domingo, 28 de abril de 2013

Ombliguismo(s)

Mucho ombligo... y mucho morro.
Este blog fue creado como reacción frente a la penosa cobertura que recibió Un été brûlant, la primera película que se estrenaba en España de uno de mis directores favoritos, Philippe Garrel. Esta noticia, que yo creo importante, por eso de que un director con más de cuarenta años de carrera cinematográfica estrenase por fin una película en España, que además suponía el (supuesto) canto del cisne de la distribuidora Alta Films, fue recibida con desdén por la mayoría de medios de este país. El trato que reciben en general las películas que no se pliegan a su visión mercantilista del cine.

Como yo no suelo leer todos los medios, e intento mantenerme alejado todo lo posible de El Mundo, un amigo de Facebook me avisó de un olvido imperdonable: un blog de Metrópoli sobre cine. Este suplemento fue uno de los muchos inventos del periodista de los tirantes y las piscinas ilegales por dar una imagen «urbana, moderna y desenfadada» a su diario carca y neocon. El resultado no funcionó, porque este medio tiene los lectores que se merece, y ya con El Cultural cumplía la cuota de excentricidades para gente muy valiente que sigue comprando El Mundo teniendo al mismo tiempo un interés en algo más que el morbo y el sensacionalismo. Después, el innovador Pedro Jota tuvo la gran idea de fusionar Metrópoli con La luna, un suplemento de tendencias, naciendo un aborto increíble que creo que ya no existe. No lo sé, porque no compro El Mundo, pero en internet tienen dos webs distintas. Así que lo más probable es que ya no se imprima. Quién sabe, quizás el próximo invento de Pedro Jota sea fusionar El Cultural con Yo Dona y que lo dirija su esposa, esa mujer de gran conciencia social.

Bueno, si fueron al primer enlace, habrán descubierto que el blog lo escribe Alberto Luchini, redactor jefe de Metrópoli. Crítico malísimo e irresponsable, pero con muchos amigos. Del pelaje de Arconada y esta gente. Fíjense lo que dice en la descripción de su blog: «hay vida más allá de torrentes y avatares, queremos reivindicar los grandes clásicos, las cinematografías exóticas y desconocidas, las películas pequeñas que no llegan a los circuitos comerciales, esas joyitas que pasan casi inadvertidas por la cartelera...». Joder, con esta descripción es lógico emocionarse y pensar que podemos estar ante un blog único en los medios generalistas españoles. Compárenlo con la introducción del blog de Oti: «Cualquier cosa que le pase a usted hoy, tenga por seguro que ya le ha pasado a Bogart, a Cary Grant, a Marilyn Monroe y a Rintintín… Algunas ideas para que el día funcione a veinticuatro imágenes por segundo». Pero claro, luego empezamos a leer y se descubre que la cosa no era tan así.

Luchini tiene una buena oportunidad de demostrar sus intenciones en la última entrada, dedicada a Un été brûlant y Ayer no termina nunca. ¿Pero saben cómo se titula? Ombliguismos. Ya ven, entran en un blog que dice defender el cine pequeño, el cine diferente, el cine que no tiene las mismas oportunidades en esos medios voraces de noticias y cotilleos y ¡zas!, hostiazo al canto a dos películas que perfectamente se ciñen a esa descripción. Vamos a pasar de todo lo que dice de Isabel Coixet (aunque tiene tela, léanlo si tienen tiempo libre), a la que ya le he hecho mucha publicidad, y nos concentramos en Garrel.

Para empezar, escribe: «el francés Philippe Garrel da con "Un verano ardiente" toda la razón a los distribuidores españoles, que hasta ahora no se habían atrevido a estrenar ninguna película suya». ¡Bravo! Yo a esto le llamo defender «las películas pequeñas que no llegan a los circuitos comerciales, esas joyitas que pasan casi inadvertidas por la cartelera...» con convicción. Para que luego digan que los críticos no influyen en las decisiones de los distribuidores. No sé si lo hacen realmente, pero desde luego los periodistas lo intentan con todos sus medios. Luego lloran cuando cierra Alta Films, pero esta es la realidad: dejarle bien claro al distribuidor y al posible espectador que estas películas no deberían ni estrenarse. Que no es cosa de opiniones, de que a mi no me guste. Que no las estrenen.

Sigue el delirio: «El principio de la película es aterrador: un tipo junto a un coche y, a continuación, un plano fijo de medio minuto de la exuberante Monica Bellucci desnuda sobre una cama». He subrayado la palabra aterrador porque por más vueltas que le he dado y por muchas situaciones en las que me pusiera, he sido incapaz de comprender cómo una mente enferma podría considerar aterrador ver a Monica Bellucci desnuda durante medio minuto. No sé, quizás alguna feminista radical contra la explotación de la imagen femenina, pero creo que el plano de Bellucci no es pornográfico, ni siquiera erótico. Es un desnudo muy natural, donde prima la belleza de la luz y la elección del encuadre. El propio Luchini le da vueltas al asunto y dice «todavía no consigo entender qué pinta en la película»

Aún queda lo mejor: «A partir de ahí, una sucesión de planos en los que Garrel intenta demostrar que es un genio (y va a ser que no), trufada de reflexiones políticas, existenciales, religiosas y sentimentales con la que el director pretende que compartarmos su rico mundo interior». Me hace gracia que se refiera a «planos» y no a situaciones, escenas o algo así. Ya ven que la descripción es pormenorizada y el intento por comprender «las películas pequeñas que no llegan a los circuitos comerciales, esas joyitas que pasan casi inadvertidas por la cartelera...» es profundo y lleno de matices. Yo no sé si Garrel pretende que compartarmos (sic) su rico mundo interior, pero al menos sí mostrarlo de una forma honesta y clara. El comentario de Luchini no es ni una cosa ni la otra, y simplemente pretende partir de su autoridad como crítico de cine para decirle a la gente que no vaya a ver estas películas.

La anterior entrada del blog es otro delirio importante. Está dedicada a Promised Land de Gus Van Sant, otro film muy protagonista en cinefobia(s). La supuesta comercialidad y simplicidad de esta última obra del director norteamericano hacen que Luchini saque su lado cinéfilo hardcore. Ojo a lo que dice: «Un filme aparentemente comprometido disfrazado de fábula pero, en realidad, una colección de tópicos pseudobuenrollistas destinada al gran público y cuyo único objetivo es hacer caja, aprovechándose del tirón de su protagonista y escritor, Matt Damon». Yo después de esto pensé «vaya psicópata Luchini». No hay quien entienda a este hombre. 

Crítico cinematográfico y gastronómico. Lo mismo para El Mundo
Pero lo mejor de esta entrada no es ese hostiazo que le mete a la película, sino el estudio que hace de la carrera de Gus Van Sant (GVS). Ya sabrán que el tópico extendido entre la crítica cinematográfica es que hay dos Van Sant: uno comercial y adaptado al sistema, y otro radical y experimental. Yo no creo que esto sea cierto. Más bien GVS es uno de muchos directores que desde el cine independiente fueron entrando poco a poco en el sistema hasta hacer cine oscarizable (lo que no es malo de por sí), con la diferencia de que el director de Portland se tomó un hiato de una década para hacer unas películas totalmente alejadas del sistema, a las que no tiene pinta de regresar. Pero bueno, aceptemos esa dicotomía, porque atención a lo que dice Luchini. Primero alaba a Drugstore Cowboy, que dice que confirmó a GVS como «como uno de los cineastas más revolucionarios de su generación». Hombre, yo creo que esa película, que me gusta mucho, no deja de ser una de las cumbres del cine indie, con todo lo bueno y malo que tiene el concepto. Me explico: es una película con una clara linealidad narrativa y con un discurso centrado en algún tipo de minoría o inadaptados sociales a los que el cine independiente les prestaba atención. De ahí a decir que es revolucionaria, pues me parece demasiado. Lo mejor está por llegar: «Luego fueron llegando más películas, algunas más conseguidas que otras, que incidían en un discuso tan personal y radical como innovador». Y hombre, tras Drugstore Cowboy aún quedaban años para lo que se llamó la trilogía de la muerte. Luchini opina distinto: «Entre ellas destacan "My Own Private Idaho" (1991), o cómo trasladar el universo shakespeariano al submundo del lumpen y la prostitución masculina homosexual; "Todo por un sueño" (1995), una crítica acerva de la telebasura y la obsesión por la fama que resultó ser una adelantada a su tiempo; y "Elephant" (2003), estremecedora reconstrucción de la matanza de Columbine, reconocida con la Palma de Oro del Festival de Cannes». Vamos, que para este crítico (por llamarlo de alguna manera) las películas radicales de Van Sant son... ¡¡¡My Own Private Idaho y To Die For!! Primero, no sé qué lleva a Luchini a escribir algunos títulos en castellano y otros en el original inglés. Pero, lo más importante, ¡¡qué nos está contando este hombre!! Yo no sé en qué mundo vive si To Die For le parece una película radical e innovadora. Quizás es por eso que los críticos ven una película de Kiarostami y no aguantan ni cinco minutos. Para experimentos ya les llegan los thrillers con Nicole Kidman. Por supuesto, ni Gerry, ni Last Days, ni Paranoid Park existen. ¿Qué es lo que hace Luchini? Pues conociendo únicamente el cine de GVS de manera parcial (lo que no es un problema) trata de meter con calzador una idea que ha sacado de otra parte a su experiencia con el director. Penoso. Y luego habla de ombliguismo. El suyo el primero, incapaz de ver más allá de lo que él conoce. Ya saben que los críticos se quieren mucho a sí mismos, que nadie puede contradecirlos. Aquí tenemos un ejemplo llevado al extremo. ¡El radical Van Sant haciendo To Die For!

En esa pasión que mueve a Luchini por defender «las películas pequeñas que no llegan a los circuitos comerciales, esas joyitas que pasan casi inadvertidas por la cartelera», le dedica una entrada llena de alabanzas a Notting Hill. En el último párrafo le da tiempo a despotricar contra To the Wonder: «No me extenderé sobre lo insoportablemente tedioso que resulta el último delirio megalómano de Terrence Malick». Ya saben, no todo son torrentes y avatares, que también hay que defender nottinghilles y poner a caldo el cine pequeño, el falso, eh...

-

El crítico más ombliguista de este país, el imprescindible Carlos Boyero, escribe su homilía semanal dedicada a los tarados que todavía le hacen caso. Uno de esos textos que no tratan sobre cine, sino sobre la existencia misma, donde el opinador pretende mostrarse como el hombre más progresista y duro sobre la tierra, algo que ya he intentado demostrar que no es del todo cierto.

En esta ocasión, atiza al insoportable Carlos Soriano, uno de los muchos matones del PP. Gente despreciable que tiene el gobierno para hacer de escudo de Mariano Rajoy, soltando consignas ultras para fanatizar a la audiencia, que sus seguidores los sigan con mayor fervor y sus detractores les lancen más piedras. A mi me hace más gracia Alfonso Alonso, el portavoz en el congreso, un auténtico cabeza rapada, tan burro que a veces le manda hostiazos ¿involuntarios? a Mariano Rajoy. El texto de Boyero, si no lo escribiera un hipócrita como él y si no tuviera ese lenguaje pomposo y totalmente falso, pues quizás tendría un pase, porque este Floriano es todo un personaje.

Pero lo mejor es el final. Ya expresé muchas veces que Boyero al final solo habla de sí mismo, porque es una persona tan ignorante que no sabe de nada. Muchos de sus textos dan para análisis profundos de una psique tan enferma. Este no es la excepción. Miren cómo termina: «Y el tal Floriano no tendrá que rendir cuentas ante nadie por su barbaridad, por agredir de forma tan cruel al sentido común, por su obsceno convencimiento de que sus oyentes son idiotas». Cambien Floriano por Boyero y oyentes por lectores... et voilà.

-

Siempre comprometido... bueno, no siempre...
Ayer traté el tema de Bardem y esa inexplicable pasión de El País hacia él. Lo tienen como un producto exportable, imagino que a cambio de futuras exclusivas y esas cosas. Llegaron a poner en el portal de su sección de cultura la exclusiva del nacimiento de su hijo. Cosas así. Muy curioso ha sido también el tratamiento del caso Bardemcilla. Para los que no sepan que es esto, les explico que la Bardemcilla era un bar que el clan familiar tenía en Madrid y que parece ser que controlaba Mónica Bardem, la única de la familia que no se ha dedicado al mundo del espectáculo (lo intentó, no lo duden), sino a aprovechar el nombre para otro tipo de negocios. Parece que en la hostelería no tuvo suerte, porque la Barcemcilla cerró y aplicó sin ningún miramiento un ERE bajo las tan humanas y consideradas reglas de esa bendita reforma laboral que el PP hizo para salvar a España.

Pero miren el tratamiento del tema en El País, ese periódico que dice ser progresista, de izquierdas, de estar siempre con las víctimas, entre otras muchas mentiras. La primera noticia que publicaron sobre el tema fue esta. Lean el titular. La noticia no es que once trabajadores se van a la calle. Tampoco que la familia Bardem despide a trabajadores. No, la noticia es que «Los Bardem explican los motivos del cierre de ‘La Bardemcilla’». Ahí, El País, con el poderoso, el fuerte, el famoso. La noticia es terrible. Viene sin firmar, pura línea editorial del periódico y sólo ofrece el punto de vista del dueño. El País del lado del empresario, como es desde hace mucho tiempo, aunque lo quisieran tapar. Hace un par de semanas aparece otra noticia en el diario. En esta ocasión, sacada de la agencia EFE, donde señalan el acuerdo triunfal de la familia Bardem, que indemnizan a sus trabajadores por encima de lo que marca la ley. Y punto.

¿Qué interés tiene El País en la familia Bardem? ¿A qué se debe esa protección y promoción casi fanática hacia la figura de Javier Bardem? No sé si es que son accionistas o algo del periódico, pero me parece una situación escandalosa. Vuelvan a leer la primera noticia del caso Bardemcilla. Y vayan al archivo de El País, porque no hay una noticia anterior, no hay declaración alguna de los damnificados. Bueno, para periódico los damnificados es la propia familia Bardem, difamada injustamente, cuando realmente son unos augustos progresistas.

-

En este blog yo defiendo que muchas películas interesantes no se estrenan debido a que los distribuidores tienen miedo de las críticas terribles que escriben los medios. Antes ya han visto como el infame Luchini amenazaba a los compradores por estrenar cosas como Un été brûlant. Y es una constante en la crítica. Si estrenas una película diferente, los críticos te destrozan y los espectadores tienen miedo de ir al cine. Fracaso asegurado.

Hay gente en twitter que me dice que esto no es así. Esto es una impresión que tengo yo, claro. Mi opinión. Y yo no soy nadie, sólo un cinéfilo. Pero miren lo que opina alguien que de este negocio sabe bastante más que yo, y que además es periodista, así que algo conocerá porque se mueve en ese mundo: 

Habrá que buscar esas declaraciones de Fotogramas...

-

Por relajar un nivel de cabreo, vamos a hablar del que posiblemente sea el mejor blog de cine de la red. Se llama Kino Slang y lo lleva Andy Rector. Está en inglés, pero es una maravilla en cuanto a contenidos y estilo. Acaba de actualizarse con una serie de declaraciones de Jacques Tati. Imprescindible.

-

Gracias a las estadísticas del blog, he visto que me han llegado los dos últimos días bastante visitas del focoforo, un foro privado al que no se puede entrar salvo por invitación. Gracias por las visitas. Me dicen que me caen unos palos buenos aunque yo no lo puedo comprobar ni defenderme de primera mano. Aquí tienen abiertos los comentarios si me quieren decir algo.

Si leen todas mis entradas, siempre señalo que esta es mi opinión, que se puede estar de acuerdo o no. Es un blog de opinión, sin intereses económicos. Apenas tiene trascendencia. Me hace gracia que una opinión que se escape de la norma genere siempre tantos odios, mientras que el discurso oficialista continúa a paso firme, pisoteando a todos los que no piensan igual. Yo creo que toda opinión que trate de atacar al pensamiento único está bien. Creo que pongo los suficientes links y desarrollo mis opiniones lo suficiente para que, al menos, lo que diga no parezca caprichoso. Yo, por supuesto, acepto y respeto los que piensan de manera contraria. Lo que no respeto es la hipocresía, la corrupción y la manipulación interesada de los grandes medios. Y se puede comprobar de que, además de mis opiniones, siempre que puedo pongo a disposición otro tipo de opiniones contrarias a la mia que considero valiosas y dignas de mención.

8 comentarios:

  1. La entrada sobre Tabu tampoco tiene desperdicio. A este tipo le echa de la sala cualquier cosa.

    ResponderEliminar
  2. ¿Para cuándo un post sobre el DA?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Salvo que me encuentre algo muy infame no creo que haya post sobre el D'A. No me interesa. Pero ya han salido un par de sueltos sobre el tema.

      Eliminar
  3. No sé lo de "gente de twitter" que no opina que los críticos puedan destrozar películas pequeñas va por el intercambio que tuvimos. Por si acaso, lo que dije es que no porque un crítico de un gran medio defienda una película pequeña se va a salvar el cine pequeño.

    El blog es de humor...con algo de tomate :P

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. me lo han dicho varias personas y no solo en twitter. También en persona. Siguiendo lo que dice Belategui, si Boyero se carga una película pequeña, ya hay pocas posibilidades de comprarla, entonces esa película está condenada. Si en lugar de destrozarla por todas partes se le otorga el beneficio de la duda y se señalan los posibles aspectos interesantes que podría tener para un espectador diferente (que yo creo que es lo que debería intentar la divulgación cultural), esa película podría estrenarse e incluso salvarse. Tampoco estoy diciendo que porque el crítico la ponga bien, van a ir dos millones de personas. Pero si despierta su curiosidad, alguno sí que irá, y para una pequeña película ya será un triunfo.

      El tomate es la retranca gallega...

      Eliminar
  4. ¿Y qué edad le pones a ese alguien? Yo creo que a estas alturas solo la gente joven puede *descubrir* esas películas, y tienen muchos otros medios para llegar a ellas antes que los periódicos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, hay un público mayor de 50 años que vería una película de Garrel antes que Combustión, Iron Man 3, Oblivion y el 95% de las películas de la cartelera. Teniendo en cuenta que es un público acostumbrado a la consumición en cine desde pequeño (no conocieron el video doméstico en su infancia), es el actual consumidor potencial. Durante años se le apartó del cine porque los adolescentes eran mayor negocio. Ahora eso se acabó, porque adolescentes y veinteañeros se descargan todo y, encima, con el paro juvenil que hay no tienen poder adquisitivo.

      Garrel, que es una persona de 60 años, cuadra mucho mejor con el público adulto. Gente que no se crió con Star Wars y derivados, y cuando en la televisión ponían a Dreyer en horario de máxima audiencia y locuras así. Y a Garrel lo van a "descubrir" por el simple hecho de que nunca se ha estrenado una película suya. Y la última creo que es lo suficientemente convencional en lo narrativo para que no les expulse.

      Yo te pongo el ejemplo de mis padres y sus amigos, que quedaron maravillados con Le Havre, una película que no conocían de nada y que descubrieron por casualidad porque yo se la recomendé (y porque se estrenó milagrosamente donde vivo)

      Eliminar
  5. Claro, yo pensaba en el ejemplo de mis padres, mis tíos y sus amigos, a los que no veo aguantando hasta el final de Le Havre.

    Pero puede ser.

    ResponderEliminar

Hay una estricta moderación de comentarios, así que si vienes a insultar al menos hazlo desarrollando un argumento.