viernes, 31 de mayo de 2013

Periodismo, tierra de nadie

Tunear coches y bailar reggaeton, malo. Delinquir ebrio en Las Vegas, bueno
Día de estrenos y día de cinefobias. La semana pasada me alegraba de que El País no dedicase una entrada a Fast & Furious 6. No por la calidad de la película, sino porque creo que las páginas de cultura de un periódico se pueden dedicar a películas que las necesitan más que un blockbuster que tiene muchísima visibilidad e impacto mediático. Pero parece ser que me equivoqué al hacer esta valoración y lo que realmente pasa es que hay un prejuicio cultural por parte del periodismo de este país hacia esos ladrones de coches obsesionados por el tuning y el reggaeton. Ya lo vimos en el post de la semana pasada, donde Carlos Marañón y, sobre todo, Oskar Belategui, arremetían contra ella. Esta teoría se refuerza esta semana, donde otro blockbuster tan gigantesco como Fast & Furious 6 sí merece lugar en los diarios españoles. Se trata de The Hangover Part III, surgida del mismo modelo de negocio que la anterior, con hechos tan cuestionables como la anterior (tres amigos emborrachándose hasta la amnesia en Las Vegas), pero por alguna razón mucho más valorada. Bueno, mucho más valorada tampoco, porque Jordi Costa dice en El País: «Phillips ha hecho un trabajo correcto y eficaz, pero no tocado por la gracia» y también que un par de gags muy buenos «salvan una película innecesaria». Innecesaria salvo para el que decide de qué estrenos se habla cada semana en El País y qué espacio les corresponde, claro. También debe ser muy necesaria para El Mundo, porque es de la única película de estreno de la que hablan en ese reducto para la farándula y la polémica más banal en el que han convertido su sección de cultura. El texto de Luis Martínez no está mal, aunque tienes la sensación de que está continuamente tratando de justificar las malas opiniones que puedan surgir a propósito de la película. Cierra con una frase que se ajusta mucho a la línea editorial de El Mundo: «El buen gusto, en efecto, apesta».

La única película que se escapa al esquema de estrenos americanos y alguno español de vez en cuando que mueve nuestra taquilla es The Thieves, renombrada en España El gran golpe, película que arrasó en Corea, pero que aquí se estrena de manera discreta. También arrasó en Sitges, donde gustó a todo el mundo. Pero parece que esas cosas solo valen si la película es americana y se puede explotar en el sentido que les interesa a las multinacionales. Que una película destroce la taquilla en cualquier otra parte del mundo que no sea EEUU, no cuenta para nada, salvo fenómenos aislados como alguna comedia francesa. Corea, esa filmografía que conocemos de manera tan exhaustiva (según el periodista de El Cultural Juan Sardá), siempre estrena películas en España con nocturnidad. Y si no eres de Madrid o Barcelona casi será mejor que te olvides.

The Thieves es una película comercial y con poca chicha, pero bien realizada que podría haberse estrenado de manera más amplia si no existiera un prejuicio cultural hacia lo asiático. De hecho, las críticas en España no han sido malas, aunque hacen lo mismo de siempre con las películas que son de cinematografías raras: estar todo el rato comparándolas con su supuesto equivalente occidental. Esto tampoco es malo per se, el mismísimo Donald Richie lo hacía en su imprescindible libro sobre cine japonés. Pero si tienes quinientos caracteres, no los gastes en decir «se parece a...». Si la semana pasada ocurría esto con Hong Sang-soo, al que se le convertía en hijo directo de Rohmer o incluso de Woody Allen, a la película de Choi Dong-hoon le ha tocado ser descendiente de Ocean's Eleven. Javier Ocaña dice en El País que «no será difícil que la inmensa mayoría de las críticas hagan referencia a una comparación que no es cliché sino realidad». Me gusta el final, con esa afirmación tan rotunda para la que imagino que además de haber estudiado bien la película, se habrá informado convenientemente sobre las aspiraciones y motivaciones del director.

Esto último lo digo porque ayer en tuiter me llegaba redirigido por alguien el siguiente comentario:
Y efectivamente, si vamos a la entrevista de CineAsia, el director dice: «En realidad a mí me gustan más las películas de robos y crímenes que ya existían antes de Ocean’s Eleven, por ejemplo Rififi (Jules Dassin, 1955) o La Jungla de Asfalto (John Huston, 1950)». Lo cual, tampoco voy a ser quisquilloso, son las palabras de un director, que pueden estar muy lejos del resultado de la película. Yo no creo que se parezca a Ocean's Eleven, pero tampoco a The Asphalt Jungle. Simplemente, si los críticos españoles tuvieran una formación tan importante en cine asiático como la que tienen en cine americano (bueno, eso es irreal, pero algo más equilibrada), estas comparaciones no se harían tan a la ligera. Ahora con internet no creo que haya excusas. Si os descargáis series para verlas al minuto siguiente de ser emitidas, también podéis bajaros un par de películas asiáticas. Y que no me hablen de que las películas asiáticas no tienen el mismo interés mediático, ni que a la gente le interesan menos. Este tuit de CineAsia es muy revelador:
Por ejemplo, si nos guiáramos por este supuesto interés general que parece decidir de qué se habla y de qué no, ¿qué razones hay para hablar tan poco de The Thieves (exito sideral en Corea) y tanto de 360, la película de Fernando Meirelles que en su estreno americano no acumuló ni cien mil dólares? Pues que la segunda es norteamericana y tiene a actores famosos. La primera se estrena con cuatro copias, la segunda con cincuenta y nueve. Por lo tanto, no hay ningún tipo de lógica empresarial o comercial, simplemente censura ideológica e incluso racial. A España no le gusta lo coreano (pese a que somos conocedores exhaustivos de su filmografía), sino lo americano, parecen decirnos. Ya piensan ellos por nosotros.

-

Con todo, la que parece ser la película más interesante de la semana es Terra de ninguém (Tierra de nadie en España), la película portuguesa de Salomé Lamas que con valentía ha estrenado Abordar Distribución. ¿Una película portuguesa? ¿Estrenándose comercialmente en España? Tiene trampa, no se crean, porque es un documental sobre un soldado mercenario que en uno de sus muchos trabajos estuvo a sueldo de los GAL, aquel invento de alguien del PSOE (todavía no está muy claro quien) para acabar con ETA de manera fácil y rápida. Vamos, que quizás sin esa temática no se hubieran atrevido a estrenarla, porque recibirían un silencio y desprecio absoluto por parte de los medios.

Ana Pastor, tras esto, se hubiese quitado el velo.
Curiosamente, El Mundo, que cada poco tiempo agita el cadáver de los GAL para seguir colgándose medallas, no habla de la película (aunque todavía no han actualizado El Cultural de la semana, quizás allí sea el tema principal). Yo creo que Pedro Jota no se ha enterado. O a lo mejor está molesto porque no le hayan contratado como guionista. O como protagonista, vaya usted a saber. En El País sí que le dedican espacio, hasta dos textos. Por un lado, Juanjo Abad realiza un artículo periodístico muy responsable y acertado, recogiendo declaraciones del protagonista y de la cineasta, y hablando de la forma en la que se construye la película; y por otro, Javier Ocaña realiza una de sus habituales críticas mamporreras donde no hace más que atacar la película. Yo no la he visto, pero ojo a lo que dice Ocaña: «Sin embargo, los documentales suponen un largo camino que exige una búsqueda constante, y ahí la también portuguesa Lamas fracasa. La forma de ensamblar sus manifestaciones, quizá auspiciada por una equivocada concepción de la austeridad, no es más que un escondrijo para enmascarar su pereza, no ya como cineasta, sino como periodista, escondiendo en un enigma lo que solo exigía investigación». Tras leer esto, yo tengo la sensación de que lo que quería el crítico era algo así como una de esas entrevistas de Ana Pastor donde se dedica a atosigar al entrevistado, interrumpiéndole y negándole la palabra, realizando juicios de valor. Vean si no el sensacionalismo que mueve a Ocaña: «aunque haya que quedarse con momentos desaprovechados, como el que, tras una pregunta inquietante y un gesto fuera del objetivo de un miembro del equipo, Figueiredo, condenado en Francia por atentado del bar Batzoki, le espeta: “A mí no me mires con esa cara que te retuerzo el pescuezo”». ¿Qué quería el crítico de El País? ¿Que el protagonista se liase a puñetazos con el equipo técnico.

Hay gente que me llama loco o demasiado exigente con las críticas que hago. No debo ser el único, porque en los comentarios de la crítica de Ocaña, un lector piensa lo mismo que yo. Y nos recomienda otro comentario acerca del film mucho más responsable. Les recomiendo que lean este último y decidan a partir de él si merece la pena ver la película.

Si no quieren leer tanto, un comentario algo más corto, pero también muy descriptivo de lo que van a ver, escrita por Manuel J. Lombardo en su blog.

-

Jonas Trueba actualiza su interesante blog de El Mundo (para ser en este periódico podría decirse incluso que es heroico) con una entrada titulada Política y cinefilia, donde parte de la entrevista que le hicieron a Alfonso Guerra en la revista Sofilm. Es muy interesante el análisis que hace, donde iguala la deriva política a la deriva cinéfila. Así, Guerra en su juventud conocía a todos los grandes autores europeos y las películas más vanguardistas (bueno, quizás las más vanguardistas no, pero sí películas alejadas por completo de los circuitos comerciales), sin embargo, sobre el cine actual habla de películas norteamericanas (aunque sea para mal). Es algo muy común en la cinefilia de este país. Todo el mundo sabe quienes son Bergman, Fellini, Antonioni o Tarkovsky (bueno, de oídas), pero pocos saben si existen equivalentes similares hoy en día. El empobrecimiento de la taquilla y la irresponsabilidad de los críticos creo que es la clave. En el fondo, Guerra, cuando se declara viscontiniano ya lo explica todo. El director que comenzó filmando a los pescadores sicilianos y terminó haciendo wagnerianas producciones sobre la decadencia de la aristocracia. Como el PSOE.

-

En la anterior entrada decía que Oskar Belategui era un tuitero habitualmente mesurado y analítico, pero parece que fue una apreciación bastante superficial y equivocada por mi parte. El responsable del twitter oficial de la revista Cinema ad hoc tuvo la amabilidad de sacarme de mi error, citándome algunos tuits que reproduzco a continuación.
 Esto daría para un cinefobias para él solo. Pero para analizar el primer tuit, váyanse al suelto dedicado a Terra de ninguém de Salomé Lamas. Se resumiría así «Comprad el puto periódico para leer la crítica de Javier Ocaña si no quereis que solo existan blogueros que trabajan en pijama desde casa de sus padres y escriben críticas como las de Cine Maldito». ¿Es eso? Para comprar el puto periódico, primero ese periódico tiene que ofrecer información interesante, y no solo telepromociones y ataques a la excepción cultural. Puede que Belategui se refiera solo a algunos periódicos, pero entonces debería especificar. Yo creo que muchos periodistas de los periódicos piensan que por su cara bonita ya merecen todas las alabanzas del mundo. Y eso de que la culpa es del comprador, no es muy buena campaña para vender tu producto. El último que hizo eso fue Julio Fernández, presidente de Filmax, productora que está como está. Seguramente la piratería tendrá culpa, pero acusar a los espectadores potenciales de piratear no es una buena manera de sobrevivir.

El lector y comentarista habitual de este blog, Roberto Morato, también me pone sobre aviso del patinazo de Belategui, que puso a parir Fast & Furious 6 y a sus espectadores, a los que llamó chonis y canis, pero hacia Combustión de Calparsoro tuvo otro tipo de comportamiento:
Aquí mis críticos tienen la oportunidad para despellejarme. Yo habitualmente critico que se defienda el cine americano frente a los demás, y aquí Belategui hace al revés. Bueno, puede ser, aunque ya hemos visto que Fast & Furious es un caso especial, no sé por qué. Quizás es el prejuicio cultural del que hablaba, quizás es que la distribuidora no cuida tan bien a los medios como otras. Mientras que en el cine español, todos los críticos tienen sus amigos. No me parece mal que defienda Combustión, pero hombre, que luego no se cague en Fast & Furious. Eso sí, si Combustión fuese coreana, los críticos se pelearían por ser los primeros en decir que es la Fast & Furious coreana (y ponerla a parir). Pero es española, y la cosa cambia.

Siguiendo con el tema Belategui, mención aparte merece esta serie de tuits donde el periodista vasco llama descarga ilegal... ¡a una descarga que es legal! Es decir, identifica el medio (el protocolo torrent) como algo ilegal, cuando realmente es una herramienta totalmente ilegal en la que a veces (la mayoría de las veces, no nos vamos a engañar) se ofrece contenido ilegal. Pero aquí está el problema de muchos críticos, que criminalizan abiertamente supuestos que no son tan evidentes. Bueno, en este caso es evidente que es legal. Incluso, muchas veces, algún periodista acusa a los productores y responsables de cine de adaptarse poco a los nuevos medios. En el caso de El cosmonauta parece que se han pasado de vueltas utilizando el malvado torrent, que se han adaptado demasiado. Quizás no sea tan grave lo de Belategui (aunque unido a todo lo anterior debería preocuparse), pero creo que habría que tener más cuidado con la expresión «ilegal».

Yo no tenía pensado ver El cosmonauta, pero mira, ahora que veo que cuentan los torrents como si fuesen espectadores, me la voy a bajar por torrent. Y espero verla, aunque luego muchas veces pasa lo de siempre, que descargamos mil películas y después solo vemos una décima parte. Esto no es culpa de los vicios de las descargas, también me pasa con las películas en DVD (¿alguien se vio entero el pack integral de Alexander Kluge?) y para mi vergüenza les diré que en una ocasión compré una película en Filmin... ¡¡y al final no la vi!! Pero bueno, confío en ver El cosmonauta (otra cosa es que me guste o no), pero bravo por la iniciativa y por no criminalizar el torrent. En The Pirate Bay se puede encontrar.

-

Llegó el día en que un crítico se acercó a mi blog para acusarme de matón y de malvado. Pueden leer sus comentarios en esta entrada. No es una de las grandes estrellas, pero sus argumentos son valorados de la misma manera, claro. Aquí no hay criterios de autoridad, y tanto vale el último bloguero como el periodista mejor pagado. Bueno, no nos pasemos, vale más el último bloguero, que el periodista (de cine) mejor pagado debe ser Boyero y nadie merece ser comparado con él. Yo a veces puedo soltar un pequeño insulto pero jamás denigraría a nadie comparándolo con el crítico estrella.

Eso sí, Emilio Doménech me acusa de cosas que yo no he dicho y mezcla unas cosas con otras para atacarme. Conviene leerse bien las entradas antes de decir en twitter que quiere bajarse los humos. También dice en su twitter que en algunas cosas tengo razón (aunque no especifica cuáles), pero que me desacredita mi lenguaje. Bueno, insisto en que este es un blog de humor con comentarios agresivos, no creo que sea peor que lo que se dice en un Caiga quien caiga o en El intermedio, aunque esos programas parece que están bien porque atacan a la derecha, pero yo como critico al corporativista gremio del periodismo, soy un diablo.

De todas formas, hay buenos amigos que también me dicen que a veces me paso de frenada y que no les gustan algunas cosas que digo, por ser muy agresivas. Así que para que nadie se parapete en mis supuestas malas formas para obviar los comentarios que hago, voy a intentar reducir el nivel de agresividad, aunque con margen para la retranca, claro.

martes, 28 de mayo de 2013

Cartelera enriquecida (con uranio y kryptonita)

Ya saben que lo que más les gusta a los medios de comunicación españoles es colgarse medallas. El mejor ejemplo es la prensa deportiva. Marca y el resto de periódicos hacen mil exclusivas diciendo que el Madrid y el Barcelona ficharán a decenas de jugadores. Si al final contratan a uno, siempre dirán aquello de "como adelantó...". Pero igual de frustrante es ver cómo los diarios y revistas se consideran adalides de una causa por una información que apareció en la esquina de la última página. En las revistas de cine comercial, el cine de autor y el cine español ocupan un espacio reducidísimo, salvo casos muy excepcionales. Si eres Lars Von Trier y haces una película porno con Charlotte Gainsbourg, pues seguramente tengas espacio. Si haces una película sobre dos lesbianas con cuerpo de supermodelos, pues también. Si haces una película de cruising con homosexuales gordos entrados en años, pues a lo mejor ya no. Todo es una táctica de mercado.

Pero al final, contra el dinero nada puede hacer, ni Von Trier, ni Haneke, ni Tarantino ni ninguno de esos autores que se pueden exprimir comercialmente. Cuando salió lo del cierre de Alta Films, en seguida comenzaron a proliferar artículos sobre lo triste de la situación, sobre lo empobrecida que quedaría nuestra cartelera y sobre el apocalipsis que se acercaba. Eso dura lo que dura. Es decir, poco o nada. Como Cannes, que durante dos semanas hablamos de cine de autor, pero en cuanto termina ya volvemos a lo que interesa. Vean, vean:

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No, son dos revistas con la misma portada!
Las dos revistas más vendidas de nuestro país arrodillándose ante el amo y señor americano. Fíjense en el titular de Fotogramas, poniendo «la exclusiva más completa». No sé exactamente a qué se refieren (ni pienso averiguarlo), pero en principio por lo señalado en portada no parece que tengan más que su revista rival. Ya cuando dicen que su exclusiva es «la más completa» dan a entender que hay otras menos completas. En ese caso, no sería una exclusiva. Cinemanía por su parte, para mostrarse más fiel, le dedica toda su portada al nuevo Superman. Bueno, no manipulemos. Cinemanía defiende la diversidad y las diferentes formas de ver el cine, por eso en la parte de arriba dedica espacio a Danny Boyle, Sexo en Nueva York, Will Smith y «el truco de Hollywood», sea lo que sea esto último. Por su parte, Fotogramas en la portada también habla de Boyle, de Monsters University, del Rat Pack de Frank Sinatra, de Zach Galifianakis (por The Hangover 3) y remata con 36 Súper (rimando con el tema de la portada) hits contra el calor.

¿Cartelera empobrecida? ¿Dónde? La culpa no es suya, ¿eh? Las revistas hablan de lo que se estrena. Bueno, este mes estrenan películas Olivier Assayas, Margarethe von Trotta, Xavier Dolan o Richard Linklater. Pero, ¿qué más da? Si eso no le interesa a nadie. Y si les interesa ya tienen dentro de la revista una crítica de quinientos caracteres y un artículo resumiendo el argumento. El simil con los periódicos deportivos no es banal. Los periodistas hablan continuamente que España se ha convertido en una liga de dos equipos, y que el resto no tiene nada que hacer. Pero cuando abres un periódico o escuchas un programa de radio, lo único que hacen es hablar de esos dos equipos. Hablan antes y durante más tiempo de los calzoncillos de Cristiano Ronaldo que de los partidos de otros equipos españoles. Y ya no me meto en otros deportes. ¿Les suena

Quizás por el parecido entre la prensa cinematográfica y la futbolística (más que deportiva), la cuenta de twitter del máximo responsable de Cinemanía se llama @futbolycine, como ejemplo perfecto de lo bien que casan los dos métodos. Recientemente, Carlos Marañón nos regalaba este magnífico tuit:
Y se queda tan ancho. ¿De quién es la culpa de esto? Suya no, claro. El mundo es injusto y nada podemos hacer nosotros para cambiarlo. Pero este tuit no podía pasar inadvertido y pronto un tuitero llamado @cronos_26 fue a buscar las cosquillas. La discusión completa es un auténtico delirio, con todo un director de un medio de PRISA dirigiéndose de manera barriobajera a un usuario anónimo. Bueno, anónimo no, ya que pone su nombre y apellido. Ya le gustaría a Carlos que no fuera así para poder rasgarse la camisa y lamentar que twitter se utilice para que algunos violentos parapetándose en el anonimato se dediquen a cuestionar el trabajo de los periodistas. El principal argumento de los que no tienen razón, así que imagino que aquí @futbolycine alguna verdad diría.

Como bien señala Nacho Sanz (@cronos_26) cuando se estrenó The Avengers, Avatar o Ironman 3, este periodista independiente no solo no dijo nada, sino que seguramente sacó la bandera del cine y cantó por la esperanza. Fast & Furious 6 como da para insultar y denigrar a una parte de la población por sus gustos, pues al ataque. A por ellos y que no quede ni uno. Pero si realmente han ido a ver esta película seis de cada diez espectadores, a ver quién es el guapo que se atreve a decir que la mayoría de los que han ido no son los mismos que fueron a Ironman 3.

El habitualmente mesurado y analítico Oskar Belategui también le dio por hacer balconing de siete pisos con el siguiente tuit, muy en la línea del de @futbolycine:
No sé hasta qué punto está dicho con algo de humor, imagino que algo algo tiene. Pero en fin, es enormemente desafortunado. Primero porque el éxito de Fast & Furious 6 no es un fenómeno local, sino que está arrasando a nivel mundial. Como arrasó Ironman 3 y arrasará todos los años algún blockbuster invasivo. ¿Por qué? Porque la estrategia de Hollywood es estrenar cada vez en más salas no solo para hacer más taquilla, sino para impedir la competencia. Si ellos ocupan más espacio, no quedará lugar para Assayas, Von Trotta, Dolan y tantos otros directores que no hacen un cine de autor complejo y hermético, sino abierto a cualquier tipo de público.

Por eso, todos estos análisis sociológicos de Fast & Furious 6 me parecen una basura, porque se quedan en la superficie. Le sirven a los críticos para pontificar en contra de la juventud, pero no en contra del problema, que es el modelo de negocio. Evidentemente, @futbolycine no se va a quejar de eso, porque si lo hiciera recibiría una llamadita del jefe que a ver qué es eso de atacar al negocio. El problema no es que los blockbusters se pasen de una semana a otra la cartera del espectador. El problema es que unos cantantes de reggaeton metidos a actores se ponen a conducir coches a toda velocidad y esos son valores malos para nuestra juventud. A mi eso me suena a cuando Solid Snake se tomaba tranquilizantes en el videojuego Metal Gear Solid y algún idiota decía que eso incitaba a los niños a drogarse. También pasó con los comics y casi con cualquier manifestación cultural que tiene su mercado entre el público adolescente.

A mi la saga Fast & Furious siempre me ha gustado mucho. Y eso que no me gusta el tuning ni el reggaeton. Creo que más allá de eso hay una idea cinematográfica interesante. Una idea dinámica y cierta belleza de ver esos coches desplazándose a toda velocidad por la carretera, de ver el metal abollándose. Y por encima de todo: su vocación intrascendente e incluso cómica. La mayoría de blockbusters actuales, pese a estar hechos con el principal objetivo de sacarle el dinero al espectador, se dan grandes ínfulas para hablar del destino del mundo y de los males de la sociedad. A mi esas cosas me provocan arcadas. Por eso me divierte el tono jocoso y juguetón del último Ironman (aunque en el fondo podía ser infinitamente mejor) o la estupidez bakala de la saga de Vin Diesel y Paul Walker.

Si el mercado se comportase como la portada de Cinemanía, ¿qué porcentaje de espectadores iría a ver Man of Steel? Cuando el cine de Hollywood ocupa la práctica totalidad de las pantallas y, gracias al colaboracionismo de los medios, de la información respecto a cine, ¿cómo no se van a dar este tipo de situaciones? Ahora es el 60%, pero dentro de unos años ese porcentaje irá a más. ¿Cambiarán su política informativa Fotogramas y Cinemanía en favor de la diversidad cultural? Que cada uno trate de responder a esa pregunta sin reírse.

-

En la revista Cinema ad hoc aparece un texto interesante y lleno de declaraciones sobre el caso Alta Films. Habla del problema de las compras de las televisiones, especialmente la disparatada política de TVE. Pero también deja entrever otro problema grave, y es que el director gerente de Alta Films, Enrique González Kuhn, hijo de Macho, considera que Los chicos del coro es una película para minorías. Muchas veces el modelo de negocio de Alta ha funcionado así, con ese estilo de películas. Y eso no es exactamente ser un distribuidor independiente, sino recoger lo que no compran las majors.

-

Terminó el festival de Cannes con la esperada victoria de La vie d'Adèle, que para su estreno en España recuperará el título del cómic en el que se basa, El azul es un color cálido. Bonito título, pero en fin, si Kechiche le puso el otro, por algo será. Y no creo que sea tan difícil de traducir. Como siempre en España vamos al son de lo que manda el amo americano (allí se llamará Blue is the warmest colour). El resto de los premios como siempre no parecen tener mucha lógica (¿Jia Zhang-ke mejor guión?) más allá de que las películas favoritas del jurado aparezcan en el festival. Ha sido una edición que ha generado muchos consensos entre los críticos. Para ponerse a temblar.

Les vuelvo a recomendar las crónicas de Lumière, donde pudimos contar con los escritos de Daniel Kasman, editor de MUBI. Un gran trabajo coronado con una fantástica entrevista a Lav Díaz, el legendario director filipino que presentó en Un Certain Regard su última película. También muy interesantes las crónicas de Carles Matamoros para Transit, aunque quizás saben a poco, por cantidad y por duración (aunque sabiendo las complicaciones que tuvo el cronista, se puede comprender). Por último, el compañero Sergi Fabregat Mata entrega unas notas muy heterodoxas sobre el certamen. A priori no comparto esos acercamientos hacia las películas (a lo mejor cambio de opinión cuando las vea), pero creo que es una mirada diferente y que merecen la pena para contrastar convicciones. Luego hay más crónicas de mayor o menor interés, pero estas merecen mi reconocimiento por su dedicación y compromiso con el cine más allá de intereses comerciales y/o empresariales.

sábado, 25 de mayo de 2013

Esa gente rara de África y Asia

Léa Seydoux llorando tras enterarse de que Boyero la confundió con Élodie Bouchez
Ayer con las prisas se me olvidó comentar alguna que otra cosa, así que hoy va un Cinefobia(s) extra y rapidito, aunque al final quizás se alargue, no sé, será un poco improvisado.

Empezamos con uno de los grandes protagonistas de estos días, Gregorio Belinchón, que se está revelando en esta edición de Cannes como uno de los grandes adalides de este nuevo periodismo cinematográfico (y no cinematográfico) que pregona El País. Quiero decir, el bombardeo constante de noticias intrascendentes, noticias impacto, tengan algún contenido o no, sean verdad o no. Esto acaba en que cuando tengan que escribir un artículo más elaborado, pues utilicen el mismo método.

Vean si no este artículo dedicado a La vie d'Adèle, la película de Abdellatif Kechiche que ha gustado a todo el mundo y que se puede considerar una sorpresa, ya que hasta el momento las películas del director francotunecino habían gustado, pero nunca a este nivel de éxtasis. Con todas las alabanzas, lo más comentado es el sexo lésbico entre sus dos protagonistas, Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, así que vayan ustedes a saber. A mi me atrae tanto esa como Michael Kohlhaas, que ha sido calificada como una película somnolienta por Diego Lerer, o retuiteando a este, como un «truñaco» por nuestro aguerrido corresponsal Belinchón. A veces esos adjetivos tan despreciativos siempre resultan atractivos.

Pero volviendo al artículo sobre la película de Kechiche, atención al morro que le echa Belinchón: «Léa Seydoux, joven veterana, francesa de la que hemos visto en España todos sus trabajos, y también su salto a Hollywood con Robin Hood, Misión: Imposible. Protocolo fantasma o Malditos bastardos». Esta mentira del tamaño de La Croissete solo puede entenderse como un experimento sociológico de El País para ver hasta dónde pueden soportar sus lectores. ¿Cómo que se han visto en España todos los trabajos de Léa Seydoux? Es que basta con ir a IMDb para saber que eso no es verdad, aunque hay que admitir para lo maltratado que está el cine francés en España, su filmografía está bastante bien representada. Pero, ¿qué sentido tiene decir algo así en el contexto del artículo? ¿Qué importa ese dato falso para el resto del contenido? Ninguno. No hay explicación alguna salvo la descarada intención de mentir. Lo ha metido ahí como podría meter cualquier otra cosa, no sé si para hacerse el interesante. Pero mentira y de las gordas.

Su compañero de fatigas, Carlos Boyero no suele mentir, porque nunca en su vida ha dado algo que se pudiese considerar información. Lo suyo es vomitar su opinión y dejar a la luz su ignorancia en todos los temas posibles. Atiendan al video que viene dentro del artículo y si son capaces de soportar el preocupante estado físico del crítico, así como su irritante tono de voz, descubrirán que es incapaz de decir el nombre del director de la película: «¿Cómo se llama? ¿Kicha...?». Sí que tiene que ser problemático lo suyo para que te tenga que corregir Belinchón, ese que de cada tres tuits que escribe uno no es verdad. Luego, si siguen viendo el video (con lo que puede que pierdan años de vida, pero serán recordados como héroes), seguramente se darán cuenta, no hace falta que sean unos cinéfilos de línea dura, que confunde a Léa Seydoux con Élodie Bouchez, y ahí su Pepito Grillo Belinchón si que ya no lo corrigió. No sé si por vergüenza ajena, miedo o porque tampoco lo sabía. Si fue capaz de decir que todas las películas de esta actriz (Seydoux) se habían visto en España, pues puede ser cualquiera de las tres opciones. Quédense también con el final de la intervención, ya hablando de Nebraska de Alexander Payne dice que es una película «muy para críticos de cine». ¡El multinominado al Oscar Alexander Payne! Ha quedado claro que si ese es el baremo de exigencia, es normal que Boyero diga lo que dice de directores como Miguel Gomes o Apichatpong Weerasethakul, directores que tampoco son especialmente difíciles, pero claro, si ya hasta Payne plantea una exigencia sólo para críticos de cine, pues ya hasta dentro de poco las películas de Joselito serán algo demasiado críptico para el cinéfilo común.

-

Vamos con el gran amigo de Boyero y crítico de clara vocación decadente Oti Rodríguez Marchante. A mi Oti no me cae mal, me parece mucho más consciente de sus limitaciones que Boyero, y no suele ser arrogante ni atacar con violencia a los que no piensan como él (aunque ha tenido sus momentos). Su blog ya ha salido alguna que otra vez por aquí. Su descuido y mala edición es tal que uno no entiende como alguien con tan poco cuidado por la escritura ha podido terminar en un diario. Parece el blog del vecino. La entrada más reciente se títula Pena de James Grey. Sí, le cambia el apellido al director de We Own the Night. Nada grave porque son palabras sinónimas. Grey, Gray, es lo mismo, ¿qué más da? En un error muy común en España, a la película de Gray la renombra como The Inmigrant y no The Immigrant con dos emes. Hace unas semanas ya señalaba que cometía este mismo error en su previa de Cannes, así que un descuido parece que no es. Un problema de idiomas no puede ser, porque en otra entrada, al burgalés medioespañol Diego Quemada-Díez le cambia el apellido por el mucho más común Díaz. Un desinterés total por la corrección, que tampoco se puede achacar a las prisas de Cannes, porque son faltas que ya cometía antes de que empezara el festival. Y no son faltas de ortografía que podemos tener todos (yo también), sino cosas de ni molestarse en corroborar lo que escribe. Pero eso, bah, ¿qué más da? ¡Si es un blog!

Hay un tópico muy extendido entre los cronistas de festivales. Bueno, hay muchos. Son como ganchos que utilizan los críticos para fijar su opinión sobre una película y suelen referirse a los productos prefabricados que llegan a los festivales para venderse en el mercado internacional. Está por ejemplo el famoso efecto kimono que definió Antonio Weinrichter: películas asiáticas de época hechas para vender el exotismo oriental a base de paisajes y rituales extraños al ojo occidental. También el cine tercermundista, películas de Extremo Oriente o América Latina que filman territorios de extrema pobreza y violencia. Los dos directores que más camino han hecho en este sentido han sido Brillante Mendoza y Carlos Reygadas. Y por último está el cine africano, del que en los festivales se pasa casi siempre como coproducciones con Francia. En el país vecino hay muchos emigrantes africanos, así que es lógico que existan relaciones culturales cercanas. Pero algunos han querido ver en esto hipocresía y cuestionables operaciones económicas.

No niego que nada de esto exista. El problema es que se ha convertido en un tópico extendido que cualquiera lo enuncia como si lo supiera todo sobre el tema. Miren lo que dice Oti Rodríguez Marchante en la ultima entrada citada hace dos párrafos: «paso de “Grigris”, la habitual peli del “off, off” que producen los franceses y que la exponen aquí para que parezca que peinan el cine africano». Habla de la última película de Mahamat Saleh Haroun, el director de Chad, que compite por segunda vez por la Palma de Oro. Ya ven, Oti, un personaje que ni sabe escribir bien el nombre de las películas americanas más conocidas se atreve a criticar las políticas de programación del festival de Cannes. Ese «para que parezca que peinan el cine africano» parece decirlo desde el estricto conocimiento de la cinematografía de este continente. Aceptemos que se pueda hablar tan a la ligera de cine africano (desde Marruecos a Etiopía, desde Túnez hasta Sudáfrica), ¿qué sabe Oti del cine africano? Hombre, todo puede ser, pero me arriesgaré diciendo que entre muy poco y nada. ¿Qué sabe de las vías de producción y promoción del cine africano? Pues seguramente mucho menos. Pero habrá leído algo en alguna parte relacionado con estas estrategias y lo metió aquí, porque si cuela lo de escribir mal los nombres de las películas, ¿cómo no va a colar también esto? ¡Barra libre!

La gran mentira del cine africano: todo el mundo sabe que allí siguen siendo cazadores-recolectores.
Volvemos a Boyero para comentar esta misma desvergüenza. Aquí está el crítico estrella lanzándose a la piscina: «Como todo el cine africano y gran parte del asiático que se exhibe en el Festival de Cannes, la principal razón de su presencia es que la producción es francesa. La vocación internacionalista de Cannes jamás descuida sus propios intereses». De nuevo, esto lo sabe muy bien Boyero, incapaz (vuelvan al video del principio) de recordar el nombre del director de la película que acaba de ver. Además, es indignante cómo ponen la sombra de la sospecha sobre las películas de países periféricos. Las norteamericanas siempre tienen que estar porque son las películas buenas, o las que pueden ser buenas, pero las de Chad... ¿Chad? ¿Qué es eso? Y en el texto que debería ser la simple revista de prensa donde se vierten las impresiones de los directores y actores en la rueda de prensa, Belinchón, tras dedicar todo el artículo a Robert Redford (que presenta en Cannes un film junto a Ryan Goslin -no es una errata mía, lo escribe así el cronista), no se resiste tampoco a dar su opinión sobre el film africano: «su presencia está justificada porque sus películas se han proyectado habitualmente en Cannes y porque coproduce con Francia. Por lo demás…». A mi me hace gracia cómo Belinchón, que no es más que el mercenario encargado de transcribir las ruedas de prensa y traerle los cafés a Boyero, se permite el lujo de colar este tipo de valoraciones. Nunca fundamentadas, son como apuntes al margen. Tirando la piedra, pero escondiendo la mano.

Es algo cada vez más habitual en el periodismo, no solo el cultural. Si uno lee una crónica política, de alguna declaración, rueda de prensa o intervención en el senado, nota que cada vez contienen más adjetivos valorativos para dirigir la opinión del espectador. Al principio se hacía ligeramente, pero ahora ya no hay ningún tipo de consideración. Vuelvan a leer ese «Por lo demás…». Esos insultantes puntos suspensivos, más propios de un tuit o de un SMS, colados aquí en un artículo periodistico en el periódico más leído (y más respetado, a pesar de todo) de España, sobre el festival de cine más importante del mundo. Este es el nivel

El que tampoco se libra de esto es el director del Caimán, Carlos F. Heredero, que también tiene algo que decir sobre Grigris. «Está muy bien (es incluso envidiable) que la industria cinematográfica gala haga posible el rodaje de una película personal y sincera de un realizador chadiano, pero su selección para este festival no puede evitar desprender una cierta sospecha de paternalismo eurocentrista pagado de buena conciencia progresista debido, precisamente, a la escasa envergadura del producto final, que es lo que, en definitiva, debería importar por encima de las fronteras y de las etiquetas nacionales». Yo creo que los festivales buscan ofrecer un mapa variado del mundo del cine. O deberían hacerlo. Así que no veo mal la inclusión de películas de alguna parte de África. Mejores o peores, son discutibles. Nadie concibe un festival sin una película americana, o sin una película francesa, y nadie habla de cuotas en esos casos. Aunque fuese verdad esa discriminación positiva, ¿cuál es el problema? El mismo Jean Cocteau premió a Jigokumon de Kinugasa como Palma de Oro en Cannes 1954. No era la mejor de las películas japonesas de su época (tampoco Rashomon, que ganó en Venecia 1951), pero sirvió para generar un interés por el cine japonés que terminó con el descubrimiento de maestros absolutos como el mejor Kurosawa, Ozu o Naruse (por citar los primeros). Ahora, en lugar de utilizar estas películas para ir a la búsqueda del cine de Chad, del de Senegal, del de Nigeria u otros lugares donde se hace cine, el crítico prefiere soltar la fórmula del paternalismo europeo y quedarse a gusto. Total, en una semana ya estaremos hablando de lo que se estrena en España y no de estos rollos macabeos.

-

Ayer decía que en El Mundo se les había olvidado hablar de Hong Sang-soo. En realidad lo habían hecho en El Cultural, pero no estaba actualizado. Hoy sí y al grandísimo director coreano le dedican un espacio merecidísimo. Dos artículos, una crítica de la última película a cargo de Carlos Reviriego y un texto retrospectivo con declaraciones del cineasta. Este último es interesante, ya que no son abundantes las declaraciones de Hong, y mucho menos en castellano. Como nota graciosa, al principio, el autor, Juan Sardá, escribe: «En España tenemos un conocimiento más o menos exhaustivo de la cinematografía coreana. Cineastas como Kim Ki Duk, Bong Joon-ho o Chan-Wook Park han gozado de amplia difusión y son bien conocidos por la cinefilia española». La primera frase de esta cita no es verdad se interprete como se interprete. La industria del cine coreano es una de las más saludables del mundo y decir que en España tenemos un conocimiento más o menos exhaustivo sería como decir que conocemos exhaustivamente el cine americano en el supuesto de que solo se estrenasen Spielberg, Scorsese y Clint Eastwood. Pero ya saben que la idea del periodismo cinematográfico español es que existe Hollywood y el resto. Si se estrenan cinco películas coreanas al año y las vemos, ya nos podemos considerar unos eruditos. Pero lo más curioso es que (retomando el error común de Costa de ayer) escribe los nombres coreanos de las tres formas posibles que se pueden hacer. Yo no sé si tiene en cuenta que existe una pauta a la hora de escribirlos. Primero escribe Kim Ki Duk sin guiones. Luego Bong Joon-ho de la forma más correcta. Y por último Chan-wook Park de la forma que lo hacen los americanos y la IMDb, colocando primero el nombre y luego el apellido. Ya no es cuestión de opiniones, de si es mejor usar el nombre o el apellido, sino de confusión total.

El artículo de Reviriego tampoco está nada mal, creo que dentro de lo que cabe (cita a los aparentemente inevitables Rohmer y Allen) tiene varias ideas originales. Y encima pueden congratularse con la aparición de ese concepto tan caimanesco y genial, el palimpsesto.

viernes, 24 de mayo de 2013

El (supuesto) plagio como mcguffin

En el texto de A Cuarta Parede que enlazaba ayer, quizás algunos se detuvieron en un comentario en el que un usuario anónimo bajo el nombre de Cinexilio (el mejor foro de cine de internet) me acusaba de cosas muy feas, todas ellas falsas. He decidido hacerle una captura por si desaparece. En este texto no van a encontrar ninguna referencia al supuesto anonimato del lector. A mi el anonimato me parece una buena fórmula de atacar el poder establecido. Yo no creo que merezca la pena tanto, pero bueno hay gente que tampoco cree que Boyero merezca la pena tanta entrada que le dedico, así que no lo voy a discutir. Le animo a que siga usando el anonimato, pero una cosa sí, que sea coherente y que no se despida con un «caretas fuera», porque me recuerda al «a su disposición» de Rajoy cuando dio la rueda de prensa sin preguntas a través de la tele de plasma.

La primera cosa falsa que dice es que soy amigo de Raúl Pedraz y de haber ocultado su supuesto plagio de un artículo de Deborah García a propósito de Tomboy. Yo a Pedraz solo lo he visto una vez en mi vida y apenas durante un par de minutos. A Déborah tampoco la conozco de nada, aunque hace unas semanas cruzamos unos mails por motivo de una futura colaboración. El artículo de Pedraz apareció en El Cultural de El Mundo y el de Déborah, anterior, en la revista Todo Lo Contrario. Los artículos se parecen bastante, aunque no sé si lo suficiente, ya que la imagen inicial parece lo suficientemente característica para que varias críticas comiencen a partir de ella. ¿Puede ser un plagio? Sí, claro. Además El Mundo tiene mucha experiencia en este tipo de operaciones y en este blog ya he dejado muy clara mi opinión sobre este periódico. Aunque es cierto que la táctica de El Mundo suele ser más bien firmar los artículos como Redacción El Mundo, porque en esos nadie tiene la culpa del plagio.

La situación en Twitter fue bastante esperpéntica. Parece ser que en principio Déborah comentó el parecido con Raúl Pedraz por privado, suponiendo que las coincidencias habían sido casuales. Pero cuando algo empieza a hacer ruido en esta red social, en seguida se empieza a acercar gente a ver qué pasa. Primero fue Pedraz el que reconoció las similitudes abiertamente y un par de cuentas (imagino que amigos de Déborah o curiosos por el asunto, ni idea) decidieron comentar la situación. Desde mi punto de vista de manera muy educada. Mediada la conversación aparece José Manuel López Fernández un poco mosca al ver que están cercando a su amigo. Es difícil de decir, porque en estas listas de Twitter no aparecen todos los comentarios, sino sólo una línea principal. Personalmente yo creo que la intervención de José Manuel sobraba porque no se estaba diciendo nada malo, simplemente discutiendo una situación complicada. Y se prestaba a ser discutido, porque es de tontos negar que los textos algo algo sí se parecen. Pedraz no será una muy buena persona y muy noble (algo que no sé, porque sólo lo conozco de vista) solo porque sus amigos lo repitan hasta el infinito. Las adhesiones inquebrantables no hacen nada por la defensa del honor de Pedraz como tampoco lo hacen cada vez que Rajoy sale jurando por su honor que jamás hizo nada malo (aunque hay periodistas -o algo así- que insisten en que el gran coraje del presidente solo puede significar que dice la verdad). Lo único que podría evitar esta discusión sería alguna prueba directa y contrastable que negase el plagio, y desgraciadamente esta no existía.

La realidad es que daba igual que Pedraz hubiera plagiado el artículo o no. En el momento que existía la duda razonable, ya nada se podia hacer para evitar que apareciese el debate. Pero claro, ya sabemos como es twitter, el peor invento para discutir, donde todo se limita a 140 caracteres y a veces lo que escribimos difiere parcialmente de lo que queremos decir, y cuando lo lee otro, ya es totalmente diferente. Así la conversación se fue volviendo más agria, especialmente por el ruido de alrededor. No sé en qué momento exacto sucedió, pero llegó el punto en el que varios amigos de Déborah decidieron aplicar la ley del antiguo Oeste e ir con la cuerda a colgar a Pedraz del primer árbol que encontraran. El resultado se puede ver aquí y es muy gráfico.

No sé qué les parece a ustedes. A mi una discusión de internet me parece que llega a su punto terminal cuando los participantes se empiezan a lanzar definiciones de la RAE a la cabeza. También aparecen otros amigos VIP de Pedraz como Reviriego para defender el honor de su amigo. Flaco favor, porque lo único que traen es su palabra y salvo que consideremos el hecho de que ser más conocido te da más autoridad, nada aporta al debate. Les remito a lo dicho un par de párrafos atrás.

Se supone que yo no ataco a Raúl Pedraz porque es mi amigo y no puedo molestar a la mano que me da de comer (según el comentario de nuestro ilustre anónimo). Bueno, yo he tenido varias discusiones con Raúl Pedraz en Twitter (ya digo que en la vida real lo conozco de vista). Una bastante larga y fatigosa donde incluso me río un poco de él y termina mandándome a freír espárragos. Otra aquí, donde él y yo terminamos en un punto algo más común. Luego, y esto es simple opinión, creo que Raúl siempre ha tenido algo en contra de Lumière, la revista de la que soy miembro, y de vez en cuando deja pequeñas perlas sobre el tema. Por ejemplo.

Y tengo la sensación de que no le hizo mucha gracia que desde la revista Lumière nos convirtiéramos en abanderados defensores del cine de Nathaniel Dorsky, como si nos quisiéramos apuntar un tanto. Poco después de que terminara el ciclo dedicado al cineasta americano en España, tuvo la consideración de dedicar varios tuits sobre el tema, nunca citando a la revista Lumière, pero sí a todos los valientes que, antes que nosotros, habían defendido el cine de Nathaniel (a los que yo estoy eternamente agradecido).

También quiso dejar claro que a él Dorsky no le parecía para tanto e incluso sembró dudas respecto a su discurso, dejándolo caer:
 Y aquí deja caer de manera más clara que, quizás, esto de Dorsky no sea más que un invento de algunos de nosotros:
Puede que sea cosa mía, que sea demasiado paranoico. Ya digo muchas veces que Twitter es traidor. La escritura misma lo es, y a veces el tono que intuimos en un mensaje no es el que su autor quería darle. Pero creo que nunca ha sido tan exigente con otras revistas web similares a Lumière, que nunca ha dicho "Transit y alrededores" o "Detour y alrededores" o "Blocs&Docs y alrededores". Debe ser que en Lumière estamos haciendo algo mal. O eso o soy muy egocéntrico, porque tampoco nombra al CGAI y al s8, la filmoteca y el festival de A Coruña gracias a los cuales se ha podido ver la obra casi íntegra de Dorsky. ¿Que Dorsky no merece esa atención? Bueno, en mi opinión todo cineasta experimental con 40 años de carrera merece más atención de la que realmente tiene en España. Así que ojalá que haya ruido alrededor de su persona durante mucho tiempo, y si alguien no siente devoción por su cine, está claro que yo no puedo hacer nada.

Por lo tanto, ¿soy yo amigo y defensor de Raúl Pedraz? No. Puedo decir que en bastantes temas estoy de acuerdo con él (ambos creemos que hay que ser incisivos contra el periodismo cinematográfico que practican los medios de comunicación) y hay que reconocerle el mérito de haber echado de twitter a un burro como Borja Hermoso, no a base de insulto, sino de evidencias tan incontestable, que el periodista cultural de El País se tuvo que ir por dignidad. ¿Considero que plagió descaradamente ese texto para ganar dinero sin esforzarse? Bueno, dadas las similitudes hay razones para creerlo. Yo sin tener toda esta información diría que Pedraz leyó el texto y luego inconscientemente recuperó cosas para el suyo. Es algo que quizás me ocurra a mi también. Pedraz dice que no leyó el texto de Déborah antes del suyo, pero ocurre lo de antes: es su palabra contra ninguna prueba y seguramente, si fuese Boyero estaríamos todos, amigos de Pedraz incluidos, criticando la situación. Su principal defensa es que todos los que le conocen dicen que es una gran persona y que jamás haría eso. Pero esto, para la gente que no sabe quién es Pedraz no tiene ningún valor.

En el caso de que se confirmase que fue un plagio, ¿consideraría que Raúl Pedraz es una persona del pelaje de Carlos Boyero? Hombre, pues no, ni muchísimo menos. Para llegar a Boyero habría que hacer muchas más cosas y durante muchísimo tiempo. Además, los principales temas de este blog son que los principales medios de comunicación de este país tienen un interés económico en su política cultural y manipulan descaradamente al lector para que pase por caja en lo que a ellos les interesa.

Por lo tanto, casi nunca critico aquí a personas que no pertenecen profesionalmente a uno de estos medios. Pedraz escribe en El Mundo, pero diría que de manera aislada, no lo sé. A mi hay muchos críticos que no me gustan, pero me parece distinto hacerlo en un blog o en artículos muy de cuando en cuando, que el bombardeo diario de manipulación que ofrecen los periodicos y las revistas de este país.

-

Siguiendo con el mensaje que me dedica amablemente el usuario anónimo, tampoco es cierto lo de Jordi Costa. Mi actitud antes y después del encuentro de twitter ha sido la misma. De hecho, después seguí criticando algún texto del crítico (hoy también le toca). He dicho repetidas veces lo mismo: a mi no me gusta nada su estilo, pero es preferible a Boyero y a la mayoría de críticos de los periódicos. Lo que no le hace bueno, claro.

Lo que sí que no llego a entender es lo de «Y venga a hablar de Boyero otra vez en lugar de hablar de películas». Creo que he sido bastante sincero desde el primer momento con las motivaciones de este blog. Están explicadas en la primera entrada. Es un blog de humor contra determinada crítica cinematográfica que a mi no me gusta. No hay ninguna intención de establecer una verdad absoluta. No se pretende convencer a nadie. Simplemente quiero ofrecer mi opinión, gritar un poco en el desierto. No es un blog de cine, aunque a veces se me cuela algún comentario de películas, por considerarlo interesante. Y ya que me lee bastante gente, quizás les anime. Pero no es el principal objetivo del blog. Para eso ya escribo en otras partes donde hago ese papel. En muchas ocasiones en foros de internet sin mayor beneficio que el de compartir y encontrar usuarios con los que discutir. En cinexilio, en allzine y en muchos más sitios.

Por supuesto, la divergencia es bienvenida. La discusión también. Lo ideal sería que nuestro ilustre anónimo hiciese un blog o desarrollase en los comentarios unos argumentos más elaborados en los comentarios del mío (porque todo lo que dice son falsedades que no se pueden sustentar con nada, no como aquí, donde hay enlaces para todo el que lo quiera comprobar). Seguro que los tiene, porque tanto resentimiento tiene que tener una base en algo. Y yo seguramente me he equivocado y estaré encantado de admitirlo, de darse esa situación.

Para mi, el mundo ideal de internet sería que existiesen un montón de páginas con ideas divergentes, cada una con su política, con su línea editorial y que ofreciesen argumentos sólidos a partir de esa politica. Y que el lector fuera saltando de una a otra para crearse su propia idea. También con los blogs. Que exista este blog y otro que piense todo lo contrario. Me parece perfecto. No creo en los blogs y revistas de cine que aunan ideas completamente distintas, porque eso crea confusión en el lector y todos los textos terminan siendo caprichosos y contradiciéndose con otros.

-

Tengo la sensación de que el que escribió eso lo hizo para echarse unas buenas risas y ver qué reacciones había. Bueno, como a mi me gusta discutir, me parece bien que se me ponga en duda. Eso me permite desarrollar más mis ideas, así que espero que siga así. Gracias, fuese quien fuese.

-

Hoy es viernes, día de estrenos, así que toca hacer repasillo. Ya sé que hay lectores a los que esto les cansa y no les interesa, pero a otros les divierte, así que mientras tenga tiempo seguiré soltando alguna zurra verbal a los profesionales de la crítica.

Empezamos por El País, donde el viernes es también el día que Diego Galán nos regala su columna semanal vacía de contenido, siempre llena de palabras grandilocuentes sin ningún valor. Hoy habla de La jaula de oro, la película de Diego Quemada Díez que Belinchón ninguneó. Belinchón y todos los medios de comunicación que al mismo tiempo se rasgaban las vestiduras por la poca presencia española en Cannes. La única información que hay en El País sobre esta película es un artículo de la corresponsal en Mexico. Ustedes pueden pensar que es lógico, porque a pesar de que él nació en Burgos, la película es mexicana. Pero ahora imaginen que Javier Bardem actuase en una película norteamericana y estuviese en alguna sección de Cannes. ¿Tendría la misma cobertura?

Sea como fuere, lo gracioso del texto de Galán es la parte donde compara la situación de Quemada Díez con la de Méndez Esparza en la edición del año pasado: «el año pasado Aquí y allá, del español Antonio Méndez Esparza ganó el premio de la Semana de la Crítica, recorriendo desde entonces festivales de medio mundo en los que ha obtenido nuevos galardones, mientras que, paradójicamente, su estreno en España paso sin pena ni gloria». Pasó sin pena ni gloria por la responsabilidad de aquellos a los que deberían haberla defendido o, al menos, haber mostrado sus puntos de interés. A Galán y a sus compañeros de redacción. En lugar de eso, Javier Ocaña escribió una crítica poniendo en duda la honestidad del film, dando a entender que era una de esas películas de autor raras y lentas que no gustan a nadie.

-

Hong tomando un café, sí. Pero fíjense que todas las botellas del fondo están vacías.
Estrena por primera vez en España uno de los mejores cineastas del mundo, Hong Sang-soo. Lo hace con muchísimo retraso, ya que el director coreano ha estrenado ya otra película hace varios meses y encima prepara una nueva. In Another Country se estrena en España porque tiene a Isabelle Huppert y estuvo en la sección oficial de Cannes. En mi opinión, quizás sea la peor película de Hong, o debería decir que la menos buena. Es, como siempre, una comedia sobre las repeticiones, colorista y llena de equívocos, con un ambiente playero muy afín al director. El problema quizás sea que en esta ocasión la estructura a Hong le ha quedado demasiado clara, no tiene la vitalidad y la imprevisibilidad de las anteriores, películas donde nunca sabías muy bien lo que estaba sucediendo, donde Hong jugaba con la cronología y con la doble moral de los personajes. En esta última, todo está más claro y a veces parece una colección de postales a mayor gloria de Huppert. Mantiene un montón de diálogos geniales y de situaciones divertidas, pero no me parece lo mismo. Es mucho mejor Nobody's Daughter Haewon, que seguramente no se estrenará nunca.

En El País, Hong tiene la suerte de que la crítica la escribe Jordi Costa y no Javier Ocaña. Además, el crítico no se monta ninguna película de las suyas y se limita a hacer una breve introducción del cineasta. No hay espacio para más, y es una pena ya que apenas habla de las diferencias de esta película respecto a las anteriores. Y es algo de interés, ya que tanto en In Another Country como en Nobody's Daughter hay un interés bastante marcado hacia lo religioso que no existía (o no estaba tan claro) en anteriores trabajos de Hong. Eso sería más interesante y tendría más fundamento que toda esa parte final dedicada a comparar el film con las comedias de sketches del cine italiano de los 60 y 70.

Una pequeña aclaración: durante todo el artículo, Costa se refiere al director como Sangsoo. Es un error muy frecuente hacerlo. Sangsoo es el nombre de pila del cineasta, y Hong sería el apellido, así que la forma correcta de dirigirse a él sería esta segunda. En Wong Kar-wai, el apellido es Wong. También ocurre con los nombres japoneses. Si os fijáis, en las películas japonesas que tienen los créditos en romaji siempre pone Kitano Takeshi, lo que pasa es que en Occidente hemos invertido el orden en el caso japonés, pero no en el chino o el coreano. No sé bien por qué. En la IMDb sí que aparecen nombres y apellidos puestos en la forma occidental. Así que lo que está haciendo costa es como si llamara Alejandro a Amenábar durante toda una crítica de una de sus películas, aunque en el caso oriental es algo diferente, ya que allí el apellido se utiliza también en contextos coloquiales. Si ven una película o un anime de institutos, se fijarán que los alumnos siempre se refieren a otros por el apellido, algo que en España no suele suceder. En todo caso, es un error que comete mucha gente, pero en fin, llevamos ya muchos años conviviendo con el cine asiático para que todavía se cometa... y más en el periódico más leído de España.

No hay crítica de Fast & Furious 6 lo que me parece bien. A mi es una saga que me gusta (para que vean que yo no tengo nada contra los blockbusters). Es estúpida, loca y con un montón de errores de guión, pero su pirotécnica es contundente y su manera de manejar la mitología del relato funciona mucho mejor que en otros blockbusters mucho más celebrados (casi todas las películas Marvel, Avatar o toda la filmografía de Zack Snyder). Pero en fin, dado el espacio reducido que tiene El País, me parece justo que este se dedique a películas más pequeñas que no tienen el mismo impacto mediático. Además, no hablarían de ella tan bien como podrá hacerlo muchos de los blogs que hay diseminados por internet. Puestos a desear, estaría bien que no le dedicasen tanto espacio a Robot & Frank o a La venganza del hombre muerto, otras dos películas de clara vocación comercial. Quiero decir, que estas dos películas nadie las va a ir a ver en función a lo que diga El País. Sin embargo, pequeños estrenos como In Another Country o Chaika (de la que Ocaña dice, en su estilo habitual, que «es un trabajo febril y, para bien y para mal, festivalero») sí que son importantes las recomendaciones culturales de los diarios.

En El Mundo, la película de la semana es The Trip de Michael Winterbottom e In Another Country no aparece por ninguna parte. Y eso que a Luis Martínez le había gustado mucho en su paso por Cannes. Pero ya saben cómo funciona esto, a los periodistas les gustan muchas cosas en los festivales, pero a la hora de luchar, solo se indignan si no se estrena la de los Coen. En el ABC, el estreno destacado sí que es Fast & Furious 6, aunque luego José Manuel Cuellar no la pone muy bien. La disculpa con el socorrido «van a ver lo que van a ver», aunque por eso mismo su crítica es bastante inútil. Deja la perlita, eso sí: «Si quieren ver a coreanos pensando, discurriendo sobre la multitud de la vida y la soledad de la muerte, vayan a otra sala». Metiendo ya en la cabeza que eso de Hong Sang-soo es algo muy trascendente y cansino, cuando las películas de Hong están llenas de frivolidad (bien entendida) y la principal motivación de sus protagonistas es el sexo y la bebida. Que luego el director se las ingenie para que además tenga un componente trascendental es otro tema. De hecho, el otro crítico de ABC, Federico Marín Bellón, lo entiende muy bien y escribe un ligero comentario que a mi me parece bien. Afronta la película sin prejuicios por su procedencia y defiende la película desde un punto de vista que cualquiera puede defenderla: «el espectador que no se sienta extranjero en esta película sabrá disfrutar de sus momentos de gran cine como un turista con zapatos cómodos». Le sobra que en la introducción diga que es un experimento.

En Fotogramas, tanto la crítica de Fausto Fernández a Fast & Furious 6 como la de Manu Yáñez (muy en la línea de la de Jordi Costa, para lo bueno y para lo malo -salvo lo de confundir el nombre con el apellido-) a In Another Country están bastante bien, aunque la primera es más bien para blog personal. Ya di mi opinión antes, las revistas no deberían hacerle el juego a las majors, sino tratar de equilibrar un poco la situación. Fotogramas hace lo contrario, al rico más y al pobre menos. Casi la mitad de espacio para Hong. Pero en fin Fotogramas siempre ha sido así y su principal objetivo es dar publicidad a todo lo que viene de Hollywood. No creo que nunca buscase coartades culturales.

-

Cerrando el tema Toni García Ramón, el periodista no estuvo ayer tan elocuente y dicharachero por Twitter como el día anterior. Ya no estaba orgulloso de tener un troll ni reía las gracias con sus admiradores:

 Yo creo que esta tendría que haber sido la actitud desde un principio. Si alguien te critica pues lo discutes de manera razonada o lo ignoras. Él quiso jugar al gracioso, pero se cansó pronto. Al cabo de unas horas ya volvió a su actitud destroyer habitual, contra todo lo que se pusiera delante.

jueves, 23 de mayo de 2013

Toni, García y Ramón. Viaje alucinante al fondo de la mente

Sokurov dedicando el premio a Toni García Ramón
El material que ofrezco hoy iba a ser parte de una futura entrada más amplia, pero he decidido adelantarlo dado que su protagonista, Toni García Ramón, ha tenido a bien comentar en su twitter mi blog. Yo se lo agradezco, porque son visitas y, quién sabe, quizás alguno de sus seguidores lo lee y descubre qué tipo de periodismo practica esta persona. Antes de nada diré que en mi opinión (este es un blog de opinión del que se puede discrepar abiertamente, siempre lo digo) el principal problema de este periodista es que trabaja en El País y, por tanto, se mueve dentro de una línea editorial del periódico muy peculiar, consistente en vender basura como si fueran noticias de importancia y defender a capa y espada el cine de Hollywood y alrededores, además de sembrar la duda sobre todo lo que sea cine de autor que se escape a las reglas de mercado. El famoso «hoy tocan películas duras de China y de Irán» de Gregorio Belinchón que citaba en la última entrada. Toni tiene su propio hit, que fue criticar la decisión del jurado del festival de Venecia de 2011 premiando una película rusa «aburrida» antes que una comercial y con actores famosos, aludiendo que el premio no haría nada por la primera, tan anticomercial y rara que jamás se estrenaría, mientras que la segunda con el empujón del León de Oro hubiera tenido una gran carrera comercial. Evidentemente se equivocó: Faust de Sokurov se estrenó (pese a sus recomendaciones) y Shame tuvo una buena carrera comercial, incluidas varias nominaciones a los Oscar. Imaginen que hubiera sido al revés: que hubiera ganado Shame. ¿Se hubiera estrenado Faust sin un León de Oro? Pues es posible que no, pero al crítico le daba igual. Y a su periódico también. ¿Para qué diversidad? Miren si no lo que entiende El País por cine independiente. Así funciona la sección de cultura del periódico. Y los periodistas que trabajan allí no son más que mercenarios, peones intercambiables que supongo que en muchos casos tragan con lo que hay, porque un trabajo en el periódico más leído de España no es fácil de conseguir, y menos en estos tiempos.

Hombre, en el caso de Toni García Ramón, pueden otorgarle el beneficio de la duda, aunque mi opinión es que si pudiera se tatuaría la línea editorial de El País como muestra de adhesión inquebrantable. Esto podemos intuirlo atendiendo a lo que escribe el periodista fuera del diario. Porque él es solo colaborador del medio de PRISA. No tengo muy claro cuál es su actual situación contractual porque de las tres veces que he entrado en su perfil para leer los insultos indirectos que me dirigía, siempre ponia una cosa distinta. Creo que en algún momento llegó a poner algo de colaborador de El País. Ahora pone «Autónomo y periodista», así que quizás sea una de las múltiples víctimas del famoso ERE de PRISA, ese que se hizo para poder seguir pagando el sueldazo de Cebrián y convertir en precario el trabajo de los que sobrevivieron a la poda. No lo sé y tampoco es importante para lo que se trata aquí.

Resulta que además de en El País, nuestro protagonista escribe en muchos más medios, entre ellos Jot Down, esa revista de cultura general donde cabe de todo y al final terminan igualando todos sus contenidos a la baja. El problema de no tener una línea editorial es que la sensación es que la revista quiere decir que Andrés Trapiello y Carlos Boyero son la misma cosa, por poner un ejemplo. Alguien dice que esta forma anárquica de crear contenidos es una manera de escapar de dogmas ideológicos. Yo más bien creo que es dejarlo todo en manos de la ideología dominante: el mercado. Tener una dirección editorial demuestra coherencia, no tiene por qué ser dogmatismo. Hoy en día, con internet, el lector puede encontrar todos los contenidos que desee, por lo que sería ideal que cada revista se dedicara a unos específicos, los que más le interesasen y tratarlos con profundidad. Sin embargo, pasa lo contrario. Hay un montón de revistas que tratan un amplísimo número de temas y al final todos parecen superficiales. Esto de nuevo es una opinión personal mía que no tienen por qué compartir. Yo formo parte de la revista Lumière donde tratamos pocos temas, pero queremos que estos sean tratados con cuidado y no mezclados con cosas que no tienen nada que ver.

Pues bueno, el otro día me dio por leer los artículos que tiene Toni García Ramón en Jot Down. Y ya verán como es gracioso. Bueno, para mi lo es, pero yo tengo un sentido del humor especial que quizás no compartan. Ni deben compartirlo, claro. El primer texto que nos aparece en el link de arriba (el último en ser públicado) se titula, de manera muy elegante y delicada, Enorme polla torcida. Trata sobre monarcas mayas que se cercenaban el pene como muestra de superioridad ante sus súbditos. Pero lo que me interesa del artículo es lo primero: «Lo que le hemos hecho a los mayas no tiene nombre. Bueno, no hemos sido todos, solo unos cuantos, aquellos que se empeñaron en interpretar su calendario como si fuera una cuenta atrás. Todo el año con los mayas en la boca, mayas aquí, mayas allá». Tiene razón Toni García Ramón, sí que nos dieron el coñazo con los mayas y con el fin del mundo. Pero quizás él no sea el más adecuado para decirlo, ya que en el mismo medio escribió un artículo titulado Diez cosas que hacer antes de palmarla. No un día cualquiera, sino en marzo de 2013, en uno de los muchos apocalipsis mayas que anunciaron. ¡Qué malvados todos esos periodistas que nos agobiaron con las profecías mayas! Algunos pensarán que es una mera licencia literaria para hacer un texto de recomendaciones, pero no me dirán que el contraste entre el párrafo que cito y el artículo es cuando menos curioso. No es la única coincidencia graciosa que vamos a encontrar. Pero lo dejo para más adelante. Vamos a centrarnos en este último enlace.

Toni García Ramón, como buen periodista cultural, nos recomienda varias maneras de terminar bien nuestra vida, antes del fin del mundo. En varios puntos, desgrana todo tipo de actividades culturales. Entre ellas la bebida. Ya les dije en la anterior entrada que los periodistas de El País como críticos de cine no valían mucho, pero que como ilustres bebedores sí que deberían ser tenidos en cuenta. La marca de ron Havana lo sabe y por eso les premia. Fíjense que Toni García, sobre todos los locales para beber, nos recomienda el Harry's Bar de Venecia. ¿Venecia? Sí, sí, Venecia, allí donde se celebra el festival de cine al que nuestro periodista acude como... como... em... bueno, ya saben, vuelvan a leer sus crónicas en El País (arriba ya les enlace una). Tras la bebida (que aparece de número uno, faltaría más), dedica el resto de los puntos a la literatura, la pintura, los viajes, el cine, la música, la comida, el sexo (follar) y la apostasía (por eso de que es el fin del mundo). También un décimo punto sin contenido que protagonizará la parte final de este texto, ya verán, ya.

Vamos a centrarnos en la literatura, la pintura y el cine. Seguramente, muchos de los que lean esto pensarán que Toni García Ramón es un gran periodista (yo no, claro) y que como tal, tiene gran rigor y coherencia. Vamos a comprobarlo. En la parte de literatura, ataca a autores comerciales y (supuestamente) banales como Coelho, Moccia o Espinosa (Albert, imagino) diciendo que su lectura provoca que «un sentimiento homicida te recorre la espina dorsal y crees que la guerra nuclear no es tan mala idea». En cambio, frente a estos best-sellers porpulares, el periodista anima al lector a buscar algo más allá, editoriales que hacen un gran trabajo fuera de las primeras planas de los escaparates. «Los científicos aún no han encontrado —de momento— ningún vínculo entre la lectura y alguna enfermedad mortal». En la pintura va todavía más lejos, porque miren lo que dice: «No se haga el listo, no escoja uno de esos archiconocidos con los que llevan bombardeándole toda la vida. Atrévase con algo nuevo». Yo esto lo aplaudo. ¡Viva! Hay que defender la diversidad cultural. Hay miles y miles de obras de arte de gran importancia. Dicho esto, imagino que este discurso, valiente y coherente, incluso contracorriente, lo llevará también al apartado del cine, ¿no? ¿No? Pues no, claro que no. ¿Qué se esperaban?

El apartado ya ni siquiera se llama Cine o Vea una película. No, es Vea un clásico. Dejando claro de qué se trata. Imagino que lo que vale para la pintura no vale para el cine. En la pintura, busque un cuadro original, diferente. En el cine vea un clásico. «De cuando el cine era más grande que la vida», añade. Recomienda The Quiet Man, que es una de las grandes obras maestras de John Ford. Luego miente un poquillo, quiero pensar que por ignorancia (lo que es grave también, pero menos) y sin malicia, porque dice que la están reponiendo en los cines Verdi en una copia en 35 milímetros, cuando realmente era la restauración digital que acababan de realizar. Es posible que Toni ni había ido a verla. Recomendarla, sí, como Boyero con Lanzmann, pero verla, ni de coña. O a lo mejor fue y ni se enteró de que era en digital. Vayan ustedes a saber.

En serio, comparen el «No se haga el listo, no escoja uno de esos archiconocidos» con el «Déjese de experimentos y asegúrese la jugada». ¿A qué se debe esa diferencia de baremo entre la pintura y el cine? Pero a Toni no le basta con recomendar la película de Ford, encima tiene que desenmascarar a los farsantes, a los que atacan el cine verdadero. Así, en lugar de narrar las virtudes de esa magnífica película, prefiere ir soltando hostias a diestro y siniestro. «Ahora que el cine parece basarse en principios como “si es americana o acaba bien es mala” o “no he entendido nada; es una obra maestra” vuelva a los brazos del padre». En pintura, aléjese de los brazos del padre. En cine, regrese. En la pintura, lo diferente, lo desconocido es bueno. Ver lo de siempre es hacerse el listo. En el cine, hay que ver los clásicos, porque los que defienden lo menos accesible son unos plastas que solo quieren cargarse el cine bueno, el de siempre. Yo empiezo a notar que Toni tiene algún problema de esquizofrenia, primero atacándose a sí mismo por ser uno de los que hicieron cábalas con el calendario maya y ahora defendiendo una cosa y la diametralmente opuesta en apenas unas líneas de diferencia.

Este comportamiento desquiciado y de preocupante estabilidad psicológica no termina ahí. Como ya les decía antes, el texto tenía diez puntos. El décimo no tiene ningún contenido, simplemente dice «Dejen de leer artículos como este y hagan algo útil» (reconozco que en este punto sí que debería haberle hecho caso). ¿Cuál es el cometido de este punto? ¿Por qué no dejarlo simplemente en nueve? Yo imagino que se trata de una mera formalidad, de que normalmente las listas son de diez y, bueno, vamos a hacer una de diez puntos. Lo normal, lo entiendo.

Bergman explicando la psicología de Toni/García/Ramón en un solo plano.
Pero (tenía que haber un pero, je) resulta que en Jot Down, nuestro buen amigo Toni García Ramón tiene otro artículo, anterior, también dedicado al cine, que se titula Nueve películas que (casi) nadie vio pero que (casi) todos deberían haber visto. Sí, nueve, han leído bien (reconozco que este artículo necesitaría un análisis propio, porque tiene tela, pero como no es el objetivo del texto, le dejo escapar). Esto, si simplemente fuese un desajuste numérico solo sería criticable desde el puntillismo y la obsesión. Pero es que hay más. Lean el principio del artículo, hay una nota aclaratoria que termina así: «No hay diez películas porque el diez es un número antipático, supuesto paradigma de la perfección que usaban para coaccionar a los niños de mi generación en las escuelas». Vuelvan a leerlo. ¿Qué tendría que decir Freud sobre esto? Tenemos a Toni García Ramón negándose a usar el número diez por culpa de un trauma infantil y, un tiempo después (no puedo asegurar cuanto, porque en Jot Down no aparece la fecha de los artículos), utiliza ese mismo número que tanto le atormenta en otra lista. Y lo hace no por necesidad, sino por puro capricho. ¿Qué significa esto? ¿Que Toni superó sus malas experiencias infantiles y consiguió usar la cifra maldita que le perseguía o bien que se ha dejado llevar por su locura? No sé, a mi cuando menos me da miedo. Quizás debería leer los artículos que escribió entre uno y otro, quizás ahí está la explicación a este comportamiento. Se lo dejo a sus médicos.

Esta tarde, Toni dedicó parte de su tiempo a mostrar su indignación por mi artículo. Entre risitas e insultándome y ninguneándome, pero imagino que si le diera absolutamente igual ni siquiera diría nada, o lo diría sin esa violencia. Se ganó la ovación de amigos, admiradores y demás allegados. Yo agradezco a Carlos Morcillo Mira que me nombrase en un tuit, ya que si no, no me hubiera enterado de esto (y a lo mejor esta entrada hubiese quedado para más adelante). Yo le contesté cortésmente, porque este blog es de humor y a veces se utiliza la agresividad. Que yo zurre verbalmente no quiere decir que luego si me los encuentre les vaya a dar un hostiazo. Pero ya saben cómo es: Toni García Ramón dedica muchos tuits a insultar a Aznar y a Rajoy (así lo he notado en un vistazo rápido) y yo supongo que eso no quiere decir que les desee la muerte o que esté planeando algo contra ellos. Sin embargo, si lo hacen contra él, oh dios, censores, trolls, fascistas asesinos que no me dejan expresarme. Así funciona. Como Boyero. Dios los crea y ellos se juntan. Tras realizar el análisis de esta entrada y descubrir su esquizofrenia, no sé si tomarme el siguiente tuit como una amenaza:
Lo que más me gusta es que su principal argumento contra mi es que soy un don nadie. Que tengo un blog de nada y que soy un crítico serio. En parte me alegro, porque si su principal defensa es que soy un don nadie y que soy un maleducado (me lo dice él, que se considera un odiador) algo estaré haciendo bien. Bueno, en lo de que estoy desinformado le voy a dar la razón. Pero también repito hasta la náusea que este es un blog de humor, no pretende ser veraz y no quiero que nadie piense que lo que yo digo aquí es LA verdad. Es humor, pero imagino que Toni García Ramón piensa que Hitler fue sustituido por un peluquero y que El gran dictador es un biopic. Bueno, a saber lo que piensa, como se ha visto en esta entrada, puede pensar tanto una cosa como la contraria.

Les recomiendo que lean toda la colección de tuits que me dedica. Se enorgullece de tener un troll, pero siendo justos a lo que pasa en este blog, en todo caso seré el troll de Carlos Boyero. Toni solo es una víctima colateral, por eso que es uno de los aprendices que el extravagante dúo de Boyero & Hermoso tienen en su diario, enseñándoles su método de análisis crítico. O quizás está tan mimetizado con Boyero (ya saben de sus vaivenes psicológicos) que se considera la misma persona que él. Ojo Carlos, que quizás llegas un día a casa y te encuentras a Toni García Ramón disfrazado para parecerse a ti, cual Norman Bates. En fin, como yo en el fondo no le deseo ningún mal a Toni García Ramón, para que no se diga que miente (aunque sea su principal cometido cada vez que escribe), le regalo esta entrada, para que pueda decir que le atacan y que tiene trolls.

-

Mientras, su colega Gregorio Belinchón sigue con su labor. Aquí va la serie de tuits:
Esto no era verdad, porque Diego Quemada-Diez es español, por mucho que su película sea mexicana. No solo es español, sino que está en una de las secciones competitivas, no como Galán, que todos sabemos por qué está ahí. No tardaron en recordarle esto a Belinchón, que en seguida rectificó:
Hubiera sido mejor no tratar de arreglarlo especificando. Parece que Diego Galán vale más por ser español-español y el otro como es español-mexicano, pues bah, qué más da. Supongo que si algún día se estrena ya se encargará Javier Ocaña de darle su merecido con una crítica, como el año pasado le pasó a Antonio Méndez Esparza, compitiendo en la Semana de la Crítica pese a los esfuerzos de El País y el resto de medios por ningunearle.

Se debía sentir mal Belinchón, porque al día siguiente volvió a otorgarle la nacionalidad completa al burgalés Quemada-Díez:
Es admirable cómo la película pasa de no existir a ser soberbia y dirigida por el español del día. En todo caso, hay que darle cierto crédito, porque al menos ha tenido la dignididad de dejar los viejos tuits.

-

Aquí les traigo un libro que no deberían dejar de comprar. ¡Una recopilación de los chats de Carlos Boyero de su época de El Mundo! Miren la portada con la pose chulesca del crítico, la corbata suelta y fumando el cigarrito... ¡rebelde!¡Héroe! El libro sólo cuesta 17 euros, no sé a qué esperan. Ya sé que se puede consultar gratis en internet, pero ¿qué hay de la ventaja de tener la dulce prosa de Boyero recogida en un volumen? Eso no tiene precio.

Pero mejor aún hagan un poco de scroll y fíjense en las opciones que dan para adquirir el libro de Boyero junto a otro. A ver qué obras y autores afines a Boyero recomiendan. Yo se lo digo: Carlos Herrera, Federico Jiménez Losantos y César Vidal. ¡Cómo lo han calado! En fin, todo el periodismo basura juntito (aunque imagino que a Herrera al lado de los otros tres ogros habría que salvarlo), para que no se pierdan. Sí, ya sé que los juntan porque todos los libros pertenecen al género recopilación de chats (un género que debería darle vergüenza al que lo inventó), pero la coincidencia es cuando menos curiosa. Boyero-Losantos-Vidal. Santísima Trinidad. Si Toni García Ramón quiere entrar en este selecto grupo, aparte de comenzar chats semanales con sus fans, tendría que llamar nazi a algún enemigo suyo. Pero no a mi, claro, a alguien conocido y que pueda denunciarle.

Si siguen hacia el final de la página podrán leer la única opinión vertida al respecto del libro. «Uno de los personajes más singulares, extravagantes y geniales del panorama cultural español». Una pena que firme como Anónimo, lo que dice que podría ser cualquiera. El propio Boyero. O, uniendo cabos, el director de La mula.

-

Otra cosa no, pero al menos a Luis Martínez hay que reconocerle su habilidad para los titulares con gancho.

-

Por darme un poco de publicidad y vean que no solo insulto, un artículo que escribí para A Cuarta parede sobre el emule, y la cinefilia que nació alrededor de él. Gracias a internet y el emule nos pudimos liberar de toda la desinformación y mentiras que nos vendía el mercado, con la indispensable ayuda de sus matones en los medios de comunicación.

Sobre el agradable comentario que me dedica un lector ya hablaré en la próxima entrada.