saben ellos no tienen culpa de nada. Sí, como en El País de hoy, que le dedican tanto espacio a la carrera delictiva de Reese Witherspoon o al regreso de Alec Baldwin como al festival andaluz, porque todas estas noticias tienen una importancia similar. Fíjense bien que lo de la actriz no está en la sección de sociedad, ni en Gente, ni nada de eso. Cul-tu-ra.
A Málaga se ha desplazado Gregorio Belinchón, que en El País es algo así como el chico para todo. Tanto puede llevar el blog de series del diario, grabar los videos de Boyero o escribir los obituarios de la gente del cine. Especialmente remarcable entre estos últimos es el de Theo Angelopoulos, uno de las cumbres del periodismo chanante. Lean el primer párrafo con esas sutiles y delicadas metáforas que traza.
Supongo que desde que contradijo a su jefe Borja Hermoso en la polémica sobre Apichatpong, a Belinchón le castigan todos los años con el festival de Málaga. Allí, ante el panorama desolador, se dedica a escribir crónicas donde opiniones de dos líneas se mezclan con declaraciones de las ruedas de prensa. En la anterior entrada ya pudieron leer la dedicada a Ayer no termina nunca de Isabel Coixet. Hoy con Combustión de Daniel Calparsoro, Belinchón se hace un lío y escribe dos artículos distintos mezclando cosas y repitiendo las mismas declaraciones en uno y en otro. El primero es fantástico y está dedicado a intentar justificar que una película como esta, de la que el propio director dice que «está pensada en que el público la disfrute y tenga un subidón», se encuadre en la sección oficial de una muestra de cine. Más arriba, el director sigue: «Me convenció Paco Ramos, el productor, por los elementos lúdicos de la película». Y poco después, Calparsoro, sublime, se olvida por completo de que esto tiene subvención del ministerio de Cultura y aquí hay mucha gente que supuestamente defiende eso de «el otro cine», y suelta: «no podíamos birlarle a esas espectadoras el placer de disfrutar de su escultural cuerpo [señalando a Alex]». Imaginen los sudores fríos de toda esa gente del cine español a los que se les llena la boca diciendo que la estupidización que provoca Hollywood no permite apreciar las películas buenas, las españolas, que se estrenan en Málaga. Tiene que salir el propio actor, Álex González, a arreglar el gazapo de su director: «Bueno, Dani ha hecho que la secuencia esté a favor de la historia, y que llegue este momento en que necesitan tocarse, olerse. Y está rodada con gusto». No comment.
Mi impresión es que Calparsoro ha hecho una película abiertamente comercial y para jugársela en la taquilla (veremos si le sale bien o no). Que la hayan metido en el festival de Málaga e intenten justificarlo dándole vueltas al asunto, ya es un problema de los responsables de este despropósito. Ya saben, películas como Los ilusos, Arraianos, Mapa y O quinto evanxeo de Kaspar Hauser, entre otras (perdonen que mi memoria no sea más original), no dan alfombras rojas. O como decía Toni García Ramón, esas películas están condenadas a ser olvidadas, a no estrenarse jamás. Hay que apostar por las películas conocidas.
La reflexión más profunda es de Adriana Ugarte, aunque no sé si se refiere específicamente al filme que protagoniza. «Es que le damos a lo comercial un matiz peyorativo. Si fuera así, sería un horror. El cine de autor, en cambio, parece que sea obligatorio que sea drama (porque lo lúdico se iguala a lo comercial), a poca taquilla (en cambio todo el mundo quiere ganar dinero) y a profundo. Lo lúdico también puede ser profundo, y lo comercial puede tener autoría». Sobre todo esto, en España todavía esperamos al estreno de In Another Country, de Hong Sang-soo, cineasta lúdico por excelencia (sus películas siempre giran alrededor de los perjuicios del alcohol en los directores de cine). La película ya ha tenido varias fechas de estreno, pero sigue posponiéndose indefinidamente. Es cierto, en España (y diría que en el mundo en general, aunque no vamos a ser tan presuntuosos) hay ese prejuicio a considerar que lo «serio» es siempre más respetable, de ahí toda esta batería de películas de superhéroes que se empeñan en contar la historia más grande jamás contada.
Pasemos al segundo artículo de Belinchón, donde además de repetir más o menos lo mismo de lo anterior, hace una reflexión sobre lo que busca realmente el festival de Málaga. Fíjense muy bien en el primer párrafo porque define muy bien con elegancia la endogamia brutal de la marca «cine español» y sentencia que este invento no tiene impacto más allá de lo regional. Interesantes son también las declaraciones de Adolfo Blanco, productor de la película de Isabel Coixet: «El IVA, la piratería… Todo nos hace daño; sin embargo ya antes veíamos un descenso de público. Hay una generación que se ha perdido para el cine. Puede que fallemos en la educación, porque nada hace tanta afición al cine como ver buenas películas. Si en la televisión no hay, si estamos todo el rato emitiendo fútbol y noticias del corazón, no creamos el hábito ni inyectamos el gusanillo». Son palabras bastante responsables, ya que admite que la caída de público ya viene de lejos y que tiene más que ver con la educación cinematográfica. Habla de la televisión, pero podría hablar de los periódicos también. La referencia al mundo del corazón y al fútbol es algo injusta. Cuando se estrenó la última película de Torrente, llena de gentuza del mundo del corazón, ningún productor puso el grito en el cielo y hablaban del gran éxito de taquilla y todo eso. Hace poco vi en el cine el trailer de la última película de Daniel Sánchez Arévalo, que se llama La gran familia española. Viendo el casting hace honor a su nombre y recuerda a aquellas películas del franquismo profundo llenas de estrellas de la época. No sólo eso, sino que su argumento consiste en una boda que coincide con la final del mundial de fútbol de Sudáfrica. Produce Antena 3 y como esta cadena tan preocupada por la cultura es la impulsora de este festival de Málaga, se presentará un avance de cinco minutos.
La otra película del día, además de Combustión era Casting, una sobre actores en busca de su gran oportunidad. Belinchón la tenía a última hora de la noche y ojo a la secuencia que sigue...
La última película del día en el festival de Málaga empieza a las 23.30. Vamos a ello
— Gregorio Belinchón (@gbelinchon) 21 de abril de 2013
Bueno, pues como han leído, el crítico tenía su última película a las 23:30. ¿Un crítico de El País viendo películas a esas altas horas de la noche? Recuerden lo que pensaba Enric González, en su momento cronista del diario en el festival de Venecia (hasta que decidieron fichar a Boyero), de semejante osadía. Un aplauso para Belinchón, aunque fíjense en la hora y la fecha de este otro tuit:
@txops Nos resarciremos over there and then over there
— Gregorio Belinchón (@gbelinchon) 21 de abril de 2013
Ya sé que el festival de Málaga no motiva mucho. Pero eso de tuitear en medio de la película queda como muy feo y poco profesional. Bueno, ya que Belinchón es un pionero en El País en eso de ver películas más allá de la madrugada, vamos a confiar en él y creer que el filme empezó con retraso. Lo que tratándose de un festival de cine, y de España, no es tan extraño.
Y efectivamente, a eso de la 1:20 apareció el sufrido profesional para decir lo siguiente:
Señores del festival de Málaga, que ya sabemos que sus sesiones jamás empiezan puntuales, pero que la de las 23.30 empiece a las 00.00...
— Gregorio Belinchón (@gbelinchon) 21 de abril de 2013
Podemos seguir hilando fino sobre el tema... Casting, de Jorge Naranjo, según la ficha de la página oficial dura 90 minutos. Echen cuentas. Porque al periodista de El País no le salen.
No sé, a mi todo esto me llega gracias al excepcional troll de twitter @CarlesBoyero y el seguimiento que yo hago tiene también algo de trolleo. Es decir, que a lo mejor la película comenzó a las 23:50 y a esa hora que tuiteaba Belinchón ya estaban pasando los títulos de crédito. Pero la situación que se generó en twitter fue lo suficientemente graciosa para que mereciese ser señalado aquí.
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Tengo la sensación de que en los medios andaluces se toman muy en serio los eventos cinematográficos. En el Diario de Sevilla diseccionan todos los años a fondo el certamen de la ciudad, con un montón de artículos sobre el tema. La Opinión de Málaga hace lo propio con el suyo. Fijense en la cobertura, que aunque parezca mentira, no todo es gente guapa sonriendo a la cámara y glamour televisivo de baja estofa.
Mención especial en este repaso al diario merece Víctor A. Gómez, el crítico que debe encargarse de hacer las crónicas de las películas. Ni Ayer no termina nunca, ni Combustión, ni Casting parecen haberle gustado mucho. Las tres las despacha entre risas. Y bueno, he de reconocer que me parece un escritor con gracia. Muchos le atribuyen a Boyero eso, que aún a pesar de no estar de acuerdo con él, que escribe bien y es original. Se me escapa esa apreciación. Yo creo que Boyero es una interminable repetición de las mismas ideas y palabras, de las mismas fobias y miserias humanas. Este crítico malagueño me parece más gracioso y, a pesar de tener menos espacio, mucho más analítico. En el primer párrafo de la crítica sobre Ayer no termina nunca hace algo importante, que es separar a Coixet como personaje público y Coixet cineasta, cosa que no se suele hacer. Luego sí, a saco contra la película, quizás con demasiada vehemencia. En cuanto al pobre Calparsoro y esos intentos neoliberales del cine español por llevar a los jovenzuelos a la sala con razones poco nobles, dice: «no nos hagan creer que la culpa de los desastres económicos de buena parte del cine español es nuestra, del espectador que decide ir a ver Oblivion, con Tom Cruise, en vez de Combustión». No sé, estoy de acuerdo con la reflexión, pero como ya dije antes, Combustión está mal ubicada en este festival. Y tampoco me parece justo atizar la política del cine español en lugar de hablar de la película, de la que apenas describe nada y solo dice cosas negativas. Y esa frase para el recuerdo: «el filme bien podría ser la carta de defunción del dubstep». A Casting quizás no le zurra tanto, porque en el fondo es una película pequeña y no le ve ambiciones mayores. Dice: «hay cierto aire simpático; algo a valorar, que aquí más de uno y más de dos cogen un iPhone y se creen Rohmer».
Normalmente, entendemos lo regional y lo autonómico como espacio para que se desarrolle lo peor del clientelismo y el mamoneo. Pero ya ven, mientras en El País todo son disculpas y justificaciones acerca de la discutible selección de películas, en La Opinión de Málaga no tienen ningún remilgo en destrozar, una tras otra, las obras a concurso. En el fondo es igual. Supongo que a los organizadores del festival les da igual desde el momento en el que programan una película sin director. Lo importante es la alfombra roja.
Que Víctor A. Gómez trabaja como un jabato no se lo quita nadie. Hasta hace precríticas, donde adelanta lo que le han parecido las películas (y aún así suele tener más contenido que lo de Belinchón y lo de Boyero). Con todo, mi parte favorita de la cobertura de Gómez son sus Pildoritas festivaleras, donde se mezcla un poco de todo, siempre con mala leche y algún golpe bajo. Mejor hacerlos aquí que utilizando las películas como arma arrojadiza.
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En la última pildorita de Víctor A. Gómez se habla del corresponsal de la Fotogramas. Ya saben que las revistas de cine comercial en España están muy comprometidas con el cine patrio cuando toca hablar de fiesta y de glamour. Vean la portada del último número, destinada a ocupar los primeros puestos en las antologias del mal gusto en diseño gráfico. En la anterior entrada hablaba de lo ridículo que era que el festival de Málaga se homenajease a sí mismo, ya no les digo lo que me parece que Fotogramas considere noticiable, en portada, una fiesta que ella misma organiza. Apoyando el cine español.
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Tengo la sensación de que en los medios andaluces se toman muy en serio los eventos cinematográficos. En el Diario de Sevilla diseccionan todos los años a fondo el certamen de la ciudad, con un montón de artículos sobre el tema. La Opinión de Málaga hace lo propio con el suyo. Fijense en la cobertura, que aunque parezca mentira, no todo es gente guapa sonriendo a la cámara y glamour televisivo de baja estofa.
Mención especial en este repaso al diario merece Víctor A. Gómez, el crítico que debe encargarse de hacer las crónicas de las películas. Ni Ayer no termina nunca, ni Combustión, ni Casting parecen haberle gustado mucho. Las tres las despacha entre risas. Y bueno, he de reconocer que me parece un escritor con gracia. Muchos le atribuyen a Boyero eso, que aún a pesar de no estar de acuerdo con él, que escribe bien y es original. Se me escapa esa apreciación. Yo creo que Boyero es una interminable repetición de las mismas ideas y palabras, de las mismas fobias y miserias humanas. Este crítico malagueño me parece más gracioso y, a pesar de tener menos espacio, mucho más analítico. En el primer párrafo de la crítica sobre Ayer no termina nunca hace algo importante, que es separar a Coixet como personaje público y Coixet cineasta, cosa que no se suele hacer. Luego sí, a saco contra la película, quizás con demasiada vehemencia. En cuanto al pobre Calparsoro y esos intentos neoliberales del cine español por llevar a los jovenzuelos a la sala con razones poco nobles, dice: «no nos hagan creer que la culpa de los desastres económicos de buena parte del cine español es nuestra, del espectador que decide ir a ver Oblivion, con Tom Cruise, en vez de Combustión». No sé, estoy de acuerdo con la reflexión, pero como ya dije antes, Combustión está mal ubicada en este festival. Y tampoco me parece justo atizar la política del cine español en lugar de hablar de la película, de la que apenas describe nada y solo dice cosas negativas. Y esa frase para el recuerdo: «el filme bien podría ser la carta de defunción del dubstep». A Casting quizás no le zurra tanto, porque en el fondo es una película pequeña y no le ve ambiciones mayores. Dice: «hay cierto aire simpático; algo a valorar, que aquí más de uno y más de dos cogen un iPhone y se creen Rohmer».
Normalmente, entendemos lo regional y lo autonómico como espacio para que se desarrolle lo peor del clientelismo y el mamoneo. Pero ya ven, mientras en El País todo son disculpas y justificaciones acerca de la discutible selección de películas, en La Opinión de Málaga no tienen ningún remilgo en destrozar, una tras otra, las obras a concurso. En el fondo es igual. Supongo que a los organizadores del festival les da igual desde el momento en el que programan una película sin director. Lo importante es la alfombra roja.
Que Víctor A. Gómez trabaja como un jabato no se lo quita nadie. Hasta hace precríticas, donde adelanta lo que le han parecido las películas (y aún así suele tener más contenido que lo de Belinchón y lo de Boyero). Con todo, mi parte favorita de la cobertura de Gómez son sus Pildoritas festivaleras, donde se mezcla un poco de todo, siempre con mala leche y algún golpe bajo. Mejor hacerlos aquí que utilizando las películas como arma arrojadiza.
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En la última pildorita de Víctor A. Gómez se habla del corresponsal de la Fotogramas. Ya saben que las revistas de cine comercial en España están muy comprometidas con el cine patrio cuando toca hablar de fiesta y de glamour. Vean la portada del último número, destinada a ocupar los primeros puestos en las antologias del mal gusto en diseño gráfico. En la anterior entrada hablaba de lo ridículo que era que el festival de Málaga se homenajease a sí mismo, ya no les digo lo que me parece que Fotogramas considere noticiable, en portada, una fiesta que ella misma organiza. Apoyando el cine español.
«Urbanos, modernos y desenfadados» |
Algo que no hace en todas las entradas, por ejemplo, en la última. Es muy de cronista de festival hacer introducciones graciosas donde se habla de cosas paralelas al festival, de las vivencias del periodista y todas esas cosas. Es una fórmula que puede funcionar muy bien, aunque en casos como el de Málaga corres el riesgo de dejar al festival en muy mal lugar. Atención a lo que sigue: «El domingo es el día en el que todo el mundo en el Festival lleva cara de sueñico hasta media mañana porque las fiestas del día anterior se alargaron hasta altas horas. Los organizadores lo saben y por eso en la fiesta oficial regalaron un “kit antiresaca”, con un zumo de tomate, dos cookies y unos regalices en forma de pastillas. Pero lo mejor, sin duda, es un antifaz con la frase “Don´t disturb”». No sé por donde empezar. Si por la fórmula de usar ese sueñico para parecer agradable o dejarlo como simple anécdota y pasar a eso de que el festival de Málaga gaste su tiempo y su dinero en repartir kits antiresaca, culminadas en esas regalices con forma de pastillas. ¿Y qué opinan de ese «Don't disturb» empleado por el departamento de marketing del festival de cine español de Málaga? A eso le llamo yo defender el producto.
Por comparar, he intentado buscar la cobertura de Cinemanía, pero en la web no hay nada. Les recuerdo que esta revista nació con la voluntad de dar visibilidad al cine español, de cuando -seguramente- engañaron a ese tiburón de los negocios llamado Jesús de Polanco para que montase Sogecine y apoyase al Festival de Donosti. A falta de blog o crónicas diarias de Cinemanía, aquí les dejo el último invento del grupo empresarial, esa basura enlatada llamada El Huffington Post, un sumidero de noticias sensacionalistas narradas de manera aún más sensacionalista. Pero «de izquierdas», ¿eh? Que son «los buenos». Entrevistan a Candela Peña por su discurso de los Goya. Bueno, no la entrevistan. Como este periódico no tiene contenido y sus articulistas trabajan gratis a cambio de visibilidad, las declaraciones de Peña las transcriben de una entrevista a la cadena SER, el producto estrella de aquel monopolio empresarial que soñó Polanco. Como siempre en este periódico, lo que importa no es el contenido o la profundidad del mismo, sino generar titulares y vender esa imagen «urbana, moderna y desenfadada» que tanto le gusta a Prisa.
Sobre la extrema precariedad de las revistas de este grupo habría que hablar con mayor detenimiento, pero la imagen que da la empresa es digna de Metropolis de Fritz Lang, con los jefazos viviendo a cuerpo de rey y los trabajadores viviendo al borde de la esclavitud. Ya saben lo del ERE. Algunos no han tardado en volver a encontrar trabajo. Los que sobreviven dentro del grupo tienen que hacer su trabajo y el de los que ya no están. Y lo hacen, en muchos casos, recalificados como colaboradores autónomos. Ahora vayan a El Huffington Post a leerse todas esas noticias sobre la malvada derecha que atenta contra los trabajadores. O siguiendo con hipocresías varias, lean lo que pensaba El País del Huffington Post original antes de que Prisa pensase en hacer la versión española. «El progresismo tenía precio». Repítanlo varias veces mirando alguna de las webs de Prisa. «El progresismo tenía precio».
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Volviendo a nuestro festival favorito, otro diario de la ciudad, Málaga Hoy, realiza también una cobertura muy amplia de la cita. Voy a empezar destacando la crónica de la gala de inauguración, donde la joven actriz española Aura Garrido, copresentadora del evento, se desmarcó de los habituales modos de estos eventos y expresó: «el agradecimiento por el apoyo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, se entiende que a este festival, no al cine ni a la cultura». Seguramente no era su intención (y si lo era, mi aplauso), pero Garrido desvinculaba al festival de Málaga del cine y de la cultura.
Al igual que La Opinión, en este periódico local tienen un crítico que no se anda con medias tintas ni le va el compadreo con las instituciones. Se llama Pablo Bujalance y hace una buena introducción a Ayer no termina nunca, aunque bajo mi punto de vista se pierde al final con las valoraciones, positivas, pero muy simples. A la que no le perdona nada es a Combustión. Incluso llega a decir: «Ni siquiera merece la pena entrar en detalles críticos: basta recordar la escena en la que uno de los matones se pone a consultar el tuenti (posiblemente el pasaje más ridículo del cine español de los últimos años: si era un chiste, no tiene gracia) para que uno prefiera pensar rápidamente en otra cosa». Esa otra cosa la explica más adelante: «por qué, al final, una película como Combustión termina no sólo produciéndose y realizándose, sino también promocionándose en una plataforma como Málaga». Bueno, Pablo, aquí habría que hilar más fino. Si uno atiende tradicionalmente a lo que ha sido Málaga y a lo que recientemente han promovido que sea, es lógico que algo como lo que (parece) es Combustión aparezca en la sección festival de Málaga. Otra cosa es que si este fuese un festival responsable, con un interés cultural y no simplemente mediático, pues sí, entonces cabría hacerse esa pregunta.
Adriana Ugarte dice que Combustión no es una película machista. ¿Tú qué opinas? |
Todo el texto es muy interesante, si bien debería haberse hecho al margen de la película, que por muy mala que sea yo creo que merece una descripción más elaborada que la que le dedica. Bujalance da en el clavo al advertir que Antena 3 es la productora de la película y la principal responsable del festival. «Quien paga, manda». Lo mejor de todo llega en los dos últimos párrafos, que dan ganas de reproducirlos por completo aquí mismo. Intentaré diseccionarlo algo: «El mismo Álex González se refirió al público más joven como consumidor potencial de Combustión» y justo después, se pregunta: «¿Qué culpa tiene la juventud de que se hagan películas como ésta? ¿Tan bajo y tan necio es el concepto que se tiene hoy de la juventud española: hagamos esta bazofia para que se gasten la paga de sus papás en la taquilla?». Bravo.
Y es que en el fondo, la táctica del cine español siempre ha sido esa, el engaño. Si hay que vender una película de Fernando León de Aranoa, es porque el cine español tiene una sensibilidad social única en lugar de la frivolidad y la espectacularidad del cine americano. Si hay que defender a Torrente, a Resines y todas esas comedias post-franquistas de hombres groseros, palillo en la boca y pincho de tortilla, porque en España somos únicos, de mucha gracia y Spain is different. Y si viene Amenábar y toda esta tropa proyanki, pues por supuesto, porque somos los mejores y cuando nos ponemos a hacer cine como los americanos, lo hacemos mejor (espérense a que se estrene La mula en Málaga, que alguien lo dirá). El «cine español», como marca, nunca ha sabido establecerse, explicarle al espectador lo que quería ser, incluso qué diferentes tipos de película podría hacer. Todo aparece mezclado, sin que nadie diga: Torrente puede tener éxito, pero eso no es lo que debería ser por norma el cine español. Se celebran los éxitos como un éxito de todos. Pero son éxitos efímeros que no crean espectadores. La gran familia española. ¡Olé!
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En contraposición al penoso panorama del festival malagueño, terminó, parece que con bastante éxito (doblando el número de espectadores) el Atlántida Film Fest promovido por filmin. Mi opinión de este festival es que solo se puede apreciar teniendo en cuenta la terrible situación del cine en España. La gran mayoría de las películas tendrían que haberse estrenado comercialmente. No veo una gran labor de programación ni ningún gran descubrimiento, pero está claro que visto el panorama se puede considerar casi un triunfo.
A pesar de que en la sección oficial había un gran número de películas españolas, la victoria fue para Después de Lucía, con una mención especial para la brasileña O som ao redor.
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Otro festival que empieza ahora es el D'A barcelonés. Y me inspira sensaciones similares al Atlántida. Como en España la crítica cinematográfica solo mira a Madrid y a Barcelona, no descarten que este pequeño certamen de interés local sea elevado a acontecimiento nacional. La mayoría de sus películas, por no decir todas, ya se han visto en otros festivales de España que jamás tendrán ese reconocimiento, simplemente porque no se celebran en las capitales mediáticas de este país. ¿En serio no hay más películas que programar? ¡Si hasta hay alguna película que se ha pasado en filmin!
Lo que estoy viendo es que en todas las ciudades nacen festivales humildes destinados al público local y que apenas tienen repercusión fuera de ese ámbito. Parece que ante el desplante de los distribuidores y el gobierno, así como la irresponsabilidad total de los medios de comunicación con la cultura, los certámenes cinematográficos se convertirán en simples escaparates para que el público más interesado vea en una semana lo que antes se estrenaba a lo largo del año.
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Edición exprés para comentar algo de SUR, otro periódico de Málaga (¿en serio pueden sobrevivir tres diarios en esa ciudad?) que también tiene su especial del certamen y su crítico haciendo crónicas. Se llama Alejandro Díaz. No Alejandro Díaz Castaño (redactor de diversos medios y programador del festival de cine de Sevilla), sino Alejandro Díaz del Pino. Supongo que analizaré su labor cuando vuelva al festival una vez terminado (salvo que me encuentre con alguna noticia que merezca ser comentada de urgencia).
Diario SUR merece especial atención porque es de esos diarios pioneros que no tiene sección de cultura, sino que lo mete todo dentro de GENTE Y TV. El sueño húmedo de los responsables del festival de Málaga. No tardará El País en hacer lo mismo. Fruto de esa confluencia surge esta noticia totalmente delirante que haría las delicias de Borja Hermoso. Le quitaron la exclusiva.
A Coruña 246.146 habitantes ten La Voz, La Opinión, Ideal Gallego, DXT Campeón e Depor Sport; e tamén contaba co defunto Xornal de Galicia.
ResponderEliminarMálaga: 568.202 habitantes
Un saúdo. Cividanes
touché!
ResponderEliminarNon pretendía defender A Coruña, hehe. Con todo, La Voz e Xornal son (ou eran) de carácter autonómico e tiñan unha edición local... non sei cantos xornais andaluces hai...
Pero sí, o caso galego e, en todo, indefendible...