viernes, 26 de abril de 2013

La España del todo vale

Hemos tenido un presupuesto muy ajusJAJAJAJAJAJAJAJA
Ya es algo habitual: empiezo a desarrollar alguno de los temas que quiero tratar en este blog y se cruza una noticia que uno no puede dejar pasar. Suele estar relacionada con el festival de Málaga, que ya inicia (por suerte) su recta final. Eso sí, va de mal en peor y miren que empezó con Isabel Coixet. Ayer llegaba Gracia Querejeta, esa directora de apellido inconfundible que ha conseguido tener una carrera cinematográfica gracias a su enorme tesón y esfuerzo, sin que nadie la ayudara, no como todos esos directores independientes que ruedan cualquier cosa y encima se forran con las subvenciones.

En El País le dedican una noticia enterita a ella sola (porque habla de temas trascendentes, no como la milonga esa del tráfico humano) y ya para empezar con fuerza dice: «He sido muy feliz rodando porque rodar en España ya es una hazaña». Yo me pregunto qué cara se les queda a todos los que ruedan al límite de la supervivencia cuando un amigote de la marca «cine español» dice estas cosas. Luego baja el nivel y comenta: «He tratado de disfrutar cada segundo porque me parecía un auténtico lujo». Y eso sí que es verdad, lo suyo es un lujo. Aunque posteriormente deja bien claro lo que ella hace y lo que quiere hacer: «La industria ha llegado a unos momentos lamentables de crispación y desencuentro». Industria es esa palabra clave que para muchos va siempre delante de cine, cuando debería ir detrás. Una industria no debería crear cine, sino que el interés en los creadores podría llegar a dar lugar a una industria, que es lo que pasó en Italia en los años 50. Comenzaron poniendo cámaras entre las ruinas de la guerra y terminaron montando Cinecittá. Evidentemente, cada momento histórico es diferente e incomparable, pero se habla mucho de la estructura y de la política que hay que llevar a cabo en el cine español, pero nunca de qué «cine español» estamos hablando, porque no todo es igual.

Después hace un recuerdo emocionado de su padre y suelta otra perla: «En algún momento se ha llegado a pensar que Elías criaba directores mimados que solo podíamos rodar de una determinada manera. Yo soy el claro ejemplo de que eso no es así. Me ha dado tablas para moverme de otra manera, y no solo a su manera y en sus tiempos». Esto aparece al final del segundo párrafo. Y yo con el punto y aparte reflexioné durante unos segundos sobre la posibilidad de que a lo mejor esta directora pues había hecho una obra arriesgada en este tiempo, o algo con poco dinero, sin ayuda de productores amigos, ni nada. Algo tan tan independiente que no se vio en ninguna parte y que le cambió la vida. Por eso de las «tablas para moverme de otra manera». Pero miren a lo que se refiere: «Al no poder levantar el proyecto, driblé a la televisión en un momento bueno y los años que he pasado dirigiendo las series –empezó con Hospital Central- han sido decisivos en mi manera de enfrentarme al oficio». ¡A la televisión! ¡Jopé, qué riesgo! Y Hospital Central, nada menos. Sigue: «Creo que he conseguido sacar de la televisión lo más positivo que es la versatilidad, la capacidad de reacción en segundos, cosa que en el cine que yo había hecho antes era mucho más pensado. Me ha dado sentido de oficio, que consiste en dirigir, unas veces con más medios, otras con menos, otras incluso de encargo». Y tras esto, a mi me da mucho miedo imaginarme cómo rodaba antes Gracia Querejeta. Pero que sepan que ahora su estilo (¿?) habitual se ha visto influenciado por Hospital Central. Entro en IMDb y me fijo en que también ha dirigido episodios de Cuéntame y de U.C.O., una serie de la que es mejor no acordarse ni poner link alguno. Ahora sólo falta que vuelva Icíar Bollain y nos diga que su estilo (¿?) se ha visto influenciado por el anuncio de Campofrío

Hasta Luis Martínez, el crítico de El Mundo, se acercó a Málaga para realizar su crónica. Debe ser que es una película que genera interés. Ni idea. Hice un intento por analizar ese texto, pero se escapa a mi comprensión. Creo que es culpa mia. Si alguno tiene el atrevimiento de leerlo, le pido al menos que me explique la relación entre los títulos que pone y los párrafos siguientes.

Es la primera película de Gracia Querejeta sin su padre. De ahí todas las «penurias» que ha sufrido para levantar un proyecto independiente, personal y producido por el siempre audaz Gerardo Herrero. Sí, Gerardo Herrero, acostumbrado a ganar en Málaga por lo civil o por lo criminal.

En definitiva, mi opinión es que la industria del cine hace muy bien en quejarse, pero me parece muy mal esa confusión que, interesadamente, generan. Mezclando un montón de cosas que no tienen nada que ver. Si tú haces un cine comercial, eso no significa que sean naves especiales y gente con superpoderes tratando de salvar la civilización. No hace falta que te exhibas como un autor en peligro de extinción, que consigue hacer películas pese a todo un sistema en contra. Yo creo que mientras no exista esa reconsideración, la industria del cine español está condenada a la precariedad.

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Si el todo vale se da en el mundo del cine, ya no les digo en el del periodismo. No, no les voy a hablar de Boyero, aunque hay casos y casos. Su método es conocido: insulto películas, directores y críticos, amparándome en el articulo indeterminado y en que seguramente no me vayan a leer, y luego si me cuestionan es porque son unos nazi-estalinistas. Libertad para agredir. Libertad para insultar.

Imposible decir más mentiras en 140 caracteres.
Este método lo reproduce a la perfección Bieito Rubido, director del ABC (y autor de un libro sobre fútbol, por eso de que los periodistas son los que más saben de todo), durante estos días. Fíjense que desvergüenza. Resulta que este personaje puede insultar gravemente a una víctima de ETA en nombre de la libertad de expresión, pero si alguien le dice algo a él, se atreve a exclamar: «De Torquemadas en los medios estoy cansado». De Torquemadas sí que sabes tú bien, que vas todas las mañanas a la COPE a soltar la homilía. Miren que a mi Madina es un político que no me gusta nada, de esa vertiente «urbana, moderna y desenfadada» que tanto te dicen una cosa como la contraria, pero que lo acusen de cercanía a ETA cuando estuvo a punto de morir en un atentado, ¿cómo se come eso? ¿Hasta dónde va durar esta barra libre de los periodistas? ¿Y dónde está esa Asociación de Víctimas del Terrorismo, tan apolítica, tan defensora de los derechos de los damnificados?

Por no haber, no hay ni reacción en el PSOE, ese recuerdo lejano de un partido político, dirigido por un político que debería estar jubilado ya hace muchos años y compuesto mayormente por políticos nacionalistas que dicen no serlo o lo dicen con la boca pequeña, porque ya saben que en España el nacionalismo (el minoritario, ojo, que el de la roja, la tortilla y la paella es popular, natural y propio de la tierra) es casi sinónimo de romper España, de terrorismo y de cosas peores.

Dicen en el PSOE que van a denunciarlo, pero que le dan un deadline hasta el lunes. ¿Por qué? Pues porque es lo que le faltaba al PSOE, que el único diario de la derecha que no le zurra por todas partes, se pusiera también en su contra. O más en su contra. Una vergüenza.

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Perdonen el off-topic. Para compensar, esta crítica de Promised Land de Gus Van Sant, a cargo de Ismael Marinero, en Miradas de Cine. No es una crítica positiva, y por lo tanto no estoy de acuerdo con él. Pero es una crítica mesurada. Y habla de la crítica, pero, milagro, no de manera indeterminada, sino que cita específicamente a quienes se refiere y habla de ellos desde el respeto. Sobre el tema que trata, yo creo que Promised Land es una película comercial y tradicional, pero creo que sus ideas sobre el paisaje y sobre el pueblo americano, en abstracto, sí me parecen interesantes. El paisaje, es muy de Van Sant, y esa abstracción de América, como conjunto de valores cívicos, espero que sea algo que el director explore en el futuro.

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Crítica de Like Someone in Love en Transit. Escribe Faustino Sánchez. Me gusta también bastante, y eso que a mi el filme de Kiarostami me parece flojo. Dice algo muy interesante, al principio: «se salva cuando hace funcionar su engranaje simbólico sobre sí misma y sobre su entorno cultural». Estoy de acuerdo en eso. Bueno, de acuerdo no, porque ni aún así se salva. Pero vamos, la redención de Kiarostami pasa por ahí.

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